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Dumont, Karol, Lewis

Los dos libros proscriptos

En ambos libros, lo que pretendían sus autores era el perfeccionamiento del régimen implantado y evitarle más sufrimientos al pueblo cubano

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I am reading the new book on Cuba
by Karol, and I find it fascinating.
¡Oscar Lewis (17 de agosto de 1970)[1]

En esto días se cumplen 50 años, ¡medio siglo! de la publicación de dos libros[2] que, el ya fallecido en circunstancia sospechosas[3], comandante Manuel Piñeiro ‘Barbarroja’ le informó a Oscar Lewis[4] que habían enfurecido a Castro y ello constituía uno de los motivos para cancelar la investigación antropológica que Lewis estaba realizando, autorizado por el mismo Castro.

Me imagino que el berrinche al leer esos dos libros tiene que haber tenido proporciones homéricas[5], Castro no admitía crítica alguna, ni la menor contradicción[6], y precisamente esta es una de las características que René Dumont desde posiciones marxistas, bastante leninista y algo ‘guevaristas’ le critica a Castro desde un punto de vista que continuamente proclama como de ‘crítica constructiva’.

Dumont (1904-2001) había estado en Cuba, por invitación de Castro, en 1960, 1963 y finalmente en 1969, fueron visitas cortas de no más de un mes, en las dos primeras quedó bastante satisfecho de las transformaciones que pudo observar, pero no fue así en 1969 desde su posición como agrónomo lo que encontró fue un caos, del que solo excluyó la salud pública. Sus críticas alcanzaron también a la educación.

El libro que escribió es un documento devastador y manifiesta el desastre que encontró en la agricultura, no se salva ninguno de los planes impulsados por Castro. En la versión en español[7] que consulté comienza señalando en sus primeras páginas que:

“Los países del campo socialista no reúnen sino ciertos elementos del socialismo… pero eso no basta. El socialismo que proponemos busca el progreso de todos con la reducción de las injusticias: lo que también exige mayor libertad al ejecutar el intento, pero sobre todo en la información, en la expresión de diferentes opiniones.”[8]

Entre los problemas que encuentra están el exagerado tamaño de los proyectos que no se corresponde ni con las habilidades administrativas y menos aún con los conocimientos técnicos de los dirigentes de esos planes y culpa a Castro de este aventurerismo cuando señala:

“Muchos de esos proyectos tenían cierto valor, y sus fracasos se derivan de que fueron lanzados por la osadía del ‘máximo líder’ del gran jefe, demasiado rápido y a una escala muy grande, sin que se hubieran realizado estudios preliminares exhaustivos. Fidel cree saberlo todo en varios dominios, y muchos mejor que los demás. Es su orgullo lo que puede perderlo”[9]

En realidad, el que perdió fue la economía del país que se arruinó con la realización de esos proyectos faraónicos que no dejaron ningún resultado estimable. Las críticas van desde errónea selección, en muchos casos, de las tierras, uso excesivo de abonos adquiridos en el exterior, inadecuado y subempleo de la maquinaria y en particular los impropios salarios y condiciones de trabajo del personal que labora en esas mega-empresas agrícolas. Y todo ello cuando los dirigentes disfrutan de beneficios muy alejados del resto del pueblo

“…‘el socialismo’ cubano que piensa poder superar muy pronto los estímulos materiales, pero que sin embargo otorga muchos privilegios a su grupo dirigente”[10]

En varias ocasiones en su libro retoma este asunto de los privilegios de la clase dirigente que está alejada de las masas populares y por tanto no conoce ni atiende ni se preocupa por las necesidades de las mismas.

“Rechazar los estímulos materiales para los trabajadores, mientras se le acuerdan ventajas materiales excesivas a los privilegiados del régimen (oficiales, altos responsables del Partido, adjudicatarios de los Alfa Romeo…), no facilitará la evolución hacia el comunismo.”[11]

Otro aspecto importante que aborda el libro es la militarización de la agricultura que no solo radica en que frente a los planes se encuentre un militar sino a la dirección vertical de ‘ordeno y mando’ que difícilmente se adapta a las diferencias regionales e incluso a la diversidad de las parcelas en que se aplican esas órdenes sin tomar en cuenta el criterio de los trabajadores ni la variedad de situaciones de la vida real.

Le dedica varias páginas a la destrucción del medio ambiente por la Brigada que estaba desbrozando tierras, innecesariamente, y utilizando métodos bestiales, para la siembra de cañas con vista a la llamada Zafra de los Diez Millones.

