Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Período Especial, Castro, La denuncia de hoy

¿La más grande vileza de Fidel Castro?

En la década de 1990 la malevolencia castrista se muestra en todo su esplendor cuando el régimen lanza consignas como “Resistir, luchar y vencer”

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Cuando en la década de 1990 desaparecieron, por peso propio, los regímenes comunistas de Europa del este, Fidel Castro —y cualquiera que supiera pensar un poquito— estuvo consciente de que su proyecto político no tenía destino. Era el momento ideal para que él mismo, con el control que tenía del país y aún con un grupo poblacional de su parte, realizara un giro hacia una democracia, al menos mediatizada, que contemplara la libre empresa y el surgimiento, aun moderado si así lo deseaba, de fuerzas opositoras “oficializadas” y otros aspectos que, sobre todo, acrecieran la economía y el consiguiente bienestar de la población, al menos gradualmente.

En fin, si bien con estos o con otros movimientos, encaminar el país hacia un estatus lógico que posteriormente mejorase el nivel de vida del cubano.

Sin embargo, afincado en la iniquidad que siempre lo ha caracterizado, aplicó lo que quiso llamar “Período especial en tiempos de paz”, lo cual produciría la etapa de más penurias y angustias que ha conocido el cubano hasta hoy.

En 1990, Castro estaba consciente de que no había salida, que el comunismo, incluido el suyo, había fracasado; pero decidió seguir adelante, o hacia atrás, como se quiera ver, sin tener un camino a mano, sin contar con la más remota idea de qué se podría hacer; solo se trataba de mantenerse en el poder mientras experimentaba con su pueblo y quizás, quizás, apareciera una “fórmula mágica” que nada tuviese que ver con el capitalismo, y a la vez lo sacara del atolladero.

Veinticuatro horas después de la caída de la Unión Soviética, Castro decretó el Período Especial, lo cual dejaba al descubierto que el país no contaba con reserva alguna, que las enormes riquezas que durante décadas le había regalado al régimen la Unión Soviética, habían sido invertidas en proyectos descabellados, en guerrillas latinoamericanas y otras cuestiones digamos “particulares”.

Es decir, luego de 31 años de castrismo, el país tenía las arcas vacías y el pueblo, que durante ese período había sido engañado con la máxima de que era necesario invertir para el desarrollo, no para el consumo, entraría ahora en una etapa no de consumo modesto, sino de miseria generalizada.

En esa década de 1990 la malevolencia castrista se muestra en todo su esplendor cuando el régimen lanza consignas como “Resistir, luchar y vencer”.

Algo insensato, pero más que esto, cruel: “resistirían” ellos, la élite y sus acólitos, que podrían comer las tres veces al día que Dios aconseja. El pueblo “lucharía”, sí, contrabandeando hasta las puntillas usadas, calmando el hambre con un vaso de agua con azúcar nocturnal, sembrando ajíes en los patios y en fin “resolviendo” (robando) todo lo poco que fuera posible al estado. Las jóvenes, las niñas de 13, 14, 15 años, resistirían puteando con los extranjeros; extranjeros que en muchos contaban con recursos tan modestos como la mayoría de los cubanos adultos que habitaban la Isla en 1959.

“Vencer”, ¿a quién?, ¿a qué?, ¿cómo?; era algo insensato. Ya no había nadie ni nada que vencer. Esto era sabido por el gran megalómano, el gran canalla cuya meta no era otra que mantenerse en el poder.

Otra de las consignas de entonces fue “Son tiempos de unir” (la parodia de la población cambiaba “unir” por “huir”). Esta consigna era vacua en el mismo monto que inmoral.

Y arreció Fidel Castro con su consigna de “Socialismo o muerte” (“valga la redundancia”, agregaba el público). Hay que tener entrañas de alacrán, o de hiena o de la peor víbora que pueda existir para plantear una disyuntiva entre la muerte y algo que ya no existía, que ya no podría existir nunca más.

Quienes nacieron en aquel 1990 en que Castro anunciara el Período Especial, hoy tienen 25 años. Veinticinco años vividos bajo la zozobra, las carencias, el pánico. Algo que resulta imperdonable. Y aún más imperdonable si, al final, el régimen ha recogido banderas cuando se ha acercado al “imperialismo”, por la vía diplomática ahora, por todas las vías dentro de poco; reconociendo así que dos décadas y media de empecinamiento alimentado por la peor abyección, fueron en vano; lo cual no era probable 25 años atrás, era seguro.

De las tantas vilezas que Fidel Castro llevó a cabo contra su pueblo, creo que esta es la mayor de todas. Si fuera un ser humano, y no un mal engendro, no dormiría tranquilo en las noches.

Ya ven. Así van las cosas.


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