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Breckenridge, Historia, EEUU

Los secretos de un apócrifo

Un “documento” que ha tenido su bonanza a partir de 1959, en Cuba y fuera de ella, pero que nadie ha validado científicamente, sino que simplemente en muchos casos ha sido empleado por razones ideológicas

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Aquí nos referiremos a las llamadas “instrucciones secretas de Breckenridge” que con propósitos espurios de vez en cuando son presentados como prueba insoslayable de los verdaderos objetivos de la intervención de EEUU en nuestra guerra de independencia.

Analicemos por qué: ese documento fue publicado por primera vez, por Enrique Collazo en su libro La guerra en Cuba (1926), sin embargo, el mismo Collazo pone en duda la veracidad de las mismas cuando apunta: “…no haber visto el original nos inclinan a la duda…” para después justificar su publicación en la conducta de las tropas de ocupación.

Collazo fue honesto al indicar que no vio el original, pero no indicó de qué fuente lo obtuvo, cómo llegó a él ese “documento”. Una norma elemental de las técnicas de investigación histórica es la crítica interna y externa de un documento, y cuando aplicamos esas técnicas el “documento” resulta poco creíble, de entrada nadie ha visto el original y en segundo lugar las “instrucciones” a pesar de los que diga Collazo no se reflejaron en las acciones previas, durante y después de la intervención, por demás Breckenridge un oficial encargado de la inspección del Ejercito no tenía, ni podía tener entre sus funciones el de aleccionar al general Nelson A. Miles, al mando de las Fuerzas Armadas de EEUU.

Aunque aquellos que citan esas “instrucciones” presentan a Joseph C. Breckenridge como subsecretario de Guerra, representante del Departamento de Guerra e incluso secretario de Guerra[1] en realidad, como ya señalamos, él era Inspector General del Ejercito (Inspector-General of the Army) y por tanto no estaba en capacidad de generar dichas instrucciones.

Para abundar en las ideas estratégicas y tácticas del general Nelson A. Miles en la guerra contra España sugerimos consultar las págs. 342-344 del libro Cuba’s struggleagainst Spain with the causes of American Intervention and a Full Account of the Spanish-American War, including Final Pace Negotiations, por los autores Fitzhugh Lee, Joseph Wheeler, Theodore Roosevelt y Richard Wainwright, este libro fue publicado en 1899[2] y sí, recoge documentos originales que reflejan el pensamiento del general Miles.

En la carta del general Miles al secretario de la Guerra que en esas páginas se recoge, no hay nada ni parecido a las “instrucciones secretas” y en ese documento se trazan las líneas generales de las acciones que debían desarrollar tanto el Ejército como la Marina, es más se dice algo que entra en franca discrepancia con las ‘instrucciones’ cuando señala:

“…a mi juicio, un movimiento hacia el oeste mediante la captura de los puertos a lo largo de la costa norte de Cuba, y en el extremo oriental abastecer a los insurgentes con abundancia de armas y municiones de guerra…”[3]

En ese mismo libro aparece una reseña de las, no la podemos definir de otra forma, breves acciones en que se vio envuelto Joseph C. Breckenridge y cuál fue su verdadera posición durante la intervención, lo cual desbanca completamente la pretensión de que haya redactado las supuestas “instrucciones”:

“El mayor general Joseph Breckenridge estaba con el ejército en San Juan como representante del comandante general del ejército. Antes de llegar a la mayoría de edad, fue nombrado primer teniente y ayuda de campo, y luego teniente de la Segunda Artillería. Sirvió de manera acreditada durante toda la guerra y se graduó de la Escuela de Artillería en 1871; fue promovido a través de todos los grados, llegando a la alta oficina del inspector general del ejército en enero de 1889. Fue uno de los primeros mayor general nombrado de los voluntarios. En la batalla de El Caney, ayudó al general Lawton y fue muy elogiado por ese distinguido oficial. Estuvo de nuevo con el general Lawton en el avance sobre San Juan el 2 de julio. En este momento, el enemigo frente a San Juan disparaba con mucha libertad sobre nuestras tropas en San Juan, muchos de los tiros pasaban sobre sus cabezas y caían a lo largo del camino de San Juan a El Pozo. Uno de estos disparos golpeó al caballo del general Breckenridge mientras cruzaba el río San Juan en lo que se llamó el ‘vado sangriento’. Poco después, el general Breckenridge fue puesto al mando de las tropas del Segundo Cuerpo en Chattanooga, Tennessee, y más tarde estuvo en mando del mismo cuerpo en Lexington, Ky. Si la guerra hubiera continuado, es más que probable que este oficial se hubiera ganado una gran distinción”.[4]

Resulta de interés señalar que entre los historiadores de la etapa republicana sólo Herminio Portell Vilá hace una referencia de pasada de esas “instrucciones” y se equivoca denominándolo subsecretario[5].

Sorprendentemente Hortensia Pichardo, que no era ninguna improvisada en el tratamiento de documentos y en su valoración, lo incluyó en el primer tomo de su importante recopilación de los documentos imprescindibles para el conocimiento de la historia de Cuba, cometiendo el mismo error de Portell Vilá, pero añadiéndole un análisis que, desgraciadamente, no está a la altura de su trayectoria y del resto de su obra.

Concluyendo, es mi criterio que dicho documento es un apócrifo que ha tenido su bonanza a partir de 1959 en Cuba, y fuera de ella, pero que nadie ha validado científicamente, sino que simplemente ha sido empleado por razones mendaces, extra-históricas, impuras, simplemente ideológicas.


[1] El JC Breckenridge que fuera Secretario de Guerra, antecesor del que nos ocupa, lo fue durante la Guerra Civil para el gobierno de los separatistas del sur, los Confederados.

[2] Hay dos ediciones modernas, ambas del 2008.

[3] “…in my judgment, a movement toward the west by capturing the ports along the northern coast of Cuba, at the eastern end supplying the insurgents with abundance of arms and munitions of war…”.

[4] “Major-General Joseph Breckenridge was with the army at San Juan as the representative of the commanding general of the army. Before he was of age, he was appointed first lieutenant and aid-de-camp, and afterward a lieutenant of the Second Artillery. He served creditably during the entire war and was a graduate of the Artillery School in 1871; was promoted through all the grades, reaching the high office of inspector-general of the army in January, 1889. He was among the first appointed major-generals of volunteers. At the battle of El Caney, he assisted General Lawton and was highly commended by that distinguished officer. He was again with General Lawton in the advance upon San Juan on July 2d. At this time the enemy in front of San Juan were firing very freely upon our troops at San Juan, many of the shots passing over their heads and falling along the road from San Juan to El Poso. One of these shots struck General Breckenridge’s horse as he was crossing San Juan river at what was called the “Bloody Ford” Soon after this General Breckenridge was placed in command of the troops of the Second Corps at Chattanooga, Tennessee, and later he was in command of the same corps at Lexington, Ky. Had the war continued, it is more than probable this officer would have earned great distinction.” En: “Cuba’s struggle against Spain with the causes of American Intervention and a Full Account of the Spanish-American War, including Final Pace Negotiations” Fitzhugh Lee, Joseph Wheeler, Theodore Roosevelt y Richard Wainwright [1899], págs. 498-499.

[5] Historia de Cuba en sus relaciones con los Estados Unidos y España, Volumen 4, pág. 138.


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