Actualizado: 28/03/2024 20:07
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Cambios, Represión

La dictadura cubana le teme al futuro

Y trata de disimularlo de la manera más torpe posible

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El futuro provoca pánico a la dictadura. Independientemente del discurso demagógico y populista, el régimen sabe que pertenece al pasado más retrógrado y cavernícola, que defiende ideas fósiles y anquilosadas, y todo lo que suponga progreso, desarrollo, nuevos conocimientos, libertad, información abierta, le crea urticaria, alergia, descomposición de estómago e insomnio permanente que no se calma ni con tilo ni con meprobamato.

Aquello de que el comunismo era la juventud del mundo, proclamado por Vladimir Maiakovski, murió con el poeta cuando decidió suicidarse al comprobar que todo era una gran mentira imposible de sostener en cualquier comparación con la realidad.

Ahora la tiranía tiene más miedo que nunca: grita y vocifera exigiendo esto y aquello para “normalizar” relaciones con EEUU, pero lo que menos quisiera sería una verdadera “normalización”, pues siempre ha vivido, medrado y mantenido el poder por la confrontación, el tremendismo y el miedo al monstruo imperialista. Y cuando ese “imperialismo” tiende un ramo de olivo, que los más radicales del exilio y la oposición califican de imperdonable traición —a falta de adjetivos aun más denigrantes— en La Habana no saben qué hacer. Y no se les ocurre nada más original que designar al “simpático” y “sexy” José Ramón Machado Ventura, segundo secretario del partido comunista, para hablarle a los jóvenes, lanzar la voz de alerta y gritar que viene el lobo con la reapertura de embajadas en Washington y La Habana.

Estar atentos, dice el burócrata, “…conlleva firmeza y no dejarnos confundir, pues las ideas del imperialismo siguen siendo las mismas. Tenemos que adquirir mayores conocimientos y una fuerte preparación; saber que, como mismo han planteado las autoridades de Estados Unidos, ellos por ahora solo cambian los métodos para intentar, mediante otras formas, destruir el sistema político de Cuba”.

El decadente discurso del régimen cambia no por nuevas estrategias sino por incurable mediocridad: ya no es que “los yanquis” pretenden invadir a Cuba, sino que ahora “buscan llevarnos a la Cuba del capitalismo”, y “a eso no podemos volver”.

Pretextos para mantener a los cubanos en la burbuja castrista, aislados del mundo real, todo disfrazado con el discurso embrutecedor y falso de más de medio siglo: “Todo el mundo sabe por qué en Cuba no hay más Internet, porque ello tiene un alto costo. Existen algunos que nos la quieren dar gratis, pero no lo hacen con el fin de que el pueblo cubano se comunique, sino con el propósito de penetrarnos y hacer trabajo ideológico para lograr una nueva conquista”.

“Todo el mundo” ni sabe ni cree eso: quisiera la dictadura que fuera así. No se trata de que los cubanos tengan menos acceso a Internet que los haitianos por supuestos altos costos de la misma, sino porque los que podrían suministrarla barata o gratuitamente no lo harían en beneficio “del pueblo”, sino para “penetrar” al régimen y “lograr una nueva conquista”.

Esos tipos tan malos, dice Machado Ventura, “pretenden reblandecer ideológicamente” a los jóvenes con plataformas tecnológicas que resultan “mecanismos de subversión”, controlados “por los grandes capitales y sus medios de comunicación”.

Afortunadamente, los revolucionarios incorruptibles, como Antonio Castro en Grecia y Turquía, “Alejandrito” Castro también en Grecia, o “Vilmita” Rodríguez Castro en New York, no se dejan “penetrar” por “algunos” que quieren regalar internet a los cubanos, y con su firme posición ideológica impiden “una nueva conquista”. Porque ellos, aunque todos los cubanos en la Isla son iguales, no son tan iguales como los cubanos de a pie.

En definitiva, ¿qué ofrece el régimen a los jóvenes en el futuro inmediato y más allá? Burdo adoctrinamiento puro y duro. Como dice claramente Machado Ventura: utilizar las tecnologías para “influir más” en los jóvenes, “aprovecharlas para que defiendan lo que hemos construido en estos años de Revolución” y para que “no estén alejados del mundo de hoy”.

Ese “mundo de hoy” que ofrece a los jóvenes cubanos el mayordomo-alcahuete de Raúl Castro no es el mundo real, con sus luces y sombras, sino el totalmente ilusorio creado en el departamento ideológico del partido comunista, donde quienes no comulgan con sus anacrónicas y fracasadas políticas son mercenarios, traidores y miserables, donde “los malos” seguirán siendo malos aunque vengan con ramas de olivo, y donde “los buenos” siempre serán buenos, por muchas golpizas, mítines de repudio, insultos y detenciones arbitrarias que realicen continuamente, y por muchas escaseces, miserias y dificultades a que sometan al pueblo cubano, todo con intención de mantenerse en el poder.

El verdadero “mundo real”, y buena parte de los cubanos en la Isla, saben perfectamente que la dictadura cubana es un anacronismo que más temprano que tarde terminará en el basurero de la historia.

Junto con el falsificado “mundo real” del régimen y todos sus “dirigentes”, “cuadros” y esbirritos digitales.


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