Actualizado: 28/03/2024 20:07
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VI Congreso, Cambios

El VI Congreso, otros puntos de vista

Muchos de los temas fundamentales del VI Congreso están comenzando a desarrollarse ahora

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El VI Congreso del partido comunista de Cuba (PCC) no ha concluido aún; apenas se inicia. Muchos de los temas fundamentales están comenzando a desarrollarse y dentro de siete meses seremos testigos de la Conferencia Nacional del PCC en la que se producirán más cambios. Entretanto, la fase de implementación requerirá de la adopción de leyes, normas, códigos y regulaciones que sienten las bases legales para los Lineamientos aprobados recientemente. Y no se trata solo de dotarlos de esta dimensión legal, sino de convertirlos en una realidad funcional, una herramienta eficiente para construir el nuevo modelo económico. Éste será el congreso real para la dirigencia cubana.

Menos de un mes transcurrió desde la celebración del congreso hasta la publicación de los Lineamientos en forma de tabloide, junto a otro similar con un resumen de los debates, que mostraba las modificaciones y cambios aprobados a partir de las discusiones celebradas a nivel de base y lo que los delegados dijeron al respecto. La primera versión contenía 291 lineamientos, de los cuales solo 32 se mantuvieron íntegros, mientras que más de dos tercios fueron modificados en su totalidad y/o fusionados con otros, a la vez que se incorporaron 36 completamente nuevos, para un total de 313. El lunes 9 de mayo, bien temprano por la mañana, decenas de miles de personas hacían cola desde las 4:00h a.m. para comprar los tan esperados tabloides e informarse de las opciones que le reservaba el futuro.

Tal como quedaron aprobados, los lineamientos establecen un “nuevo modelo económico” que guarda muy poca relación con el funcionamiento de la economía cubana del pasado. Si bien algo de la planificación central permanecerá, la economía cubana consistirá ahora en cinco sectores económicos diferentes:

A. El sector estatal basado en un presupuesto central (sector presupuestado).

B. Las compañías, negocios, industrias y servicios (el sector empresarial) que ahora será dirigido y administrado con total autonomía respecto a organismos e instituciones del Estado y del partido, y que resultarán eficientes o fracasarán en tanto entidades particulares cuyo desempeño económico determinará su futuro.

C. El sector de la inversión extranjera, implementado a través de diversas formas de asociación con socios locales (si bien no se revelan detalles sobre las posibilidades de inversión extranjera directa), seguidas de una renegociación de los pagos y la deuda externa de la Isla, así como de una urgente búsqueda de nuevas inversiones.

D. El sector cooperativo (caracterizado como una forma de propiedad socialista), que se convierte en un sector extremadamente priorizado.

E. Una amplia variedad de actividades privadas (no estatales): pequeñas empresas, cuentapropistas, finqueros, etc.

La regla de oro que conectará a todos los sectores serán las relaciones mercantiles, mencionadas con claridad en numerosas ocasiones a lo largo de los Lineamientos.

De ser implementados en su totalidad para 2015, la economía y la sociedad cubanas habrán logrado realizar cambios muy drásticos. Y, en consecuencia —como cualquier escuela de sociología, los marxistas incluidos, tendrán que admitir— un nuevo conjunto de negociaciones y rediseños políticos deberán aparecer en un futuro no muy lejano para adecuarse más a una sociedad extremadamente diversa.

La dirigencia

Se han repetido objeciones al hecho de que los puestos clave se mantienen en manos de la “generación histórica” (líderes que han estado al frente de la revolución cubana durante más de 50 años y que en la actualidad son septuagenarios y hasta octogenarios); y, de hecho, existe fundamento razonable para una controversia en este sentido. Pero si estos viejos líderes muestran su voluntad y disposición para cruzar este nuevo Rubicón, se harán merecedores del reconocimiento y el apoyo de muchos, tanto en el interior como en el exterior.

Es una reacción muy humana intentar descalificar lo viejo per se, pero Winston Churchill, Konrad Adenauer, Roosevelt y Eisenhower, De Gaulle o Miterrand, Ben Gurión o Shimon Peres, por no mencionar a Deng Siao Ping, Joaquín Balaguer, y otros muchos presidentes y legisladores, consiguieron probar un enfoque muy diferente respecto a “los viejos”. Para los viejos líderes cubanos en general, y para Raúl Castro en particular, se trata del último tramo de sus carreras y tratarán —por razones muy prácticas e históricas, así como por orgullo personal— hacerlo lo mejor posible.

