Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Sociedad

Miami en la bohemia

La bohemia también existe: Una mirada alternativa desde la capital del exilio.

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Rodrigo de la LuzFoto

Artista y poeta Rodrigo de la Luz.

Los proyectos

La obra plástica de Rodrigo de la Luz arroja la vivencia personal en brazos de la imaginación poética. Sus collages, una amalgama de objetos —balines, botones, botellas, dados, manubrios, grifos y demás elementos desechables— que conforman figuras humanas o animales, parecieran contar una historia, definir una circunstancia o un destino.

"Utilizo desde una ficha de dominó hasta una campana de bronce —precisa De la Luz—. Lo interesante es que muchas veces el personaje del collage se sugiere a sí mismo por medio de algunos de los elementos que lo integrarán.

" Erick en su última ficha es un tipo envolvente, manipulador. Jinete en la montura del insomnio evoca a una mujer con la que tuve una experiencia atrevida. En El sorbo del amor la pieza fundamental es una cafetera que un amigo me regaló. Mientras hacían café mi amigo y su novia se pelearon, él arrojó la cafetera al piso... aquello se acabó. El sorbo del amor representa al niño que nunca tuvieron".

Entretanto, Ignacio T. Granados afirma que Ediciones Itinerantes Paradiso es un proyecto editorialmente raro, vinculado al romanticismo puro francés: "Como literatura lo que propone es muy elitista, lo sé, aunque de alguna manera pretendo establecer un link con lo popular".

A propósito, puede leerse en el sitio web de la editorial:

"Resalta la peculiaridad de que el proyecto ocurra en estos Estados Unidos tan especiales de Miami. Eso se refiere a que, inmerso en el modelo especial de la economía y el sentido popular de la cultura norteamericana, con sus mecanismos se puede evadir el rígido elitismo de nuestra cultura latina..."

Los bills y la bohemia

Pero hay que pagar los bills (las cuentas), como dicen en Miami. En una ciudad, y un país, donde la dinámica creativa de la pequeña y mediana empresa sostiene el crecimiento, la vertiginosa circulación de bienes y servicios estimula una cultura del consumo, del trabajo. La contemplación genera desconfianza. El movimiento, desarrollo.

"Me he estructurado una especie de itinerario —dice Rodrigo de la Luz—. Trabajo como máximo dos semanas al mes, y mientras tengo dinero para comer y pagar el teléfono, sigo escribiendo, imaginando. Lo mío es robarle algo a la vida.

"He tenido los trabajos más dispares: fregador de carros, security de funerarias, obrero de la construcción, camarero... Aquí y en cualquier parte, la libertad tiene un precio".

"Asumo que hay que trabajar y todas esas cosas espantosas —reconoce por su parte Ignacio T. Granados—. Sin embargo, no tengo empleo estable. Como mi estilo de vida no cambia, como mis necesidades no varían sustancialmente, la inestabilidad laboral ejerce una influencia mínima sobre mi calidad de vida. Lo que se mantiene estable no es mi vida laboral, sino mi estilo de vida".

"Por otro lado, tus conocidos y familiares, dentro y fuera de Cuba, tienen expectativas muy convencionales acerca de lo que puedes lograr en Estados Unidos —concluye—. No se explican cómo alguien puede negarse a eso que llaman vivir bien. Y no es que yo me niegue rotundamente: la gran vida me encanta... pero cuesta mucho.

"No voy a pagar el dólar a 1.50, de ninguna manera. Ni siquiera a uno por uno. Tiene que ser a ochenta centavos o no hay trato".


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