La corrupción en Cuba es inherente al sistema
El Fiscal sabe que la corrupción en Cuba es total, de arriba abajo, de un lado a otro. Es el pan de cada día, la supervivencia
“La corrupción que se enfrenta en Cuba es administrativa”, ha dicho el Fiscal General de Cuba, Darío Delgado, en el “V Encuentro internacional sobre la sociedad y sus retos frente a la corrupción”, inaugurado en La Habana el pasado día 9 del presente mes. Podríamos pensar que el Fiscal es muy ingenuo. Pero no: miente. El Fiscal sabe que la corrupción en Cuba es total, de arriba abajo, de un lado a otro. Es el pan de cada día; la supervivencia. Así ha tenido que ser, y así será mientras en la Isla se mantenga la economía estalinista, estatal. Así fue, hasta el final, en los países que una vez estuvieron bajo este régimen.
Sabe el Fiscal General que, desde la década de 1960, han sido numerosas las autoridades cubanas que se han expresado en iguales términos. Infinidad de bandos, resoluciones, formularios de ética, advertencias, leyes, decretos han visto la luz para detener el desvío de recursos. Y nada. Porque las personas necesitan vivir, y para ello, en Cuba, es menester robar; robar lo que solo posee el Estado y que resulta decisivo para la subsistencia del ciudadano. Pero no, esto no es “robar”. Se trata, dicho en buen cubano de hoy, de “resolver”, que es otra cosa muy distinta: llevarse algo del centro de trabajo, que esos son bienes del Gobierno, no de un amigo, de un vecino; de modo que no hay dolo. “Lo que es de todos no es de nadie” (acaso será de quien se lo lleve primero), reza la vieja máxima que la economía estatal estalinista quiso olvidar.
En Cuba, para aquellos que no lo saben, es totalmente natural que el padre —o la madre— llegue a la casa con un paquete de algodón, una pieza de carne, una resma de papel, un trozo de cable eléctrico y diga que lo “resolvió” en su centro de trabajo o con un amigo. Para un hijo, un buen padre es aquel que “resuelve” con ahínco. Así está la moral en nuestro país. Nunca se sabrá, pero el monto del robo hormiga durante más de medio siglo debe constituir una cifra espeluznante que ha desangrado la economía cubana y, sobre todo —sobre todo—ha dañado o no ha dejado nacer la honestidad absoluta en varias generaciones.
Dicho lo anterior, afirmamos con más razón que Darío Delgado miente con pleno conocimiento de causa cuando, en la reunión ya aludida, ha manifestado: “Si existe un sistema social en condiciones de prevenirlo y enfrentarlo eficazmente (el fenómeno de la corrupción), ese es el socialismo, por ser un sistema en el que la cultura y la educación general son pilares y se les enseña a sus hombres y mujeres el valor de la vergüenza, la dignidad, el decoro y los principios, y a sus dirigentes la austeridad, el sacrificio y el respeto al pueblo”. Ya ven…
Y, como ya decía antes, centra su alegato el Fiscal General en que la corrupción en Cuba es “administrativa” para sugerir, quizá, las más recientes acciones legales que se han llevado a cabo contra altos funcionarios del régimen. ¿Alguien podría deslindar lo que es “administrativa” en un país donde todo es administrativo, donde el Gobierno lo administra todo, desde las altas sedes de las empresas hasta el más remoto almacencito de piezas de repuesto? Y por otra parte, ¿algún cubano de más de 50 años de edad no recuerda esta misma declaración dicha a voz en cuello hace una, dos, tres, cuatro o más décadas atrás y la promesa de combatir la corrupción “a sangre y fuego”?
Sabe perfectamente el Fiscal General de Cuba que la corrupción es inherente al sistema que rige en aquel país, que socialismo y corrupción son sinónimos porque, sencillamente, no puede ser de otra manera. Entonces, ¿por qué miente? Pues por lo mismo que otros, mucho antes que él, mintieron sobre el mismo tema; porque, cuando se está en la radiante cima de una montaña llena de abrojos, de oquedades, contingencias, bien vale, para algunas personas, cualquier mentira, cualquier despropósito para seguir en esa cima al menos el mayor tiempo posible. Es decir, otra variante de la corrupción.
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