Es un elemento importante de sus análisis el hecho de que todo ese malbaratar de los recursos es lo que ha determinado los racionamientos y la falta de alimentos y otros productos básicos para la población, considera que con menos de la mitad de los recursos empleados se habría impedido el racionamiento y se hubiese podido incrementar las exportaciones. Y claramente culpa a Castro de la situación económica del país

“En definitiva Castro no tiene confianza sino en si mismo, y no sabe delegar enteramente las responsabilidades. Sigue siendo el jefe único; considera que debe verlo todo por si mismo, que debe rectificarlo todo.”[12]

“…la naturaleza dictatorial personal del actual poder acarrea el grave riesgo de conducir muy pronto hacia una serie de dificultades, que podrían terminar en una catástrofe.”[13]

En más de una ocasión se refiere a Castro como ‘el Patrón’ y un par de ocasiones lo caracteriza como “…el altivo caballero español llamado Fidel Castro.”. Y destaca su desprecio por la economía:

“Castro razona primero de una manera política, sentimental, pasional y técnica, antes que económica… La primera palabra que me dirigió el 29 de junio de 1969 fue: Háblame de técnica, pero sobre todo no me hables de economía”.[14]

El libro no se limita al análisis de proyectos y planes como los de la ganadería, el ‘Cordón de La Habana’, los planes arroceros, de cítricos y otros, sino que lanza una mirada al futuro cuando señala:

“Cuba produce cada vez más caro; crece la demanda de esfuerzo y de sacrificios, al mismo tiempo que las privaciones. No llega a poner en orden su economía, a pesar de las constantes reorganizaciones.”[15]

“Se me preguntó lo que podría ser un post-castrismo. Respondí que si se instalaba hacia 1971-72, sería muy diferente del que no sobrevendía sino a fines de este siglo, o incluso a comienzos del otro… Lo esencial sería cierta liberalización.”[16]

El libro concluye con varios anexos, los dos primero tienen importancia histórica ya que el primero da una detallada lista de los productos racionados por persona y su costo en 1969 y el segundo los precios de los productos de primera necesidad en el mercado negro, ambos en La Habana, lo que permite evaluar el deterioro que ha experimentado la economía y el consumo de la población que depende del racionamiento.

K. S. Karol (1924-2014) visitó Cuba en cuatro ocasiones, dos en 1961; en 1967 y en 1968 en esta última ocasión permaneció por más de cuatro meses entrevistándose con varios altos funcionarios del régimen, incluyendo a Castro en dos ocasiones. A diferencia de Dumont él tenía experiencia en cuanto a la vida en un país bajo el control comunista, había vivido en la URSS entre 1939 y 1946, realizando estudios en la Universidad de Rostov, a unos 200 Km. al NE de Moscú, becado como veterano de guerra en la que estuvo destacado en la zona del Cáucaso.

Su experiencia soviética lo hizo un enemigo irreconciliable del estalinismo, aunque se mantuvo firme en sus posiciones marxistas. Después de varios meses en la China de Mao escribió un extenso libro[17] con sus experiencias y opiniones sobre el proceso chino el cual él considero una experiencia de extremo valor, aunque discrepó en varios aspectos del maoísmo.

Más de tres años le llevó a Karol la preparación de su libro sobre Cuba[18] que salió a la luz en francés el 1 de abril de 1970. En el mismo Karol realiza una crónica histórica de los movimientos revolucionarios en el siglo XX cubano; al parecer le dieron acceso[19] a fuentes documentales que siempre se han mantenido fuera del alcance de los historiadores cubanos, solo conozco otro caso el soviético Oleg Darushenkov, cuyo libro, Cuba el camino de la revolución, fue publicado en Cuba en los años 80.[20]

Es una amplia y detallada historia política en la que se analiza el surgimiento, desarrollo, decadencia y errores del movimiento comunista y los vaivenes políticos de la guerrilla después de la toma del poder en casi 600 páginas brinda un caudal de información que resultan, como señaló Oscar Lewis, fascinantes para los interesados en el proceso que llevó a portadores de una ideología pequeño burguesa a posiciones de extrema izquierda.

El libro, aunque no es esta su intención, brinda datos que le fueron suministrados por personalidades como Regino Boti que fue el presidente de la Junta Central de Planificación (JUCEPLAN) desde su fundación en 1960 hasta 1964 en que la dirección de la misma fue ocupada por Osvaldo Dorticos, el cual también le brindó información sobre los planes económicos del gobierno.

