Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Economía

El futuro anunciado no sirvió

¿Cómo puede el trabajador sentirse dueño de la riqueza si, a pesar de lo que produce, necesita un ingreso adicional para sobrevivir?

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Estado deplorable

La distribución de la riqueza producida a partir del sistema capitalista, "relación entre el salario y el costo de la vida para el sostenimiento de los obreros y sus familias", determinó la naturaleza del sindicalismo, el cual radica en los intereses de los trabajadores.

La "dictadura del proletariado", "un retroceso respecto al Estado burgués", no alteró esa esencia en ninguna de las experiencias conocidas. En ella, los trabajadores, desarmados de sus genuinas instituciones, reprimidos cuando las opiniones eran diferentes y sometidos a intereses políticos ajenos a su naturaleza, perdieron en franco proceso de retroceso los limitados derechos políticos que ofrecía la democracia burguesa: la elección libre y periódica de los gobernantes.

La historia sindical de Cuba es un claro ejemplo de lo anterior. Desde su surgimiento en la segunda mitad del siglo XIX las luchas sindicales conquistaron legislaciones, derechos, prerrogativas y libertades que permitieron el mejoramiento de las condiciones de vida de sus afiliados, y consiguientemente de la sociedad.

El derrocamiento del régimen de Machado por la huelga general de 1933; el nacimiento de la Central de Trabajadores de Cuba y su conversión en la segunda central sindical más grande de la región; la legislación obrera de 1938, un programa básico que garantizaba los derechos más elementales de los trabajadores; la Constitución de 1940, que dedicó 27 artículos a los derechos individuales y colectivos del trabajo; son algunas pruebas de la fortaleza e importancia alcanzada por el movimiento obrero cubano antes de comenzar su declive.

La aceptación por parte de Eusebio Mujal de la proposición de Fulgencio Batista después del golpe de Estado de 1952, llevó a una alianza con el régimen que lastró la esencia del sindicalismo: la autonomía e independencia respecto al Estado.

Luego, la tesis revolucionaria, enarbolada en 1959, de que la primera demanda de los obreros debía ser el apoyo a "su revolución", desató un proceso que culminó en la disolución de la CTC mediante un decreto gubernamental, sustituida por la CTC-R, la cual tendría las nuevas funciones subordinadas a la revolución; al punto que 1959 fue el primer año en la historia sindical en que los trabajadores cubanos no presentaron demandas.

Si a esa ausencia de autonomía se le une la ineficiencia de un modelo inviable, entonces se torna comprensible el estado deplorable en que se encuentran los trabajadores y su movimiento sindical.


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