El vil papel

Ofensa mayor

Nos queda el consuelo de que, para esos hombres nuevos, nosotros somos igualmente incomprensibles. Para ellos, el dinero es una lepra que corrompe todo lo que toca. Y hay algo profundamente inmoral en el acto de recibir moneda libremente convertible por el trabajo realizado. Entre los hombres nuevos no hay ofensa mayor que decir que uno recibe dinero por lo que hace, y sobre todo que lo digan los periodistas independientes, que le han metido un mes de cárcel por cada dólar que cobraron por sus artículos.

El peso cubano es otra cosa y tiene algo de ennoblecedor, porque de corruptor y vil papel se convierte en estímulo material. Fíjense si deberá ser espiritual y etérea la moneda nacional, que los periodistas de la prensa oficial acusan a todos los que se les opongan de asalariados del imperialismo, como si ellos mismos estuvieran haciendo trabajo voluntario.

Aunque es posible que la cosa no esté en el dinero, pues en estos tiempos se puede trabajar y cobrar en moneda libremente convertible, siempre que hable o actúe en pesos cubanos. Ahora mismo, un balonmanista que consiguió desertar de la delegación cubana en Brasil aseguró, según informa la prensa, que "en Cuba 'todo funciona de maravilla' y que ama a su Patria, a la que sabe que no podrá volver sin perder sus privilegios como atleta, pero alegó que volverá en cinco años, cuando la ley le permite regresar como turista extranjero".

En pesos cubanos, eso quiere decir: "por su madre, no se pongan pesados, que me voy a portar bien, y de aquí a cinco años, ¿qué diferencia va a haber entre un pintor residente en México y yo, excepto que voy a llevar más fulas?".

Así, muchos van descubriendo las ventajas de cobrar en moneda dura y hablar en pesos cubanos, lo que antes era un privilegio de los extranjeros estilo García Márquez. El capitalismo se convierte en una especie de Fundación Adam Smith para Abominar el Capitalismo y Adorar al Comandante desde Lejos con Entusiasmo (FASACACLE), muy parecida a la que subvencionó al más pesado de los Marx, quien no disparó un chícharo en toda su vida.

Ventajas del bilingüismo

Abominar el capitalismo y darse a cada rato una vuelta por el suelo natal. Viajar a Cuba, aunque no se vaya a ver a ningún pariente, debe tener su encanto: todo parece indicar que gastar moneda libremente convertible sabe mejor cuando te está mirando gente que cobra en pesos cubanos. Muchos de los que viven dentro de la Isla y tienen la oportunidad de viajar también empiezan a dominar el idioma del peso cubano y el de la moneda libremente convertible, tras descubrir las ventajas del bilingüismo.

Son esos que a lo cortico —y después de pedir que los invites a unas cervezas— te hablan en moneda dura de lo ídem que está la cosa, pero en público explican que aquello sería el mejor lugar del mundo si no fuera por ese criminal bloqueo. Hablan de lo más convencidos, mientras uno se pregunta qué tendrá que ver el embargo, por ejemplo, con que ilegalicen empleos como el de payaso, o que las vacas en Cuba se hayan convertido en objetos para la decoración de exteriores, mientras tratan de convencer a sus compatriotas bípedos que se transformen en herbívoros, más que en vegetarianos.

Si uno se pone a pensar, es difícil entender a los que criticamos aquello en moneda libremente convertible, con el pretexto de que estamos preocupados por la democracia y los derechos humanos. Si está visto que de los ideales y principios sólo se puede hablar en pesos cubanos, no sé explica por qué diablos a quienes sólo abrimos la boca si la CIA nos paga se nos ocurre hablar de derechos humanos y democracia.

Hablemos en plata, literalmente. Si vamos a protestar, que sea por cuestiones de dólares o euros. Por qué no bajan las tarifas para llamar a Cuba, o los pasajes, o las tasas de cambio; o por qué no aprueban una ley de inversiones para ciudadanos cubanos residentes en el exterior; o por qué la CIA me paga tan mal por estos artículos.

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