Entre las fantasías que estos dos altos funcionarios le trasmitieron se encuentra que en cuatro años Cuba sería el país más industrializado de Latinoamérica, con el mayor consumo ‘per capita’ de acero, electricidad, cemento petróleo y tractores. Para 1970 los cubanos podrían tener tantos pares de zapatos y ropa como los suecos y su consumo de alimentos estaría al nivel de los países occidentales de Europa, consumiendo 60 kg. de carne, 198 litros de leche y 197 huevos por persona anualmente.[21]

A estas increíbles cifras Castro añadió: Para 1970 produciremos 4 millones de Tm. de leche y para 1975 pasaremos los 30 millones de toneladas; y gracias a las F1 produciremos grandes cantidades de carne para exportar. Isla de Pinos sobrepasará a Israel y el Norte de África juntos en la producción de cítricos.[22] Castro continuó agregando maravillas, Cuba se convertirá en el principal exportador de azúcar, el segundo exportador de café y un importante suministrador de carne, cítricos y otras frutas. Después de 1970 Cuba exportara anualmente $1,600 millones después de reservar un 60% para el mercado interno. Y concluyó: “Solo piensa en eso”[23].

Karol se refiere en varias ocasiones al problema de la baja productividad, al ausentismo y otras indisciplinas laborales y la relación de esto con la inflación a la cual contribuye la falta de oferta en los mercados estatales. Sugiere el establecer una relación estrecha entre los salarios y la producción, lo cual evidentemente entra en conflicto con las ideas de Castro que llega a decirle que esperan llegar a eliminar el dinero:

“Tenemos la intención de deshacernos de todo el mito del dinero, en lugar de manipularlo. Queremos abolir el dinero por completo… (Después de enumerar todas las gratuidades existentes, concluye) Y continuaremos por este camino hasta que un día ─más cerca de lo que piensas─ los alimentos y la ropa también serán suministrados gratuitamente por el estado.”[24]

Lo anterior estaba en directa correspondencia con lo que Dórticos le había expresado sobre los controles financieros, en tono de burla le llegó a decir que Cuba se había convertido en el reino de los contadores y que se iba a la eliminación de todos esos controles contables para llevar solo un mínimo con propósitos estadísticos.[25]

En opinión de Karol era necesario facilitarles a los campesinos la venta libre de su producción y con ello se eliminaría el creciente ‘mercado negro’, pero tal cosa era anatema para Castro, y con ello también se contribuiría a reducir la inflación que estaba afectando de rechazo el desarrollo de la productividad.

Él aborda, una anécdota de su vida como becario en Rostov, trabajaba en su tiempo libre cargando pescado en los camiones y aunque solo le pagaban un rublo lo importante era que el hurto de unos pocos pescado estaba prácticamente autorizado, los cuales él vendía y completaba así su escaso estipendio de 120 rublos que malamente le alcanzaba para comer, con el dinero del pescado podía ir a la tolkuchka (una especie de ‘candonga’) y comprarse una buena comida que cocinaban las khoziaika, que eran campesinas que traían los producto y los preparaban delante de los clientes.

La moraleja es que sin el hurto, o el robo, los soviéticos no podían subsistir, cualquier parecido no es pura coincidencia. Como se decía, supongo que aún se dice: El estado hace como que nos paga y nosotros hacemos como que trabajamos. Esa situación se la inculpaban, los líderes con los cuales se entrevistó, al subdesarrollo, a su herencia, pero Karol desbanca tal análisis con ejemplos como el anterior. Esos entrevistados consideraban que la productividad se elevaría gracias al fervor revolucionario que cada día era más alto, Karol no está de acuerdo con esto:

“Es extremadamente difícil atraer a los castristas a una discusión imparcial sobre este tema. Para ellos, el espíritu revolucionario nunca ha sido tan vigoroso, tan radical, tan contagioso como lo es en la actualidad… las nuevas relaciones pueden causar una pérdida de interés en los asuntos comunales. El resultado directo es una sutil falta de entusiasmo, un interés decreciente en la política, una caída en la productividad y un crecimiento del comportamiento antisocial.”[26]

Karol, coincidiendo con Dumont, señala los peligros de la militarización de la agricultura y en general de la economía, destacando los efectos negativos de esta decisión tomada con la intención de solucionar el caos existente con métodos de ordeno y mando.

Castro tuvo muchas razones para ponerse furioso con este libro, pero considero que el principal fue el que Karol, que no era ni ingeniero agrónomo ni economista, había llegado en 1968 al criterio, bien fundamentado, de que era imposible lograr la zafra de los diez millones. Pero aún más demuestra que aun lográndola los objetivos económicos y políticos de la misma no se cumplirían y destaca como se iba a afectar el resto de la economía en este fallido intento:[27]

“Cuba corre el riesgo de dislocar seriamente las otras ramas de su economía”.[28]

Además de esto, debido al atraso de la industria soviética, Cuba se veía obligada a comprar equipos y piezas de repuestos en los países occidentales por tanto gastaba, o más bien se endeudaba, en dólares para adquirir rublos con los que no podía pagar sus crecientes deudas ni adquirir los bienes de consumo que necesitaba para equilibrar su mercado interno.

