Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Política: Reportaje

El espejo cubano

Entendidos y profanos se ponen de acuerdo en una cosa sobre el socialismo venezolano: comienzan a ver una película que no es estreno.

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En una vieja carnicería de La Habana, el presidente Chávez da la bienvenida. Su retrato cuelga de la pared, junto a garfios vacíos y estantes mosqueados. En el mostrador, una tablilla anuncia bistec de cerdo a 35 pesos la libra. No hay nadie comprando y el carnicero, sentado afuera, se aburre.

"Lo tengo ahí hace un par de años. Me cae bien", dice, apartando el mosquerío. Son las nueve y media de la mañana y sólo una persona ha venido y no por carne, sino por huevos regulados en la cartilla. Hace una semana que los esperan.

"Enero es mortal. Es mucho el pasme", asegura para afincar la insolvencia del vecindario luego de las fiestas de fin de año. "Me imagino que en Venezuela las cosas estén mejor. Ellos tienen petróleo y mucha plata, y nadie tampoco los bloquea".

Mesianismo histórico

Las reflexiones ocurren 24 horas después de que Chávez jurase enrumbar a Venezuela hacia un modelo socialista, que él llama cristiano, indígena y del siglo XXI para otorgarle modernidad y, si eso es posible, algo de desapego del malogrado socialismo real.

"Patria, socialismo o muerte, lo juro", cerró el líder venezolano su promesa de convertir a la rica nación sudamericana en el segundo bastión socialista del hemisferio.

"A nivel retórico o político, su discurso se parece mucho al de su mentor revolucionario, como él mismo describe a Fidel. La consigna final es casi la misma y no por gusto. El mensaje es obvio para todos: estoy en el camino cubano", explica un investigador de un centro de estudios de La Habana.

Para este académico, la admiración de Chávez por Castro toca la veneración. "Ambos, maestro y discípulo, comparten un mesianismo histórico que viene desde Bolívar y que en su momento también Martí lo asimila al poner a Cuba en el fiel del mundo… En un sentido, da tenacidad al proyecto liberador; más allá de lo razonable, lo deforma".

"Lo que está por ver es si Chávez entendió los errores del socialismo del siglo XX y si será capaz de superarlos, en caso de que aplique una estructura económica y política similar", manifiesta el experto.

Por el momento, los hechos no han ido tan lejos como las palabras. "Hasta ahora está hablando de nacionalización de los principales recursos, no de estatización de todos los recursos; hasta ahora está hablando de reelecciones indefinidas, no de liderazgo intocable".

Otros observadores de la situación venezolana asumen que Chávez ya está sentando las bases del sistema unipartidista al crear un "partido único de la revolución". Lo demás —dicen— será cuestión de coyunturas precisas para actuar.

"Todo está en que la oposición no se lance otra vez con acciones violentas o que Estados Unidos presione demasiado. Entonces, a cambio, tendrán un efecto radicalizador y el fin del juego democrático", adelanta un profesor de la Facultad de Historia de la Universidad de La Habana.

Sardinas en la shopping

Un estudiante de Filosofía considera que los pasos del movimiento chavista son necesarios para consolidar los cambios a favor de los pobres, potenciar la soberanía y la integración regional, pero que en un futuro habrá que distinguir "entre lo que es una necesidad histórica y lo que es el ego de un gobernante".

En la Isla muchos no creen que la Venezuela chavista se convierta en la Unión Soviética de Latinoamérica. Tampoco que su poder benefactor sea ilimitado.

"Lo único que hemos visto de Venezuela y del ALBA es el fin de los apagones, porque las famosas sardinas que decían que iban a las bodegas, terminaron en las tiendas en divisas", se queja una tecnóloga en alimentos.


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