Actualizado: 27/03/2024 22:30
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Sociedad

Héroes sin medallas

La relación entre trabajo y salario sigue siendo decepcionante, mientras el Estado intenta poner orden en un mercado laboral apático.

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Los holgazanes combaten ahora contra un nuevo enemigo inesperado: José Martí. Colocado en la primera línea del enfrentamiento contra un viejo lastre del sistema, el prócer nacional está siendo citado en pancartas, murales y spots mediáticos.

 

Martí aporta el gradiente moral de la cruzada. Reivindica la necesidad del trabajo como un ejercicio de la dignidad personal y hasta de la salud mental, pero sus frases puede que caigan en el vacío ante la ausencia de una política de incentivos que mueva a la gente a la disciplina productiva.

 

Se trata de una antigua batalla. En 1970, unos 400.000 trabajadores, el 20% de la fuerza laboral, eran ausentistas, lo cual creó un escenario de emergencia que se contrarrestó con la promulgación, un año después, de la ley contra la vagancia. Le medida obligó a más de 100.000 personas a emplearse en puestos estatales.

 

La ley ya no existe, pero los problemas sobreviven. Ahora muchos interpretan la retórica martiana como una señal de que una ofensiva contra el lumpen proletariado ya está en marcha.

 

En las antenas de los circuitos marginales nada escapa. Poseen una sensibilidad curtida en los peligros y el aprendizaje que dan las reiteradas estrategias oficiales para combatir a los militantes del mercado negro.

 

"Están cocinando algo", presiente Alexis. Se gana la vida revendiendo medicinas y lo que le caiga en la mano. Graduado de técnico medio de la construcción, asegura que hace diez años no "le pincha" al Estado, el mismo que anda tras sus pasos.

 

En los últimos cinco meses, la policía capitalina desmanteló 79 talleres, 200 fábricas artesanales y 167 casas-almacén, todos ilegales, que abastecían el mercado negro con bebidas, medicinas, materiales de construcción y otros artículos, informó el periódico Tribuna de La Habana.

 

En toda la línea, Alexis es un pillo más. Ha escapado a las redadas por pasadizos y cuarterías comunicadas entre sí. Viste con ropa de marca, y su cabeza, tocada con una gorra que reverbera con las siglas doradas de D&G, sugiere que sus entradas no son para nada despreciables.

 

El sueldo por poner baldosas de baño o empotrar puertas y ventanas estaba lejos de sus cuentas. "Demasiado curralo y, después, si no llegan los materiales, no te pagan. Entonces te la pasas surnando y surnando. No estoy pa' eso", argumenta a manera de coartada para su oficio de especulador farmacéutico a domicilio.

 

El sector de la construcción, históricamente, ha sido la cenicienta del mercado laboral en la Cuba socialista. Ahora se suman el magisterio y la policía, sobre todo en la populosa capital de la Isla, una Habana con barrios purulentos y promiscuos, que de noche exhalan su apetito de excesos para los cuales Alexis se afana en sus correrías.

 

Las estadísticas oficiales

 

Hace unas semanas, la prensa anunció que "la oferta de empleo a jóvenes desvinculados del estudio y el trabajo, desmovilizados del Servicio Militar Activo, y a mujeres será en este 2009 una prioridad para las autoridades y organizaciones en la capital".

 

La medida, explicó Tribuna, "abarca también a egresados de centros penitenciarios y de escuelas de formación integral o de conductas, a personas con VIH-SIDA y a discapacitados, en tanto se aspira a continuar disminuyendo los índices de desocupación laboral y cubrir las necesidades de constructores, maestros y policías en el territorio".

 

De acuerdo con estadísticas, en la capital todavía quedan sin cubrir más de 25.000 plazas disponibles. El comportamiento más bajo se reportaba en la construcción.

 

En mayo pasado, el Noticiero Nacional de Televisión precisó que el déficit de fuerza laboral en "sectores estratégicos para la nación" alcanzaba las 130.000 plazas, "la inmensa mayoría en ramas y sectores estratégicos para la nación, labores en las que el impulso de los jóvenes sería decisivo".

 

La fuente señaló que en Cuba hay un millón de jóvenes trabajadores, aunque "suman miles los que no aceptan ninguna oferta o simplemente abandonan su puesto" de trabajo, por lo que el problema podría ser resuelto si se logra la incorporación de los desvinculados del trabajo en el país.

 

Además, apuntó que las "codiciadas plazas" en los sectores de la gastronomía y el turismo "están saturadas", mientras que existen vacantes en esferas productivas como la agricultura y la construcción.

 

Pero los jóvenes como Alexis, migrante del sector, u otros que ni por asomo tomarían una carretilla o sudarían en una plantación, nutren un ejército de buscavidas emboscados en las esquinas, en espera de "alguna pinchita para escapar" el fin de semana a una disco en que una sola Bucanero, cerveza nacional, puede evaporar la octava parte del salario promedio mensual.

 

Lejos de la receta del éxito

 

La administración, dada sus limitaciones políticas, mantiene el nudo gordiano del trabajo y la productividad. No se atreve a liberalizar la economía por temor a que, a la larga, tal paso se traduzca en una ruptura irreparable del aparato de control social. Prefiere, como alternativa, un ajuste fiscal que permita ahorrar dinero y reducir el gasto público insostenible, al que etiqueta como gratuidades indebidas.

 

Raúl Castro no está de espaldas al asunto. Aunque su ministro de Trabajo habla de cuatro años consecutivos de pleno empleo, con una tasa de desocupación de sólo un 1,8 por ciento, las esporádicas declaraciones del mandatario apuntan hacia la conciencia de un desastre.

 

"Hace falta que las personas sientan la necesidad de trabajar, y no la sentimos", deslizó el gobernante se septiembre pasado, al recorrer zonas devastadas por los huracanes en la provincia de Pinar del Río.

 

Cuando lee su propia prensa, el general no escucha música en los oídos. Un número preocupante de la nueva generación parece desconectado del mercado laboral. Resulta poco atractivo y prefiere sumergirse en la vasta economía informal. Detrás de la decisión espuelan los bajos salarios y el anhelo de una vida fácil y potencialmente reconocida como exitosa.

 

A principios de enero, Granma, vocero del Partido Comunista, informó que conseguir empleo ha pasado a ser la quinta opción entre los jóvenes cubanos.

 

El periódico cita un estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas bajo el título "El holgazán: un peligro ideológico", en el que abre fuego contra "individuos que jamás sudan la camiseta y, en cambio, viven mejor que quienes trabajan de sol a sol".

 

El cotidiano describe la holgazanería como "uno de los problemas que daña la economía, agravado por la 'tranquilidad' con que en algunos lugares se siguen manifestando la indisciplina laboral, la impuntualidad, el no aprovechamiento óptimo de la jornada, la falta de rigor y de exigencia".

 

Para Alexis, el gobierno rehúye de la receta del éxito: "¡Que paguen en fulas y tú verás como la calle se queda vacía"!, adelanta, mientras una bolsa de nailon debajo del brazo sugiere una nueva "movida". A su modo y para muchos de su edad, él debería estar en el salón de la fama de su barrio. Los héroes no siempre llevan medallas.


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