Los hijos de Saturno
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Cheo y Cuca llevan casi 50 años de casados. Se conocieron frente al Palacio Presidencial, el 28 de septiembre de 1960, el día que Fidel creó los Comités.
A Cuca lo deslumbró el entusiasmo con que Cheo gritaba consignas en apoyo a la Revolución. Cheo se obnubiló con la muchachita con cara de guajirita recién llegada a La Habana que no dejaba de asombrarse mientras escuchaba las palabras del líder.
Eran el uno para el otro. Gente de pocos estudios, humildes, sin mucha educación y ninguna preparación profesional. Pero, eso sí, revolucionarios a carta cabal.
Junto al amor que se profesaban iba incondicionalmente su pasión por Fidel y la Revolución.
Por eso escogieron casarse el 26 de julio del año siguiente, para estar a tono con el proceso y en la puerta del pequeño apartamentico de un cuarto en San Miguel del Padrón colgaron el cartelito de moda: Fidel, esta es tu casa.
Llevaban la vida matrimonial a la par de las tareas revolucionarias, él en la fábrica, ella en el CDR.
Cheo no era lo que se llamaba un mulo trabajando, pues las tareas de la Revolución le robaban mucho tiempo.
Era “sindicalero”, con un entusiasmo desbordante a la hora de los círculos de estudio, los trabajos voluntarios, donde era el encargado de la merienda para los compañeros que doblaban el lomo en el surco.
Además, el mural de la fábrica estaba que daba gusto, con fotos de Fidel (por supuesto) junto a las de los mártires.
Y si se trataba de ir a la Plaza, era el que más alto gritaba “¡Pa´lo que sea, Fidel, pa´lo que sea!”, como el día en que conoció a Cuca.
Su esposa se adueñó rápidamente del registro de vecinos de la cuadra y se convirtió en la encargada vitalicia de Vigilancia del CDR, porque “compañeros, hay que tener la guardia en alto y los ojos bien abiertos”.
“Pa´tras ni pa´coger impulso”, decía a cada rato, pero no aclaraba si se refería a la Revolución o a tener que volver al pueblito de Oriente donde vivía antes de llegar Fidel.
Precisamente, así le pusieron al primer hijo que tuvieron: Fidel.
Y después vino Celia. “Si nace otro le ponemos Camilo”. Pero Camilo se abortó durante una caminata hacia la Plaza. ¡Qué pena!
¿O qué suerte? Sí, porque ¿dónde iban a vivir? En el apartamento de un cuarto ya no cabían y Fidel y Celia iban creciendo.
Menos mal que inventaron eso de las escuelas en el campo. Así los muchachos se pasan allá la semana y Cheo y Cuca tienen más tiempo para dedicárselos a las tareas de la Revolución.
Porque entre las reuniones del sindicato, los círculos de estudio, las movilizaciones a la Plaza y las guardias del Comité, no queda mucho pa´ atender a los niños.
Además, así alcanza mejor la comida, porque primero muerto antes de comprar algo en bolsa negra.
Aparte, ¿quién va a tocarle a la puerta a Cuca a proponerle pollo o carne de res “por la izquierda”?
El tiempo pasó. Cheo y Cuca están viejos. Y solos. Fidelito se fue en una balsa en el 94 y Celia se empató con un italiano y vive en Milán. Sus hijos traicionaron sus ideales y para ellos “se murieron”.
Por eso no reciben ni un dólar de Fidel, ni un euro de Celia.
Cheo está más flaco que un güin de ir en bicicleta a la fábrica, la misma fábrica que ya no produce nada.
Pero hay que actualizar el Mural y convencer a los jóvenes, “que son el relevo”, para que vayan a la Plaza.
Cuca sigue vigilando porque “compañeros, hay que tener la guardia en alto y los ojos bien abiertos”, aunque más de la mitad de la cuadra ni le dirige la palabra por chivatona.
Y también está flaquita, arrugada como una pasa, comiendo de la libreta y fiel a sus principios de no comprar nada en bolsa negra. Ah, se me olvidaba. Porque no hay quien le venda nada en bolsa negra.
Y ahora resulta que Cheo, el dedicado “sindicalero” que tanto defendió la Revolución, que tanta guachipupa le sirvió en el surco a los compañeros durante los trabajos voluntarios, que por tantos años mantuvo actualizado el Mural y se desgañitó en la Plaza, que se rompió los nudillos dando golpes en los actos de repudio cuando el Mariel, se va a quedar fuera de la fábrica porque sobra medio millón de trabajadores en todo el país.
Y Cuca, revolucionaria como la que más, siempre alerta, vigilante, que echó pa´lante a Alfredito, el pajarito de la esquina que tenía tratos con extranjeros y vendía pitusas en dólares porque eso iba contra los principios, ahora no va a tener qué comer porque la libreta se va a bolina.
¿Será que la Revolución es como el mitológico Saturno que devora a sus hijos?
Ná, eso es porque Fidel está enfermo. Deja que se cure y se entere de lo que está pasando. Tú vas a ver que él arregla esta cosa.
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