El libro de Karol desde posiciones de izquierda, así como el de Dumont, realiza un análisis detallado de los errores y logros del gobierno cubano en la creación de una sociedad socialista, la que en definitiva, y con ello se responde a la pregunta en el título del libro de Dumont, no logra conformarla, según lo que el mismo Castro en una conversación privada con Karol señala que solo cerca de un 50% de la población apoya el socialismo,[29] y eso fue hace 50 años atrás, después de eso vino el Mariel, el Maleconazo, el ‘período especial’, etc., etc. así que en qué por ciento anda el apoyo al régimen actualmente.

Este libro a pesar de sus 50 años, no ha perdido ni su vigencia, ni su vigor, y considero que sería de sumo interés sobre todo para aquellos que no vivieron los hechos que en el se analizan, aunque sea desde una perspectiva de extrema izquierda. En ambos casos, el de Dumont y el de Karol, lo que pretendían era el perfeccionamiento del régimen implantado y evitarle más sufrimientos al pueblo cubano[30], como dice Karol en sus páginas finales, con una nota de esperanza, aún hoy en espera:

“La innovación que todos los cubanos desean fervientemente es la reorganización completa, de arriba a abajo, del sistema social, una reorganización que dará a los trabajadores una mayor voz sobre sus vidas y no los dejará a merced de los errores de planificadores remotos, aunque sean bien intencionados. En resumen, la verdadera novedad sería la creación, mientras Cuba da el siguiente paso, de todas esas instituciones sociales que los cubanos tan cruelmente extrañan hoy.”[31]


[1] Estoy leyendo el nuevo libro sobre Cuba de Karol, y lo encuentro fascinante. Carta de Oscar Lewis a Muna Muñoz Lee. En: Susan M. Rigdon, The Culture Facade: Art, Science and Politics in the Work of Oscar Lewis, Champaign, Illinois: University of Illinois Press, 1988, pág. 282.

[2] Rene Dumont. Cuba, est-il socialiste? Editions du Seuil; (1970) y K. S. Karol.- Guerrillas in Power: The Course of the Cuban Revolution; Farrar Straus Giroux; (1970).

[3] Piñeiro en 1997 renunció a todos los cargos para dedicarse a escribir sobre la historia de la revolución, actividad extremadamente peligrosa para quien como él conocía tantos secretos, murió un año después en un accidente automovilístico, que quizás no fuese tan accidental.

[4] Oscar Lewis, Ruth M. Lewis, Susan M. Rigdon. Four Men: Living the Revolution – An Oral History of Contemporary Cuba, University of Illinois Press, 1977, pág. XXI.

[5] El 22 de abril de 1970 en un discurso por el centenario del nacimiento de Lenin, Castro arremetió contra Karol y Dumont sin mencionarlos diciendo: “¡Vaya liberaloides asquerosos que pululan por el mundo, charlatanes que no han tenido nunca que presentarse delante de un solo caso —no de los problemas de una nación entera—, ni tener que ver y sufrir la pobreza, las miserias de una nación entera!… Hay muchos que desde Roma y de París construyen mundos hipotéticos, imaginarios. Y muchos de ellos viviendo muy bien —no digo que todos—, porque algunos son agentes netos de la CIA y otros son idiotas… Porque hay cantidad de intérpretes, profetas, magos, filósofos, de cada una de las posiciones de Cuba. ¡Habla todo el mundo con un desparpajo! Y sobre todo cuando algunas de esas versiones salen a relucir de boca de algún farsante, siempre tienen eco en París, en la prensa liberal burguesa de París, para desacreditar a la Revolución siempre…Hay por ahí escritorzuelos al servicio de la CIA desde supuestas posiciones de izquierda —óigase bien—, desde supuestas posiciones de izquierda, que no quieren perdonarle a este país la dignidad y la entereza que ha sabido mantener a 90 millas de Estados Unidos.”

