Actualizado: 28/03/2024 19:45
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Sociedad

Monumento al paciente desconocido

Un testimonio en primera persona sobre el deterioro de los servicios de salud.

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Buscando culpables

En 1990, cuando comenzó oficialmente el Período Especial, se desató una epidemia de neuropatía que afectó a más de 50.000 personas —según cifras del gobierno—, muchas de las cuales sufrieron daños permanentes. Las autoridades sanitarias buscaron con desesperación, pero sin resultados, a un extranjero que tuviera la enfermedad, para así acusar al "imperialismo yanqui" de introducirla en el país. Tampoco se enfermaron los "generales y doctores" que ocupan altos cargos.


Nunca se informó la causa de la afección, pero la gente comentaba que era una soya tóxica, de pésima calidad, que se distribuía a diestra y siniestra a la población, más la ingestión desmedida de agua con azúcar, pues los "cubanos de a pie" no tenían prácticamente nada que comer (la gente lanzaba sus perros y gatos a la calle porque no tenían con que alimentarlos, y con la esperanza de que pudieran sobrevivir de alguna forma. Se cazaron gatos, y se comieron como si fueran conejos).

En Cuba no existe el servicio de ambulancias. Si una persona necesita trasladarse con urgencia a un hospital, tiene que salir a la calle y recurrir a la caridad y bondad de algún transeúnte. Las ambulancias tardan horas en llegar, si es que lo hacen.

No hay suficientes balones de oxígeno, situación que se ha convertido en una verdadera tragedia para quienes lo necesitan. Es el caso de un vecino en fase terminal a causa de cáncer pulmonar, que estaba sin balón de oxígeno, ya que ningún hospital se lo facilitó. La esposa se paró ante la puerta del Ministerio de Salud Pública y pidió hablar con el ministro. Ante la negativa, gritó: "¡soy militante del partido, pero si en este país no se le puede garantizar un balón de oxígeno a un hombre que está agonizando, entonces no se pueden regalar hospitales a Bolivia y esta Revolución es un fracaso!". El marido falleció pocos días después.

En la mayoría de los policlínicos y hospitales reparados recientemente ya se han robado todo lo "robable": los baños están clausurados porque han desaparecido lavamanos e inodoros; o están rotos, tupidos y malolientes; los servicios sanitarios de todas las salas del hospital Calixto García no funcionan, el mal olor es insoportable, los cestos de basura se desbordan.

En los laboratorios no se usan jeringuillas desechables, tan baratas en todo el mundo, con el peligro que esto significa, en términos de contagio. Es imposible comprar una silla de ruedas, un bastón, ni hablar de algo tan sofisticado como un colchón antiescaras para pacientes encamados.

Las medicinas que escasean se venden a altísimos precios a la salida de las farmacias y en los mismos hospitales; muchos médicos y enfermeras cobran sus servicios "por debajo de la mesa" y aceptan cualquier tipo de pago, ya sea en moneda o especies; hay incluso operaciones que tienen sus "tarifas no oficiales"; en su inmensa mayoría, el personal que va a las misiones internacionalistas lo hace porque es la única forma de recibir un dinero que sirva para algo (que es una migaja); y el soborno a los funcionarios encargados de confeccionar las listas para participar en la misión es práctica habitual desde hace años.

Tanta muerte absurda

La enumeración de lo que falta y de los casos de corrupción en el sector de la salud pública sería interminable. Y esos datos no son públicos. En la televisión se presenta una imagen idílica y triunfalista de los hospitales y centros médicos de la Isla, pero la realidad es totalmente diferente.

La situación es grave y la actitud del gobierno es inmoral: lo único que interesa es proyectar una imagen de solidaridad y filantropía para validar su sistema. Los funcionarios son muy buenos en este tipo de propaganda de cara al exterior.

Algún día se podrán contabilizar las defunciones ocurridas como consecuencia de los antojos, la soberbia y los errores garrafales de un dictador con delirio de grandeza que siente desprecio por los derechos de los demás. Entonces, tendremos que pensar en construir ese monumento al paciente desconocido, en homenaje a todos los que sufrieron y a tanta muerte absurda.


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