Actualizado: 28/03/2024 20:07
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Sociedad

Jugando a la disciplina

El Estado endurece los reglamentos laborales y deroga las flexibilidades dejadas por la crisis de los 90, todavía vigente.

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Entre las obligaciones está la de no permitir el robo o la malversación de recursos —una práctica cotidiana en la isla— e informar , en el marco de setenta y dos horas, el cambio de domicilio o cualquier otro efectuado por el área de atención del Comité Militar de su residencia.

Las prohibiciones son igual de profusas y desoídas. Una de ellas, la j, hará más engorrosa la economía personal de Jacinto B, pues no permite realizar actividades comerciales o de servicios por cuenta propia dentro de la entidad laboral.

Como muchos, este mensajero de empresa lleva siempre algo para vender. Ya sean litros de yogourt a veinte pesos, calcetines Adidas —falsificados— a dos cuc o gorras Nike a diez cuc, "el caso es mover la mercancía, sea lo que sea", dice el empleado cuyas ventas al detalle triplican o cuadruplican su sueldo mensual .

"Ahora tendré más cuidado, pero aquí todos compran, desde la mujer del director hasta la moza de limpieza", reconoce.

Otra de las ordenanzas censura uno de los fenómenos más extendidos en la Isla: el consumo de alcohol e incluso advierte sobre las drogas, al establecer como punible que un trabajador acuda a su empleo "bajo los efectos de sustancias psicotrópicas".

Si el consumo de estupefacientes es un hecho bajo asedio gubernamental a partir de los 90 —sobre todo en los sectores juveniles— no menos lo es el consumo de pornografía, incluso infantil, a través de la Internet.

La red de redes se introdujo en Cuba en 1996, previa autorización de Estados Unidos, pero su expansión en el sector estatal no se produjo hasta entrado el nuevo siglo, siempre bajo controles electrónicos. Nadie accede sin identificación y clave previamente registradas.

Sólo el dos por ciento de la población posee computadoras personales en sus hogares y de ese total una irrisoria cantidad se conecta a Internet mediante contratos con servidores locales. Quien burle las disposiciones incurre en delito y podría pagar multas y hasta perder el ordenador.

El inciso h de la resolución 188 que entrará en vigor en enero próximo considera como una grave infracción introducir en la computadora archivos, imágenes u otros ficheros que contengan pornografía, juegos prohibidos y documentos falsos o permitir que otro lo realice.

No son pocos los casos de expulsiones de empleados por bajar material pornográfico desde Internet o recibirlo por correo electrónico.

En la mayoría de estos episodios el móvil ha sido el placer individual. Todavía el negocio de la pornografía es larvario en la Isla dado el escaso mercado consumidor ante el poco número de ordenadores personales o equipos digitales audiovisuales en poder doméstico.

"Cuando usted lee las resoluciones se da cuenta que está tipificando la contravención, el delito, la anormalidad y las tendencias negativas", comentó recientemente un periodista en la radio.

El comunicador se quejaba de tanta corrupción laboral. "¿Hasta cuándo este país puede seguir acomodando, no a sus mejores hijos, sino a sus peores?", preguntó indignado.

A la pregunta muchos responden alegando que los salarios —pese a los incrementos— siguen siendo volátiles y por tanto para nada estimulantes.

"Ellos hacen como si nos pagaran y nosotros hacemos como que trabajamos", tipifica el dilema un inspector de transporte. "Puro teatro", dice recordando el bolero cantado por la Lupe, a quien, por demás, nunca ha escuchado.


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