Pero un punto de vista que con demasiada frecuencia se ignora o silencia con premeditación es el hecho de que existe otra dirigencia muy bien situada, próxima o justo detrás de “los viejos”, que ya tiene en sus manos una porción enorme de la estructura de poder cubana. ¿Quién está a cargo de la Comisión de Implementación y Desarrollo, a quién se le ha confiado la tarea de supervisar la ejecución de los lineamientos? ¿Quién está al frente del mayor ejército en Cuba? ¿Quién dirige la política exterior? Hombres de cincuenta años. La mayoría de los miembros del Comité Central (de donde emergerá, con toda seguridad, la próxima generación de dirigentes al más alto nivel) nació después del triunfo de la revolución; dos tercios del Consejo de Ministros tiene 60 o está por debajo de esa edad (10 de ellos), y más de dos tercios de los líderes provinciales están en sus cuarenta o cincuenta. Además, se espera que la Conferencia Nacional sea testigo del paso de más “sangre joven” a las filas del PCC.

¿Apoyo?

La validación constituye un tema crucial. ¿Con qué apoyo cuentan? ¿Cómo puede medirse? ¿Mediante elecciones, como en EEUU, basadas en el principio tan anti-democrático de “el ganador se lo lleva todo”? Expertos extranjeros no le otorgan ninguna credibilidad a unas elecciones en Cuba… Entonces, ¿cómo? Encuestas “clandestinas” realizadas en Cuba por organismos estadounidenses intentan probar que solo una minoría continúa apoyando al Gobierno cubano. Expertos y disidentes de Miami y Cuba por igual, que han seguido los acontecimientos en Egipto y otros países del norte de África y del Medio Oriente, y que dicen hablar en nombre del pueblo cubano, llegaron al extremo de sugerir que podrían producirse acontecimientos similares en la Isla.

Pero ¿cuál es la realidad? El 16 de abril se realizó un desfile militar en La Habana con cientos de miles de personas de a pie que marcharon con entusiasmo considerable, muchos llevando a sus hijos sobre los hombros. Quizá fueron obligados a desfilar, a punta de bayoneta, con diversas formas de intimidación, presiones, etc. De ser así, ¿cómo se les obligó a permanecer, durante horas, bajo el sol abrasador, y luego desfilar, sabiendo que puedes escabullirte fácilmente? Quizá todos eran miembros del partido y de las Fuerzas Armadas (¡lo que representaría ya mucho!); quizá fueran viejos veteranos, pero la mayoría parecía muy joven y dispuesta, y marcharon durante horas… Algo muy diferente a lo que se veía en la Plaza Tahir, en El Cairo.

Luego, 15 días después —para celebrar el Primero de Mayo— sucedió lo mismo en la Plaza de la Revolución de La Habana. Aunque en esta ocasión —según algunos observadores— asistieron el doble de personas. Otra vez, podrían hacerse esas preguntas para tratar de simplificar la comprensión de lo que se está presenciando, sobre todo tras tres años de desastres económicos devastadores —tras la destrucción del 20 % del PNB de Cuba, como resultado de los huracanes que azotaron la Isla y que, combinados con el impacto de la crisis económica mundial, que condujeron a los resultados económicos más bajos en muchos años—, decenas de miles de desempleados y los tiempos difíciles que acechan. Y aun así, cientos de miles desfilaron. Pero en esta ocasión, el desfile y la marcha tuvieron lugar no solo en La Habana, sino a lo largo de todo el país, en cada capital de provincia, ¡sumando muchos cientos de miles, ¿hasta millones?!

¿Cómo entenderlo? ¿Simplificándolo, negándolo, ignorándolo? Por supuesto que no. Esto requiere de una comprensión muy cuidadosa y práctica. Y si la soberanía popular —tal como se enseña en educación cívica— constituye el consentimiento de los gobernados, entonces lo menos que debe entenderse, reconocerse, es el hecho de que en medio de circunstancias extremadamente severas, una gran parte del pueblo cubano estaba listo y dispuesto a expresar su apoyo y validación a la dirigencia cubana y los cambios actuales.


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