Actualizado: 23/04/2024 20:43
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La morosidad en el pago de los electrodomésticos: ¿Un desquite encubierto contra las autoridades o la constatación de que no da la cuenta?

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"La mayoría de la gente que no paga alega la falta de dinero y que los equipos son caros", reconoció un trabajador social involucrado en este programa.

"Antes del contrato se explican bien los precios y las obligaciones que contraen. Nadie puede decir que no sabía", añade este joven, uno de los tantos integrantes del cuerpo de trabajadores sociales empleados en "operaciones anticorrupción".

Tomando como referencia el salario promedio en Cuba, que es de 250 pesos, la cocina eléctrica significa el 40% de una mensualidad, una olla eléctrica, 50%, y una olla eléctrica multipropósito excede en 40% el estándar.

El ventilador, un aparato insoslayable en los hogares dado los fatigosos veranos, sobrepasa en más de cien pesos tal indicador.

Un plomero a domicilio admite que sus ingresos son muy superiores a la media y que no tendrá problemas en pagar los equipos. Sin embargo, remite otras quejas.

"Me gasté un chorro de pesos arreglando el refrigerador americano de mis padres. Tuve que entregarlo funcionando y ahora me gasto otro chorro en el nuevo", explica enojado.

El refrigerador más barato supera en doce veces el salario promedio, mientras que el más caro en veinticuatro veces.

¿Adelantos o expolios?

De acuerdo con cifras oficiales, el 80% de los núcleos familiares puede hoy cocinar con electricidad, debido a la "entrega" (venta) de módulos de cocción en sustitución de combustibles tradicionales de alto costo y nocivos para la salud, como el queroseno.

La medida, además, desaceleró la depredación de los bosques, que en los años noventa habían sido agresivamente diezmados por la necesidad de leña como combustible doméstico. Según el gobierno, el consumo anual de electricidad en el país aumentó sólo el 7% en 2005, pese a que unos 120.000 nuevos clientes se conectaron al sistema energético nacional.

Sin embargo, los altos costos de la tarifa eléctrica en la Isla convierten los adelantos en sangrías económicas para las familias de pocos o medios ingresos.

"No puedo hervir agua con la cocina eléctrica. La luz se me monta en más de cien pesos", dice quejumbroso un jubilado que vive con su esposa, quien recibe doscientos pesos de retiro.

Aunque clorada en más del 90%, el agua en Cuba es potencialmente fuente de disentería y los medios recomiendan hervirla si se quiere prevenir enfermedades.

Al comienzo de la distribución de los enseres, que arrancó en las provincias del oriente y centro de la Isla, muchos viajaban hacia la capital para revender los artículos. Se les ubicaba fácilmente en la terminal de trenes de la Habana Vieja. Tal práctica ha disminuido, pero aún algunos llegan a la capital y vocean su mercancía en las calles.

Así, un juego de dos cazuelas y sartén de teflón cuesta en el mercado negro entre 10 y 15 convertibles, unos 375 pesos.

"Dicen que son una maravilla. La comida no se pega al fondo", comenta un ama de casa que espera pagarlas a plazo. "Pienso cumplir con el banco", asevera con seguridad.

Para ella es un golpe bajo a la "revolución energética" de Fidel Castro que la gente no honre sus compromisos. Para otros es sólo una cuestión de números. "La cuenta no da", alegan con una matemática implacable.


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