[6] Fui testigo de dos violentas reacciones de Castro, la primera en noviembre o diciembre de 1961, una reunión en un pequeño local del Habana Libre donde unos 50 o 60 contadores que íbamos marchar a implementar la contabilidad en las llamadas ‘granjas del pueblo’ nos apretamos para oír las orientaciones del ‘máximo líder’ y a uno de nosotros se le ocurrió poner en duda la política de sustituir la cooperativas por las granjas, lo que le cayó arriba fue un ‘20 de mayo’. La segunda a mediados de los 70’ a un costado del Alma Mater, apoyado en su ‘jeep cuatro puertas’ Castro estaba dando una conferencia magistral a los estudiantes allí reunidos sobre las maravillas de la producción de huevos por el recién creado Combinado Avícola Nacional y alguien le cuestionó, a partir de las experiencias de su familia que había sido dueña de una pequeña granja avícola, las ventajas de las grandes instalaciones para la producción de huevos; lo menos que le dijo fue pequeño burgués lo cual era un epíteto bastante peligroso en la Universidad por esos años y mucho más por quien lo había endilgado.

[7] Rene Dumont. Cuba ¿Es socialista? Editorial Tiempo Nuevo, Caracas 1970 en una traducción pésima que en ocasiones obliga a releer algún que otro párrafo para tratar de entenderlo.

[8] Op. cit., pág. 14

[9] Op. cit. pág. 72

[10] Op. cit. pág. 15

[11] Op. cit. pág. 260

[12] Op. cit. pág. 167

[13] Op. cit. pág. 226

[14] Op. cit. pág. 230

[15] Op. cit. pág. 247

[16] Op. cit. pág. 236

[17] K. S. Karol. La Chine de Mao L’autre communisme. Ed. Robert Laffont (1966).

[18] K. S. Karol. Guerrillas in Power: The Course of the Cuban Revolution. Ed. Farrar Straus Giroux; First Edition (1970).

[19] Lee Lockwood; “A former friend of Fidel has let Cuba down” En: New York Time 24 de enero 1971, pág. 3. “No other writer, foreigner or Cuban, has enjoyed such complete access to the confidential files of the Government.” “Ningún otro escritor, extranjero o cubano, ha disfrutado de un acceso tan completo a los archivos confidenciales del Gobierno.”

[20] Estos ‘fondos’ junto con los ultra secretos del Consejo de Estado estaban en manos de Celia Sánchez que delegaba en un casi anónimo capitán del Ejército Rebelde que dada su orientación sexual fue destinado a esta oscura tarea, pero allí podía lucir sus bellos uniformes verde olivo confeccionado con la mejor de las gabardinas. El libro de Oleg levantó grandes ronchas que fueron rascadas en el más absoluto silencio entre los investigadores e historiadores del patio, me imagino que de haber conocido el permiso otorgado a Karol el escándalo, también silencioso, hubiese sido mayor.

[21] K.S. Karol op. cit, pág. 218.

[22] Op. cit. pág. 347.

[23] Op. cit. pág. 348.

[24] Op. cit. pág. 343 “We intend to get rid of the whole money myth, rather than tamper with it. We want to abolish money altogether… And we shall continue along this path until one day ─nearer then you think─ food and clothing will also be supplied gratis by state.”

[25] Op. cit. pág. 361-362 Esta era la esencia de la llamada ‘lucha contra el burocratismo’ eliminar los controles y convertir en obsoleta la contabilidad, incluso se eliminó la carrera de contador público en la Escuela de Economía. Como me dijo el aprendiz de dictatorzuelo que fungía como administrador de la planta industrial en la que yo era el contador: ‘Aquí no importan los costos sino la producción’.

[26] Op. cit. pág. 428 “It is extremely difficult to draw Castroist into an unbiased discussion of this subject. To them the revolutionary spirit has never been as vigorous, as radical, as infective as it is at present… the new relationships are such as to cause a loss of interest in communal affairs. The direct result is a subtle lack of enthusiasm, a waning interest in politics, a drop in productivity, and a growth of antisocial behavior.”

[27] Op. cit. págs. 407-417.

[28] Op.cit. pág. 417 “Cuba runs the risk of seriously dislocating every other branch of her economy.”

[29] Op. cit. pág. 482.

[30] Ninguno de los dos eran idiotas ni agentes de la CIA, tampoco lo era Oscar Lewis que fue acusado de tal por Raúl Castro; como solía decir un amigo, un prestigioso pedagogo cubano, cuando nos poníamos a analizar algún nuevo descalabro, la gente de la CIA deben decir: ‘Ni los toquen déjenlos solitos.’

[31] Op. cit pág. 549 “The innovation all Cubans so fervently desire is the complete reorganization, from top to bottom, of the social system, a reorganization that will give workers a greater say over their lives and will no longer leave them at the mercy of the errors of remote planners however well-intentional. In short, the true novelty would be the creation, as Cuba takes her next step of all those social institutions Cubans so cruelly miss today.”


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