Actualizado: 27/03/2024 22:30
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Represión

Mercaderes del dolor

Miguel Ángel Martínez y Louis Michel visitaron de nuevo La Habana, sin solidarizarse públicamente con la disidencia.

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Miguel Ángel Martínez, vicepresidente del Parlamento Europeo, gestiona el dolor de las madres cubanas. Los días 18, 19 y 20 de marzo, cuando las progenitoras de 54 prisioneros de conciencia sufrían el sexto año de prisión injusta de sus hijos, y Ada Borrego estaba ya en el cementerio, el distinguido eurodiputado español explicó en el Noticiero Internacional de la televisión cubana su movilización mundial para exigir a la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos que revise las condenas a los cinco cubanos acusados de espiar en ese país.

 

Junto a él estaban madres, esposas, hijas y hermanas de los cinco agentes, quienes desde hace años viajan el mundo, incluido Estados Unidos, procurando la liberación de sus seres queridos. Indudablemente, los familiares y, sobre todo, las madres sufren a cada instante por sus hijos, sin que el color político, racial, étnico, ni la ubicación geográfica, las diferencien.

 

Sin embargo, el ilustre vicepresidente no sólo establece una discriminación, sino que ofende, en el territorio de un mismo país, a las madres, esposas, hijas, hermanas, tías, padres e hijos de 75 opositores pacíficos, secuestrados de sus hogares y condenados hasta a 28 años de cárcel. Su encierro fue considerado arbitrario por el Grupo de Trabajo de Detenciones Arbitrarias de la ONU y Amnistía internacional los consideró prisioneros de conciencia en junio de 2003.

 

¿Qué puede decir el señor Miguel Ángel Martínez a las madres de los tres jóvenes negros fusilados durante aquella Primavera Negra de 2003? Ellos cometieron el error de secuestrar un barco (sin ocasionar hechos de sangre), para cumplir con lo que siempre oyeron del gobierno: "si esto no te gusta, te vas".

 

Seguramente, el eurodiputado no sabe que el 10 de enero de 2007 murió Miguel Valdés Tamayo en un hospital de La Habana, porque durante su encierro, en una diminuta e inhóspita celda, su corazón se desgarró. Cuando recibió licencia extrapenal por la demanda de su esposa y el mundo, para que no falleciera en cautiverio, ya era demasiado tarde. Mucho lo hostigaron los oficiales de la Seguridad del Estado, durante los meses que Miguel estuvo "libre", para que abjurara de sus convicciones.

 

El compañero de viaje de Martínez fue Louis Michel, comisario para la Cooperación y la Ayuda Humanitaria de la Comisión Europea, quien ha limpiado su conciencia diciendo que en las reuniones para abordar la colaboración con el gobierno se trataron todos los asuntos, incluidos los derechos humanos, pero que es tremendamente difícil actualmente el asunto de los presos, según informaron las agencias de prensa.

 

No se aprecia claramente una referencia a "prisioneros de conciencia y políticos pacíficos", posiblemente para satisfacer al gobierno de La Habana, que niega su existencia aduciendo que todos son contrarrevolucionarios, mercenarios al servicio de Estados Unidos.

 

Las mujeres de los 75 viajaron a la capital desde toda Cuba, a pesar de los ojos cerrados de sus excelencias, de la represión de la policía política que las vigiló, amenazó, cortó teléfonos y las bajó de autobuses. Las que no pudieron llegar en esta ocasión, lo harán en una futura.

 

Durante seis días oraron y caminaron silenciosas, con flores en las manos, por las calles de La Habana. Todas las madres, todas las mujeres, merecemos respeto. Las ofensas son compensadas por la solidaridad del pueblo cubano y del mundo, en particular de los hermanos españoles, así como de los eurodiputados que otorgaron el Premio Sajarov a la Libertad de Conciencia a las Damas de Blanco, una distinción que no pudieron recoger porque las autoridades cubanas no les dieron permiso para salir del país.


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