El concierto que no fue

La Orquesta de Minesota brinda el viernes y sábado dos conciertos en La Habana, lo que la convierte en el primer conjunto musical de su tipo de Estados Unidos que actúa en la Isla en 15 años. Además de un récord, el hecho sirve para recordar el frustrado intento de la Filarmónica de Nueva York de visitar Cuba, hace algunos años, algo que de momento parece no estar en calendario de la agrupación neoyorquina, pese a la reciente visita del gobernador Andrew Cuomo.

El viaje también es el primero que hace una orquesta estadounidense al país caribeño desde que el presidente Barack Obama anunció el pasado diciembre un proceso para restablecer las relaciones diplomáticas con Cuba, rotas desde 1961.

La Orquesta de Minesota —que hace unos años estuvo a punto de desaparecer por problemas financieros— actuará en la Isla bajo la batuta de su director, Osmo Vänskä, e interpretará piezas de Ludwig van Beethoven junto al Coro Nacional Cubano y el Coro Vocal Leo.

La visita de la orquesta estadounidense se produce a invitación del Ministerio de Cultura de Cuba y sus dos actuaciones forman parte del Festival Internacional Cubadisco, que celebra este año su decimonovena edición, dedicada a la música coral y sinfónica.

“Esto no es solo una gira de conciertos, esto es una interacción cultural”, afirmó el presidente de la orquesta, Kevin Smith, en declaraciones recogidas por la emisora MPR, que retransmitirá en directo los dos históricos conciertos.

Un concierto frustrado

El ambiente y la voluntad de llevar a cabo los dos conciertos de la Orquesta de Minesota difiere fundamentalmente de un intento musical anterior, cuando la Filarmónica de Nueva York planteó viajar a Cuba para realizar dos conciertos, el 31 de octubre y 1 de noviembre de 2009.

Con los conciertos en Cuba, la Filarmónica quería llevar a cabo otra de sus históricas actuaciones cargadas de simbolismo político, después que el pasado año ofreciera un concierto en Corea del Norte.

Los músicos consiguieron el permiso necesario de Washington para ir a la Isla, pero el Departamento del Tesoro no se lo otorgó a los patrocinadores,

Se esperaba que, además de los músicos y el director de la orquesta, la delegación neoyorquina estuviera compuesta también por unas 150 personas más, entre miembros de la junta directiva de la entidad y otros donantes, quienes habían prometido desembolsar $10.000 cada uno para hacer realidad el proyecto.

Sin la presencia de sus mecenas en la Isla y la ayuda económica que ésta conllevaba, la Filarmónica de Nueva York informó que no podía permitirse los altos costes del desplazamiento a Cuba, por lo que se veía obligada a suspender el viaje.

El entonces presidente de la Filarmónica, Zarin Mehta, explicó a The New York Times que la entidad no contemplaba la posibilidad de aceptar el dinero de sus mecenas sin llevarlos con ellos a la isla, ya que eso sería como “insultarlos”.

Según la orquesta, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, encargado de entregar los permisos, decidió vetar a esos acompañantes porque no se trata de artistas de la orquesta ni de personal de la misma.

Sin embargo, en julio de ese año fuentes de la Filarmónica habían dicho que el proyecto de actuar en Cuba contaba con el apoyo de la Casa Blanca, que respaldaba la idea de que los conciertos ayudaran a “construir puentes entre ambas naciones”.

Los conciertos parecían tan seguros que la Filarmónica imprimió un anuncio de su celebración en varios de los programas de actuaciones de esa temporada.

Al final, la vicepresidenta de operaciones de la orquesta, Miki Takebe, afirmó que los miembros de la Filarmónica estaban “muy decepcionados” con la decisión del gobierno de Estados Unidos de negarle a los patrocinadores de los conciertos el permiso para viajar a la Isla.

“Queremos ir. Definitivamente queremos ir y espero que esto se pueda resolver en el futuro”, declaró Takebe al sitio oficialista Cubadebate.

La posposición del concierto de la Filarmónica de Nueva York en Cuba, debido a los límites establecidos respecto a los viajes a Cuba, fue un buen ejemplo de los obstáculos que enfrentaba el gobierno del presidente Barack Obama, en su primer año de gobierno, para hacer avanzar una agenda que incrementara los intercambios académicos, culturales y deportivos, así como los contactos entre los residentes de ambas naciones, por encima de una política de acciones hostiles y de confrontación verbal, que ya había demostrado ser más que inútil, contraproducente.

Las representaciones de la Filarmónica de Nueva York se iban a celebrar en el Teatro Amadeo Roldán de La Habana, cerrado actualmente, luego que la orquesta aceptara una invitación del gobierno cubano y de que una delegación de la entidad neoyorquina realizara una visita a la Isla para comprobar las condiciones en que se celebrarían los conciertos.

Por su parte, los conciertos de la Orquesta de Minesota se celebrarán en un lugar más adecuado en cuanto a su capacidad aunque de inferior acústica, el Teatro Nacional de Cuba.

Fotografía: página anunciando el concierto en Cuba (ahora pospuesto) del programa de la Filarmónica de Nueva York, cuando ejecutó la Tercera Sinfonía de Mahler, en septiembre de 2009. En el texto se invita a los patrocinadores a viajar a la isla y a disfrutar de una serie de eventos exclusivos para ellos.

Aunque no se han brindado detalles de la Orquesta de Minesota, cabe esperar que no debe haber confrontado las dificultades que en su momento tuvo la Filarmónica de Nueva York, cuyo viaje a Cuba continúa siendo una asignatura pendiente.

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