Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Economía

La economía en su laberinto

¿Cómo pasar de un sistema ineficiente e intervencionista a otro basado en el respeto a los derechos de propiedad y el mercado?

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En las últimas semanas, la situación económica en Cuba se deteriora por momentos.

La alarma entre las empresas extranjeras que no pueden recuperar sus inversiones y se encuentran con sus fondos congelados en el Banco Central, se ha extendido con rapidez; lo mismo que las informaciones que apuntan al creciente malestar de la población por la desaparición de algunos productos básicos de la libreta de racionamiento y su imposibilidad de compra en los mercados agropecuarios existentes.

Al final, el problema siempre vuelve a su origen. Un sistema económico comunista, de base estalinista, simplemente no funciona. Durante 50 años, la usurpación del derecho legítimo de toda persona a la propiedad privada, y la eliminación de cualquier institución basada en la economía de mercado han dejado a la economía cubana al borde de su extinción, sin capacidad para crecer ni para afrontar los retos de un entorno internacional cada vez más complejo e incierto.

Es fácil culpar al "embargo" o "bloqueo" de todos los problemas. Incluso al paso de los ciclones, como si Cuba fuera el único país del mundo afectado por estos meteoros. La propaganda y el discurso vacío de contenido pueden durar un cierto tiempo, pero al final, en Economía, los hechos terminan por imponerse y los datos contribuyen a reflejar y explicar lo que realmente sucede.

Esta es la cuestión que se debe plantear el gobierno de Raúl Castro en materia de asuntos económicos. ¿Cómo transitar, y a la velocidad más rápida, de un sistema ineficiente, intervencionista y confiscatorio de derechos económicos, a otro basado en el respeto a los derechos de propiedad y el mercado?

Varias son las dificultades que se plantean para la ejecución de esta estrategia. Sin olvidar la importancia que tiene despejar el marco represivo que a nivel político existe en el país —con derechos humanos confiscados a quiénes se atreven a disentir de la opinión única, del partido único o del sindicato único, y la necesidad urgente de vaciar las cárceles de presos políticos que luchan en el más rotundo aislamiento, por la libertad del pueblo— los deberes en materia económica no son fáciles.

Baja capacidad adquisitiva

La primera restricción se encuentra en la muy baja capacidad adquisitiva de la población. Con un salario medio de 25 dólares al mes, sin poder aplicar una estructura de retribuciones en las empresas en función de los resultados porque el mercado no existe, y con los niveles de productividad más bajos de las economías de América Latina, cualquier opción por el mercado libre plantea muchas incertidumbres.

Una solución a corto plazo podría ser eliminar la doble moneda en circulación, y facilitar el acceso de toda la población a todo tipo de bienes, pero esa decisión podría terminar estrangulando a la débil capacidad productiva de la economía, si no se liberaliza la producción y la distribución comercial. Otra solución podría ser entregar a la población bonos que aumentaran su capacidad de gasto a corto plazo para acceder a los mercados libres, cuyo desarrollo no se puede ver frenado por esa escasa capacidad de gasto. Pero tampoco parece que esta solución intervencionista vaya a dar resultados eficientes.

Gasto público

La segunda restricción se sitúa en la pesada y asfixiante carga del gasto público. No puede mantenerse una proporción superior al 50% del gasto del gobierno en el PIB de la economía. La producción de bienes y servicios se debe privatizar de forma rápida, trasvasando los derechos de propiedad a la población de forma ordenada, facilitando la entrada de capital extranjero en todos los sectores de la economía, generalizando la venta de empresas estatales por medio de subastas transparentes y públicas, y promoviendo la transferencia de tecnología para modernizar la obsoleta estructura productiva.

En estrecha relación con este objetivo, se tiene que reducir el tamaño de la administración, procurando descentralizar los servicios básicos a los ayuntamientos y las entidades más cercanas al ciudadano. Suprimir las organizaciones de masas dirigidas por el partido único, y reducir el tamaño del ejército son otras prioridades para liberar recursos hacia actividades productivas.

Derechos económicos y laborales

La tercera restricción se encuentra en el ejercicio de los derechos económicos y laborales. Una vez que se autorice el libre ejercicio por cuenta propia de actividades empresariales, de todo tipo de empresas, hay que permitir la sindicación libre de los trabajadores, y establecer un marco de retribuciones que deje al estado fuera de su actual papel de empresa de trabajo temporal sobre todo hacia el capital extranjero. Modernizar el sistema de relaciones laborales, apostar por el diálogo social y el consenso, se convierte en una tarea fundamental a acometer cuanto antes.

Recursos para la economía

La cuarta restricción se encuentra en la necesidad de disponer de recursos para consolidar la posición internacional de la economía. Si Cuba es incapaz de generar los bienes y servicios que permiten a su población comer, vestirse, calzarse, deberá obtenerlos en otros países. Y para ello, deberá contar con los fondos necesarios para asumir los pagos. En caso contrario, la deuda crecerá de forma explosiva. Hay quienes piensan en algún tipo de Plan Marshall para atender este grave problema de la economía cubana hasta que se liberalicen sus fuerzas y potenciales productivos, que los tiene, pero que el sistema económico impide aflorar.

No creo que la tarea sea fácil. Tampoco considero que pueda ser realizada por Raúl Castro. Carece de credibilidad para afrontar los cambios, y mientras su hermano siga vivo, no podrá enfrentarse a sus enseñanzas y doctrinas, por mucho que en amplios sectores de la dirigencia política, ya nadie se cree lo de la "revolución" y demás. Los cambios que necesita la economía cubana deben empezar cuanto antes. La pérdida de tiempo juega en contra de los intereses de 11 millones de ciudadanos que merecen algo mejor que lo que tienen. Basta ya de culpar a los otros de los errores y fracasos cometidos.


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