El héroe, el villano y el patriota
Las memorias de Orlando Bosch se presentaron en Miami, en una sala llena de admiradores y seguidores
En La Habana Orlando Bosch es un ser infame, uno de los militantes anticastristas de peor reputación que ha existido.
Pero en Miami, a 90 millas, sus seguidores están completamente seguros de que es un héroe, un gigante entre los hombres.
Estos seguidores concurrieron en una sala miamense el 9 de diciembre para presentar las memorias de Bosch, que llevan los títulos Los años que he vivido o The Years I have Lived.
Ángel de Fana, ex prisionero político en Cuba, subió al escenario y señaló que muchas personas del público ya conocían a Bosch. Algunas de ellas, incluso, se unieron a él en la lucha violenta contra el Gobierno de Castro.
“Casi todos nosotros, si no hemos puesto una bomba o empuñado un fusil, hemos hecho otras cosas,” declaró De Fana. Añadió que había estado en prisión 20 años “por Cuba”; y que algunas cosas que hicieron, las habían hecho porque en su momento pensaron, que era lo correcto. “Y yo (…) no renuncio a mi pasado”, continuó.
En ese momento alguien gritó “¡Ni los aquí presentes!”, mientras otros aplaudían.
De Fana, de 71 años, encabezó un grupo de oposición en Cuba y fue encarcelado en 1962. Salió de prisión en 1983 y se trasladó a Venezuela, donde se encontró con Bosch, que entonces estaba recluido en prisión acusado de haber planeado la explosión del avión de Cubana en 1976, en la que perdieron la vida 76 personas.
De Fana expresó que, mientras estuvo en Venezuela, visitaba a Bosch todos los domingos, y que llegó a admirarlo.
Añadió que Bosch era un pediatra excelente, que podía haber llevado una vida muy confortable y que, en cambio, lo arriesgó todo y dedicó su vida a “luchar por la libertad”.
Para De Fana es imposible conocer a Orlando Bosch y no quererlo y admirarlo, según expresó.
Como muchos de los seguidores de Bosch, De Fana niega las acusaciones de que Bosch estuviera detrás de la voladura del avión de Cubana 455, y durante su exposición señaló que ningún acto de Orlando Bosch había causado la muerte de nadie.
Bosch no se refirió a la explosión del avión, pero en sus memorias relata que, durante muchos años, ha vivido con el estigma de que es un “asesino” porque, según dice, su enemigo, Fidel Castro, así lo decidió. Lo acusó, sin pruebas, de ser el autor intelectual del sabotaje al vuelo 455 y de otros actos con los que no tuvo nada que ver, señala, y añade que solo alguien sin vergüenza ni decencia puede acusar a otra persona de asesinato, cuando ese alguien es culpable de tantos miles de muertes.
En las memorias también aparecen fotos de Bosch mostrando con orgullo armas que ayudó a suministrar a los combatientes que se enfrentaron a los soldados de Castro en el Escambray, en la zona central de Cuba.
La hija de Bosch, Lourdes, ahora médico, declaró que su padre hablaba frecuentemente sobre su pasión por Cuba cuando era niña.
Y añadió que durante muchos años no entendió el amor que su padre sentía hacia Cuba, y que él le había prometido que algún día entendería por qué hacía lo que hacía.
Con el tiempo, ella comprendió que su padre luchaba por una patria libre, y en esta ocasión le mostró su apoyo al declarar que había pocos hombres del calibre de su padre, dijo Lourdes.
Entre los asistentes a la presentación se encontraban también la esposa de Bosch, Adriana Delgado Sepúlveda; la hermana, Mirtha; y la hija Myriam, apodada “La Chiqui”, quien describió a Bosch como un padre estupendo, que había colaborado en la educación de sus hijos incluso desde la prisión. Y añadió que para ella Bosch era un héroe como padre.
Bosch se manifestó emocionado y en ocasiones pareció estar a punto de llorar.
Habló poco más de cuatro minutos, rememorando sus días como líder estudiantil en Cuba y su nacimiento en Potrerillo, un pueblo de menos de 3.000 habitantes.
En el acto también hizo uso de la palabra el militante anticastrista Guillermo Novo, quien expresó que la lucha para liberar (Cuba) era un rosario de héroes y mártires, y calificó a Bosch de “gigante” entre todos esos héroes.
Otro antiguo amigo, Alberto Hernández, señaló que Bosch lo había entregado todo —aunque su vida todavía no— por su patria, y que jura que morirá de pie y nunca se arrodillará frente al tirano.
Tras la presentación, amigos y familiares condujeron a Bosch fuera del escenario. Un viejo camarada, Luis Posada Carriles, de 82 años, también acusado por colaborar en los planes para hacer explotar el vuelo 455, les esperaba fuera. Sonrió y abrazó a Bosch. Intercambiaron pocas palabras, mientras los espectadores disparaban sus cámaras de fotos. Entonces alguien dijo que se estaba haciendo tarde y que se apartaran, que Bosch debía irse a casa.
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