Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Represión

Eslabones reales

Más de 200 presos políticos sufren cada día privaciones, sufrimientos y los tormentos de la cárcel.

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Para la mayoría de los cubanos, la imagen de un prisionero encadenado de pies y manos que se arrastra por un pasillo es cosa de películas. O es una medida extrema de esos sistemas penitenciarios extranjeros obligados a bregar con duros asesinos y locos de remate. Las cadenas que enredan la cintura y cierran en las piernas son irreales para la gente de un país sin información oficial sobre la vida en las 300 cárceles que insultan su geografía.

A lo largo de casi medio siglo, sólo las familias y los amigos de los condenados han conocido los detalles de las privaciones, los sufrimientos y los tormentos de la prisión. Los libros de testimonio publicados por opositores respetables y solventes son perseguidos en Cuba con este cartel peligroso: propaganda enemiga.

Esta semana, la señora Adiley Puente, esposa del prisionero de conciencia del grupo de los 75 Fidel Suárez Cruz, denunció que en la prisión Kilo 5½, de Pinar Río, tuvieron a su marido esposado y encadenado en una celda de castigo después de declararse en huelga de hambre.

El preso protestó por el maltrato a un recluso común, y con su cadena y las esposas fue a parar 21 días, sin pertenencias, al último rincón del pasillo de los calabozos aislados.

Las cadenas son un horror añadido al régimen penal cubano. Es un elemento ajeno y difícil de asimilar para los cubanos. Produce una remisión a las imágenes de José Martí en las canteras de San Lázaro y una obligada comparación entre la crueldad del colonialismo y las prácticas de los carceleros de estos tiempos. Mucho más si ese método extremo de seguridad se aplica a un hombre pacífico como Suárez Cruz, un joven agricultor de Pinar del Río condenado a 20 años.

En el otro extremo de la Isla, en Guantánamo, con pocos días de diferencia, se declaró también en huelga de hambre José Daniel Ferrer García. Lo hizo por los abusos de los guardias y las condiciones infrahumanas que sufren los presos. El hombre, también del grupo de los 75, cumple 25 años de prisión.

Ferrer García, activista del Movimiento Cristiano Liberación, fue trasladado enseguida a un campo de castigo que tiene el gobierno en una zona llamada El Típico, en la provincia oriental de Las Tunas.

Allí, aislado, mantuvo ocho días su huelga. Los militares le amenazaron con enviarlo a una galera con los más peligrosos reclusos comunes para que lo agredieran. "Vamos a ver si tú eres guapo de verdad", dijo uno de los jefes frente a la jaula de hierro donde habían confinado al preso.

Su hermana, Belkis Ferrer, lo vio "pálido, muy delgado, enfermo, sucio, pero firme", en una visita de 30 minutos que le concedieron.

Ferrer García, Víctor Rolando Arroyo, Oscar Elías Biscet, Normando Hernández, Ricardo González Alfonso, otros 50 del grupo de la Primavera Negra de 2003 y más de 200 prisioneros políticos sufren esta modalidad de muerte por episodios, mientras funcionarios y políticos de otras latitudes trabajan frente a sus tazas de café para abrir nuevos márgenes a los carceleros.

En Cuba las cadenas no son una metáfora que cantamos en el himno.


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