Entorno envenenado

Según el documento, "los trabajadores expuestos al polvo del mineral laterítico presentan una sintomatología variada con poca repercusión en el examen físico. Esta exposición puede conllevar a la aparición de alteraciones en los exámenes complementarios y favorece la aparición de enfermedades respiratorias. La ocurrencia de las mismas está relacionada con la procedencia de zona de alta exposición y el tiempo de exposición prolongado, ocupación relacionada con el proceso de producción."

Para Rafael, quien vivió por más de veinte años en la ciudad minera, "la odisea ha sido siempre que las autoridades encaren estas dificultades. Por estas afecciones, Moa es plaza fuerte en el índice cancerígeno de Cuba", revela.

El hombre señala la dejadez gubernamental ante las pésimas condiciones de vida de los residentes en el lugar. "Yo vuelvo cada año porque aquí me queda familia, pero hace dos que me fui y no veo voluntad alguna en mejorar la vida. Antes había una dieta especial para los trabajadores, que no evitaba del todo las enfermedades pero ayudaba en algo, aunque eso nunca fue suficiente para lo que sufren los demás ciudadanos. Mira, las fosas se desbordan y no pasa nada, las verduras que se consumen se producen en áreas contaminadas, las nubes de polvo que levantan los camiones de carga de laterita llenan todo el espacio y Moa sigue siendo el infierno", asevera resignado.

Holguín, Ciudad de Los Parques

"Ciudad cristal", "La más limpia de Cuba", son algunos de los epítetos que la rimbombancia gubernamental regaló a esta ciudad del oriente del país. Lejos del idilio de las postales turísticas, con el cerro de La Cruz o la playa Guardalavaca de fondo, el Holguín de hoy exhibe sus caseríos marginales, riachuelos pestilentes y más de un par de fábricas que envenenan el ambiente.

Martha, que vive desde 2003 en el reparto Villanueva, es una de las afectadas por "la pestilencia de la fábrica de cigarros". "Aquí el que no fuma está obligado a resistir el olor a nicotina en los más escondidos rincones de la casa. Ya nos hemos quejado a todos los niveles y siempre queda en promesas", precisa la mujer.

Según Martha, la prensa oficial local se hizo eco de la problemática hace un año, pero "no pasó de ahí". "Vinieron con explicaciones de todo tipo, y siguen los malos olores, la coriza y los ataques de tos en niños y ancianos. Nada que digan va a solucionar si no actúan con eficacia", añade.

El combinado cárnico, a un costado de la Carretera Central (vía Bayamo), es un quebradero de cabeza para los cuatro o cinco barrios aledaños, como Alex Urquiola, Ramón Quintana y Emilio Bárcenas, entre otros, "cuando ponen a elaborar los subproductos de res", opina Carlos, quien reside en Ramón Quintana.

"La fetidez llega a varios kilómetros de distancia. Algunos ya se habrán acostumbrado, pero la mayoría sufre náuseas y mareos debido a los fuertes olores que se desprenden de la producción cárnica. Las autoridades dicen que han hecho todo por aliviarnos de la peste, pero eso no se ve en la concreta", concluye.

La situación que se vive en cada uno de estas localidades son sólo un botón de muestra de la contaminación ambiental que se extiende por muchos rincones del país. Son los "bombillos rojos", alertas para las autoridades, a pesar de ubicarse en zonas rurales que aparentan apacibilidad y sosiego.

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