«La dolce vita»
¿Cómo la humilde nieta de Raúl Castro pudo obtener, restaurar, amueblar y decorar ese bajareque en Miramar y ponerla en alquiler por una cifra que representa más de lo que gana en promedio un cubano de a pie en dos años?
No pretendo hacer un recuento crítico de aquel famosísimo, y no gratuitamente, filme de Fellini de 1960 sino referirme a esta más que dulce vida que se darán aquellos que renten por la despreciable cantidad de $650 la noche la casita llamada por su propietaria Vilma Rodríguez Castro: “Casa Vida Luxury Holiday”.
¿Cómo la humilde nieta de Raúl Castro pudo obtener, restaurar, amueblar y decorar ese bajareque en Miramar y ponerla en alquiler por una cifra que representa más de lo que gana en promedio un cubano de a pie en dos años?
La respuesta quizás esté en que su papi es Luis Alberto Rodríguez Callejas, el zar de las finanzas de la plutocracia en el poder y que tiene bajo su control el emporio denominado GAESA. Quizás le facilitó algunos sobrantes de las construcciones y reparaciones de los hoteles “gaesianos” a la emprendedora hijita, que por cierto no vive en Cuba sino en Panamá, un adecuado paraíso fiscal.
Esta niña bien heredera del aristocrático apellido Castro es la hermana de Raúl Guillermo Castro (a) “El cangrejo”, que tiene a su cargo meter la pata cuando se trata de proteger a su abuelito, por ejemplo, de un ataque del presidente de Francia, u otra personalidad que se atreva a acercarse al ancianito. Sin embargo, sus dotes cangrejisticas no le impiden bailar un reguetón bien acompañado, su tío Tony prefiere bailar alguna zorba en Mikonos a bordo de un yatecito rentado.
Como me gustaría disfrutar de una estancia en 7ma y 20, zona proletaria, y de la gentilezas que se derrochan en vivienda me puse a recorrer las fotos que ilustran lo que puedo esperar en ese lugar y aunque pude comprobar el perenne mal gusto de los nuevos ricos, y la poca calidad de las obras pictóricas que cuelgan en algunas paredes, lo que me llamó la atención fue el delicado toque que consiste en colocar a manera de un Coffee Table Book un ejemplar, bastante manoseado, en que aparece en la portada la imágenes casi juveniles de su adorable tío-abuelo, su abuelito y un cercano ejecutor de las ideas robolucionarias.
La lectura de las opiniones de los felices usuarios de la vivienda nos aclara muchas cosas, por ejemplo, a los huéspedes se le regala una botella de Havana Club a su llegada. El papá de Vilma no es Raúl, es Nano, que una excelente persona y muy dulce en su trato. Las empleadas de limpieza han sido Irene en 2016, al año siguiente fue Darlis y desde 2018 hasta ahora —¡cómo ha durado!— está Yusi que no habla inglés pero hace un buen desayuno por 5 CUC. Por otra parte, nos enteramos que Vilma es una persona dedicada a su negocito y responde todas las llamadas al momento, y habla inglés, y deja anotaciones en todas las opiniones que escriben los huéspedes, vaya que le dedica su tiempo como una buena cuentapropista.
Todos los huéspedes reconocen que el barrio es muy tranquilo, me imagino que debe ser tranquilísimo, pero por lo menos uno se quejó de que hay una iglesia cercana que empieza sonar las campanas a las 7 AM. Creo que Vilmita va a tener que tomar cartas en el asunto.
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