El inexorable juicio de la biología
Lo que no logran la política o la economía lo realiza la biología
Hubo “movimiento de cuadros” significativo en La Habana: la renuncia por motivos de salud, tras veintiséis años en el cargo, del poderoso ministro del Interior cubano, general de cuerpo de ejército (tres estrellas) Abelardo Colomé Ibarra, alias “Furry”, uno de los “históricos” de la gerontocracia cubana.
Con setenta y seis años de edad no es un parvulito, evidentemente, pero es al menos ocho años más joven que Raúl Castro, y mucho más joven que Fidel Castro, Ramiro Valdés o Machado Ventura. Su salud se venía deteriorando desde hace algún tiempo. Se comenta que enfrentaba problemas con el Parkinson y el Alzheimer, y también hubo rumores de excesivo consumo de alcohol y hasta de “titimanía”, que es como se le llama en Cuba a esa costumbre de personas maduras (o hasta casi ancianas) de pretender muchachitas jóvenes como parejas, al menos de part time.
De hecho, en los últimos meses sus posibilidades reales de llevar a cabo el trabajo diario estaban más allá de su deteriorada salud, en un Ministerio encargado de vigilar, perseguir, reprimir y encarcelar a todos los cubanos que se opongan a la dictadura; reclutar espías y agentes de influencia al servicio del régimen en el extranjero, o a extranjeros visitantes en Cuba y a diplomáticos acreditados en el país; dirigir las tropas guardafronteras, los servicios de inmigración y extranjería, la seguridad personal de los jerarcas y sus familiares; el control, registro y actualización de los expedientes de todos y cada uno de los cubanos; además de la lucha contra el delito común (exacerbado por las difíciles condiciones materiales de la población, el descenso en la calidad de la enseñanza y la ausencia de educación cívica), más la prevención y extinción de incendios, y dirigir la funesta dirección de prisiones del país.
Quienes ven “misterio” en una crónica de una despedida anunciada están jugando a la no-ciencia ficción y a la bobería: desde hace meses, si no años, “Furry” andaba de capa caída y su sustituto, el viceministro primero y jefe de los Órganos de la Seguridad del Estado, estaba al frente del día tras día de ese ministerio. Proclamar que no se puede creer 100% en la prensa cubana, lo cual es cierto, no es patente de corso para asignar al cambio de este ministro un misterio que no es tal, ni para desatar a los perros de la guerra o teorías de la conspiración. Algunos están tan habituados a la gerontocracia cubana y su permanencia en el poder durante más de medio siglo, que dudan o se alarman cuando una persona de nada menos que ¡76 años! renuncia por problemas de salud, y les parece algo sospechoso que debería analizarse con más detalle.
Lo cual sirve perfectamente para, entre otras cosas, dejar de ver o analizar aspectos realmente significativos de la compleja situación cubana, mientras hay entretenimiento con las superficialidades y la farándula política. A la vez que se olvida que “Furry” es uno de los más cercanos colaboradores y amigos de Raúl Castro desde los tiempos de la lucha guerrillera. No por gusto, junto con la renuncia se anunció su condecoración con la Orden Por el Servicio a la Patria de Primer Grado.
¿Esta renuncia significa algún cambio? Nada: el general Carlos Fernández Gondín, hasta ahora viceministro primero del MININT, tiene que mudarse para la oficina del ministro. Y el vicealmirante Julio César Gandarilla Bermejo, hasta ahora Jefe de la Dirección de Contrainteligencia Militar (CIM) del MINFAR, tiene que mudarse unos 200 metros, del MINFAR hasta el MININT, para asumir como viceministro primero del Interior. Para quienes no lo sepan, el viceministro primero del Ministerio del Interior en Cuba siempre es, simultáneamente, jefe de los Órganos de la Seguridad del Estado, con todo lo que eso significa.
Más allá de esos traslados de oficinas, quien pretenda encontrar mensajes subliminales, cambios generacionales o de política interna con esos movimientos, se quedará esperando indefinidamente. El nuevo ministro del Interior tiene 77 años de edad, uno más que el ministro sustituido. Y el nuevo viceministro primero, siendo un vicealmirante, tampoco es un jovencito. Aunque no existen demasiados datos públicos sobre él, se sabe que era jefe de batallón en la lejana Crisis de Octubre de 1962, hace 53 años, por lo que cálculos elementales lo colocarían por encima de los setenta años de edad. Esos son los relevos seleccionados para el deteriorado Colomé Ibarra.
El régimen no juega con el MININT, posiblemente su ministerio más importante, dadas las misiones que tiene asignadas y el comportamiento de la “situación operativa” durante estos últimos tiempos, fundamentalmente después de los anuncios del 17 de diciembre de 2014 y el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Estados Unidos. Sabe que la biología continúa avanzando inexorablemente por sobre la política y la economía, pero con su aparato represivo continúa apostando por los de siempre y no abre espacio a caras nuevas. Aun sabiendo que Colomé puede estar inaugurando un sendero de renuncias por enfermedad, incapacidades físicas o desenlaces fatales, dada la avanzada edad de los “históricos”.
Todo será más de lo mismo. Basta esperar hasta el próximo domingo, cuando Damas de Blanco y opositores se reúnan en el parque después de la misa dominical, para ver como actúan el “pueblo indignado” y los rompe-huesos habituales.
Y podrá observarse claramente la “nueva” política del Ministerio del Interior tras los cambios de figurines.
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