Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Crónicas

En el velorio

Entre las modalidades de hoy, están las muchachas preparadas que se casan con maridos pescados en funerales de muertos importantes que ellas no conocían.

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Había un habanero anterior al año 1959 que fue embajador durante la mayor parte de su vida. Su táctica era muy sencilla. Jamás pasaba por alto un velorio de marca. Fuera el difunto importante por sí mismo o lo fuera por sus deudos, perteneciera a las filas del gobierno o a las de la oposición, reverente a la hora pico hallaríamos en el velorio a Su Excelencia inclinándose ante los dolientes con sentidas muecas de no somos nada y un cálido apretón de manos.

Estricto en este ceremonial, cuya preparación le llevaba horas, escogía con esmero las ropas del velorio, las ponía sobre la cama, las observaba, buscaba la corbata adecuada y, todavía en pijama, volvía a ensayar ante el espejo el ceremonial de bocadillos y reverencias que, ya vestido para salir hacia la funeraria, repetiría de nuevo sin quedar satisfecho. Parecería que saliera a saludar en público por última vez en un teatro muy lleno.

De ser el muerto la figura importante del velorio, acudirían al lugar desde el presidente de la República hasta la vedette de moda. Pero de no serlo, de ser su deudo el importante, Su Excelencia no se sentiría frustrado. Sabía por experiencia que nadie olvida a quienes les acompañaron en el duelo de sus seres queridos. En segundo lugar, siempre se le pegarían nuevas amistades y actualizaría quién sabe cuántas de las viejas.

En años posteriores me han hablado de muchachas preparadas, universitarias por lo general, que se casaron bien casadas con maridos pescados en velorios de muertos importantes que ellas no conocían. Una de estas pescadoras, por lo que me cuentan, asistió al primero de sus exitosos velorios con un vestido y unos zapatos prestados. En el segundo, cuando honrando a sus benefactoras del pasado era ella quien le prestaba vestidos y zapatos ilustres a sus amigas y las mandaba para la funeraria, pescó al que sería su segundo importante marido (éste mucho más importante que el primero y menos viejo) tan pronto el juez la divorció.

El viejo héroe

Muchas son las modalidades presentes en la composición del velorio. Por cierto, en una de las tradicionales ha empezado a observarse un sensible crecimiento. Es la que tiene por protagonista al héroe de otro tiempo, a la figura que brilló en los primeros años de la Revolución y luego pasó a un segundo plano, y después a un tercero y luego a un cuarto, y hoy habría que ir a los periódicos viejos para probar que existió.

Ya no lo invitan a los actos de la tribuna en la Plaza de la Revolución ni le envían a fin de año el poderoso pavo de Navidad que venía con la cesta de frutas y las botellitas de algo acompañados de una tarjetita con unas letras mágicas, pero él en el velorio regresará por un rato al ayer. En el velorio estarán los que aún lo recuerdan, sus testigos de los grandes días.

Muchos de ellos son ¿tronados? igual que él, descontinuados, gente sin reciclaje posible, pero aún así, al sentirse abrazado por ellos, la emoción que siente es tan grande que por un instante llega a creer que el pasado no ha pasado, que todo sigue siendo como antes, que él es el de entonces.

Sin contar con que puede que en el velorio los que no han dejado de ser importantes reparen en él, recuerden que aún existe.

Por todo esto, como Su Excelencia en el pasado y hoy las jóvenes en busca de un porvenir, cada vez que los periódicos anuncien la muerte de alguien importante veremos el viejo héroe reaparecer. En silla de ruedas o en angarillas si preciso fuere, pero a la hora pico estará él de todos modos, puntual como un Rolex, entrando en el velorio.


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