Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Sociedad

La guaca totalitaria

¿Es posible que algún miembro del gobierno sea millonario o reúna una cuenta en dólares?

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Cada sendero tiene su atolladero. Ya que no da para más, al menos esta conclusión nos deja el vodevil representado en días recientes por la revista Forbes y el régimen cubano sobre un tema cuyo fin no podía ser otro que el espectáculo mismo, montado a costa de la inverificable guaca de Fidel Castro.

No en balde a los paranoicos residentes en la Isla (que somos casi todos) el bochinche nos olió a queso desde la primera palabra, o sea, nos recordó esas peleas de boxeo con la victoria arreglada a conveniencia entre los dos púgiles, o sus mediadores, desde mucho antes de tirar el primer golpe. Y claro, en este caso la victoria debió ser compartida, para que gane el espectáculo.

No obstante, algún beneficio puede que nos haya reportado finalmente a los timados de siempre —de adentro y de afuera—, que también somos casi todos.

Más allá del ingenuo alborozo de ciertos enemigos de la tiranía (que se acreditan permanentemente el papel de sus mejores amigos para el show), o de las enervantes bufonadas de sus acólitos (que son en realidad la peor cuña del palo), quedan en blanco y negro varias afirmaciones que sin duda serán de gran provecho como testificación de oficio en el proceso de la historia.

Por ejemplo, el mundo ha recibido constancia de primera mano (mediante las más altas voces del poder en la política y la economía cubanas) de que aquí resulta inadmisible desde el punto de vista moral y absolutamente violatorio de las leyes, que algún miembro grande o pequeño del gobierno llegue, no ya a convertirse en millonario, ni siquiera a reunir unos pocos miles de dólares en cuenta propia, pues ello no estaría respaldado por su humilde salario en pesos, el único bien que le corresponde legalmente en vida.

La fosilífera centralización que rige cada mecanismo de la economía en nuestra isla no da lugar ni al más mínimo margen para el desvío de riquezas hacia cuentas personales. Además, todos los ejecutivos estatales y dirigentes del Partido son pobres por decisión manifiesta, por origen, o por ambos motivos a la vez. Es algo que también han expresado a voz en cuello las autoridades.

Tomando nota

Y creámoslo o no, otorguémosle mayor o menor seriedad desde nuestra posición de vacas en la sinfónica, lo cierto es que hay que tomar nota de tales declaraciones, porque tarde o temprano vamos a necesitar ponerlas sobre el tapete.

Tal vez y hasta nos ayuden a prevenir la plaga corruptora que invadió las repúblicas ex soviéticas y otros países de Europa del Este en los que, luego del derrumbe socialista, generales, jerarcas de los cuerpos de inteligencia y pejes gordos del partido comunista devinieron de un día para otro magnates del dinero, así como dueños de las principales industrias y de los medios de difusión, todo por obra y gracia de la guaca totalitaria, que no es más ni menos que el intocable tesoro del Estado.

Visto desde ese prisma, alguna utilidad puede aportarnos la comedia de Forbes. De momento contamos ya con testimonios concluyentes para sentar ante los tribunales a cualquier funcionario del régimen que en un futuro más o menos cercano, cuando cambie el sistema, se le ocurra bajarse con la adquisición de un periódico, un hotel, una fábrica, un canal de televisión o una simple guarapera.

Los pobres, como pobres, deben pedir el último en la cola. O de lo contrario, irán a juicio.