Actualizado: 27/03/2024 22:30
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Miami dice adiós a un cubano ejemplar

No solo Nicolás Quintana se distinguió como un excepcional profesional, sino que su calidez humana fue tal que muchos acudieron en Miami a darle un último adiós

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Con profunda tristeza y un velo de nostalgia indescriptible la ciudad de Miami despidió a uno de los cubanos ilustres que supo poner bien en alto el prestigio de seriedad y dedicación de los emigrantes cuando arriban a tierras de posibilidades, porque fue un digno ejemplo como persona y profesional; se trata del eminente arquitecto Nicolás Quintana, fallecido el martes 1 de junio en el Hospital Baptist de Kendall por una afección pulmonar.

Quintana, habanero de pura cepa, nacido en 1925, proviene de una familia económicamente holgada. Su padre, Nicolás Quintana, arquitecto y dueño de una de las más importantes empresas arquitectónicas de su país, el estudio Moenk & Quintana, influyó favorablemente en el desarrollo de la temprana vocación del hijo.

Nicolás Quintana inicia sus estudios primarios en el Colegio de La Salle, y una vez finalizados ingresa en 1944 a la Escuela de Arquitectura de la Universidad de La Habana.

Desde esa época esplendorosa de la Isla se destaca su inmenso amor por la belleza del entorno y el papel preponderante de la ecología como centro, baluartes que no abandonará en cada proyecto que conciba.

Ya en la década del 50 se destaca como director de Planes Maestros Urbanos y Regionales para el centro turístico de Varadero, una de las playas “más hermosas que ojos humanos hayan visto” en Matanzas, y la histórica ciudad de Trinidad, con su cálido aire colonial, próxima a la provincia de Villa Clara.

Fuentes fidedignas apuntan discrepancias con el entonces recién nombrado presidente del Banco Nacional de Cuba, Ernesto Guevara, en la incipiente instauración del gobierno revolucionario, hasta verse amenazado de muerte por el caudillo argentino, debido a lo cual Quintana decide marcharse del país en enero de 1960 con su familia y buena parte de su patrimonio. Se radica en Venezuela y una vez allí diseña un plan arquitectónico en la ciudad de Caricuao.

Durante veinte años desarrolla en Puerto Rico una destacada labor profesional concibiendo más de cien planes urbanísticos, condominios habitacionales y centros de mercados, que lo señalan como uno de los mejores arquitectos de su etapa.

En 1986 llega a Miami con su familia y funge como profesor adjunto en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Miami y en 1996 profesor en la Escuela de Arquitectura de la Universidad Internacional de la Florida (FIU).

En 2004 proyecta para el futuro mediato el plan “La Habana y sus paisajes”, teniendo en cuenta la armonía y el equilibrio de formas que embellecerían la capital cubana, estableciendo los pilares para el rescate de las ruinas actuales de la otrora hermosa ciudad. Tal como había dicho en anteriores entrevistas, ese proyecto “justificaba su propia existencia”.

No solo Nicolás Quintana se distinguió en vida como un excepcional profesional de las formas y el volumen, sino que su calidez humana fue tal que muchos han sido hoy por hoy los que lo acompañaron para darle su último adiós en las Capillas C y D de la Funeraria Caballero-Rivero Woodland ubicada en el 8215 de Bird Road, donde tuvieron lugar en horas de la tarde las exequias a tan distinguido cubano.

Al respecto, las opiniones vertidas sobre el insigne hombre ponen de manifiesto su sensibilidad de ser humano y amigo incondicional, cuando entrevistamos a varios de los asistentes, personas que lo conocieron y admiraron profundamente en diferentes momentos de su fecunda vida.

David Cabarroca, arquitecto de profesión, apunta: “yo soy gran admirador de Nicolás Quintana; lo teníamos como un modelo, en el sentido de que el siempre había estado luchando por la Cuba del futuro en el proyecto que él hizo en el FIU, el diseño para una Cuba libre el día de mañana. Él siempre estuvo muy preocupado por Cuba y la arquitectura, lógicamente. Es una verdadera pérdida.”

Una de las arquitectas que trabajó directamente con él en Caracas, Venezuela, Josefina Jasegaua, de origen cubano-japonés, señala: “Su trabajo era formidable. Él era un arquitecto urbanista muy brillante. Teníamos muy buenos proyectos. Era muy solicitado. Para mí significó un gran apoyo porque fue la persona que cuando llegué a Caracas exiliada de Cuba me abrió los brazos, al igual que su esposa Isabel. Cuando terminábamos de trabajar nos quedábamos un buen rato conversando con él; más que un lugar de trabajo, parecíamos una familia.”

El ingeniero Manuel Cereijo, académico de la FIU durante veintiocho años como profesor de Ingeniería y ahora dueño de su propia compañía acota: “El último proyecto que nosotros hicimos fue precisamente en mayo cinco; uno de los principales contribuyentes fue él, Nicolás Quintana, que no pudo asistir al Taller porque ya estaba enfermo. Pero su obra esta ahí, permanente. Fue un trabajo que se hizo sobre la infraestructura en Cuba titulado: “Evaluación de la Infraestructura en Cuba para una Transición”; un análisis de lo que existe hoy en día y lo que se debe hacer en caso de una transición hacia una democracia. Desafortunadamente él no pudo presentar su proyecto pero esta allí. Se ha publicado un libro y un CD con los reportes que son nueve y cada uno tiene más de cien páginas. Es uno de los trabajos mas importantes y completos que se ha hecho en los últimos veinte o treinta años. Él soñaba con la reconstrucción de La Habana. Yo creo que ha sido uno de los mejores arquitectos que ha dado Cuba y un gran hombre”.

La ingeniera ambiental, Helena Solo-Gabriele, profesora Asociada del College of Engineering University of Miami y quien trabajó con Quintana en los últimos ocho meses expresa: “Trabajamos en un Compendio de la Infraestructura de Cuba para cuando se normalicen las relaciones entre ambos países. Nicolás Quintana contribuyó en el área de la arquitectura, sobre la vivienda y tuvo una idea muy bonita para mejorar la bahía de La Habana. Aun estando ya ingresado en el Hospital se sentía preocupado por el Taller al que no pudo asistir. Era una persona muy preocupada. Lo que más siento es que no lo conocí de tiempo atrás, porque era una bella persona, tenía una gran pasión para todo lo de Cuba. Es una gran pena que no lo pudo ver. Es una pérdida irreparable”.

Como es de apreciar, las opiniones convergen todas de forma unánime en el mismo denominador común, un destacado profesional de las formas y el volumen y un incomparable ser humano que deja una profunda huella en los corazones de quienes lo conocieron.

El miércoles Miami se vistió de luto para darle el último adiós a un ciudadano ilustre: Nicolás Quintana, arquitecto de la vida.


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El arquitecto cubano Nicolás QuintanaFoto

El arquitecto cubano Nicolás Quintana.

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