Actualizado: 28/03/2024 20:07
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La carta china

La reciente visita de Xi Jinping, vicepresidente de China y favorito para ocupar la próxima presidencia en el país asiático, tiene singular importancia al efectuarse pocos días después de celebrado el VI Congreso

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Con la visita de Xi Jinping, vicepresidente de China, a Cuba, entre el 4 y 7 de junio, acompañado por una numerosa delegación, parece haberse logrado uno de los objetivos de la política exterior cubana con vista a reducir la enorme dependencia respecto a la Venezuela de Chávez y los riesgos de esta relación, acrecentados recientemente por la incertidumbre sobre el estado de la salud del caudillo y a mediano plazo por las elecciones a finales de 2012, las cuales pudieran perderse dado el desgaste del chavismo, lo que destruiría el cordón umbilical oxigenante del régimen de La Habana por más de 10 años. Eso explica por qué el general Raúl Castro desde hace tiempo ha buscado tenazmente aliados más sólidos. De ahí sus intercambios e intención de fortalecer los vínculos en especial con China, pero también con Brasil, Rusia, Vietnam, Angola, Malasia y otras naciones.

La visita del dignatario chino tiene singular importancia al efectuarse pocos días después de celebrado el VI Congreso del Partido Comunista, cuyos resultados fueron saludados calurosamente por la dirección china. Xi Jinping, según muchos especialistas, es un fuerte candidato para sustituir a Hu Jintao como presidente y primer secretario del Partido Comunista de un país que se estrenó en 2010 como la segunda potencia económica del planeta, solo por detrás de Estados Unidos, y según el FMI podría pasar al primer lugar en 2016. Cuestión debatible, aunque es cierto que el gigante asiático se ha situado, en algo más de 30 años, en la cúspide del poderío mundial.

Cuba tiene varios incentivos para China. En primer lugar, están las posibilidades de encontrar grandes cantidades de petróleo en su Zona Económica Exclusiva del Golfo de México. No por casualidad el visitante, durante sus tres días de estancia, estuvo en los pozos de petróleo explotados conjuntamente por la compañía Gran Muralla, una filial de la Corporación Nacional de Petróleos de China. También se apreció el interés por participar en la rehabilitación y modernización de la refinería de Cienfuegos, con el objetivo de elevar la capacidad de 65.000 a 150.000 barriles diarios, a un costo de 6 miles de millones de dólares, así como otro proyecto de gas natural licuado en una planta de regasificación. Inversiones sobre las cuales se suscribieron cartas de intención. China ha sido para Cuba una decisiva fuente crediticia para desarrollar proyectos en transporte, petróleo, comunicaciones, adquisición de equipos electrodomésticos e infraestructura turística.

La estrategia china busca asegurar las materias primas para su notable crecimiento económico, muy especialmente las crecientes necesidades de energía. Cuba tiene ventajas como mercado receptor de inversiones chinas. No existen serios competidores, pues Estados Unidos, único país que podría enfrentar su fuerte irrupción en la Isla, se mantiene apartado. Al mismo tiempo la descapitalización y bancarrota de la economía cubana confiere enormes ventajas a los chinos en las negociaciones, con sus colosales reservas financieras, en un mundo hambriento de capital.

Actualmente China es el segundo socio comercial de Cuba, únicamente superada por Venezuela, con un intercambio comercial de 9,7 miles de millones de dólares entre 2004-2009 según fuentes cubanas, extraordinariamente desequilibrado con exportaciones chinas abrumadoramente mayores. En ese período el desbalance alcanzó los 4,7 miles de millones de dólares. Probablemente los chinos han otorgado créditos para financiar, por lo menos parte del desbalance, que ahora podrían capitalizarse para poder cobrarlos. Las relaciones están despojadas de factores ideológicos, en gran medida debido a las transformaciones habidas en China, donde el sector privado ya genera más del 60 % del PIB y no existe temor a la “concentración de la propiedad en personas jurídicas y naturales”; había 413.000 millonarios en 2008, según datos de las firmas Merrill Lynch y Capgemini.

Se rumora en los corrillos diplomáticos de La Habana, y hasta ha salido en cables de Wikileaks, el malestar de empresas y funcionarios chinos ante las demoras de pago por entidades cubanas, que incluso han llevado a la retención de entregas de artículos e insumo contratados como medida de presión. Esto tendrá que tomarse muy seriamente en cuenta por el Gobierno de Raúl Castro si quiere mantener relaciones fluidas y con normalidad con un país donde los intereses económicos y comerciales tienen una importancia decisiva.

El turismo es otra actividad en que China podría tener interés para invertir en Cuba. No solo se ha convertido en la tercera nación en recepción de visitantes, sino también es el tercer país emisor. Si en 2009 hubo 47 millones de viajes al extranjero, se espera que en 2015 alcance de 100 a 130 millones de viajes. Los gastos de esos turistas ascendieron a 27,7 miles de millones de dólares en 2008; en el 2010 el monto representó 4 veces el nivel del 2000. La cifra del gasto se estima alcanzará los 110 miles de millones de dólares en 2015. Destacados especialistas indican que los viajes turísticos a nivel mundial se duplican cada 15 años, pero en el caso de China e India ocurre cada seis años. El turismo en Cuba tiene la ventaja de que algún día se abrirá la posibilidad de que los ciudadanos norteamericanos puedan llegar libremente. Entonces, existe la probabilidad de que se alojen en instalaciones de propiedad china.

Por supuesto no solo en el petróleo y el turismo existen campos de cooperación con el gigante asiático. La agricultura y otras ramas podrían ser escenarios de fuertes inversiones chinas, como actualmente hace Brasil en el cultivo de soya en zonas centrales de Cuba. China tiene serios problemas en cuanto a la disponibilidad de tierras de cultivo, y por ende para alimentar una población que se prevé será de 1,43 miles de millones de personas en 2020. Se conoce que en África está comprando enormes extensiones de tierra, que ya sobrepasan los 2,7 millones de hectáreas.

Aunque hasta el momento China no ha mostrado su intención de tener presencia militar fuera de sus fronteras, Cuba, a 90 millas de su principal contendiente económico, podría resultar una valiosa carta estratégica para balancear en el futuro la presencia militar norteamericana cerca de sus costas y como elemento de presión para conseguir algún día el soñado regreso de Taiwán a su regazo.

Por todo lo anterior, no es descartable un nuevo ciclo de dependencia de Cuba, en esta ocasión respecto a China, después de haber pasado por la de España, Estados Unidos, Unión Soviética y Venezuela, convirtiéndose la Isla en una amplia calle Zanja. Todo es posible dadas las circunstancias en un país “al borde del precipicio”.


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