Actualizado: 27/03/2024 22:30
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PA

“PA” significa, en la jerga médica actual, “paciente agradecido”. O sea, una persona que lleva regalos a sus médicos

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El fallecido exgobernante cubano Fidel Castro, hace ya años —cuesta trabajo encontrar algo relevante (para bien o para mal) de la Revolución cubana que no haya ocurrido “hace ya años”— apostó porque Cuba sería “Una potencia médica mundial”.

No se cansaba de hablar y hablar en público proclamándolo. Pero, como la inmensa mayoría de sus planes, este no fraguó.

Pues resulta que para ser “potencia médica mundial”, no bastaba graduar médicos —a toda costa y a todo costo— como se elaboran salchichas: era menester, además, concebir y construir equipos médicos; contar con hospitales de primera línea; elaborar un buen catálogo de medicamentos; y encontrarse en la delantera en lo que se refiere a la investigación científica; entre otros haberes.

Luego del fracaso citado, nadie habló más de eso y, como se dice en la patria, “aquí no ha pasado nada”. O sea, de nuevo, como si aquí no hubiese pasado nada no obstante las horas-TV dedicadas al tema o los gastos que toda campaña implica; amén del “paquete” que había que sonarse con el habla y habla de lo mismo.

Digo “de nuevo aquí no ha pasado nada” porque rememoro otros fracasos, como el Plan Banao; la zafra de los 10 millones de toneladas de azúcar; la siembra de arroz en la Ciénaga de Zapata; la siembra de café caturra en la Sierra del Escambray; la Brigada Invasora Che Guevara contra el marabú; el Cordón de La Habana…; y un largo y triste etcétera. Un largo y triste etcétera.

En cualquier país del mundo, primero: gobernante alguno hubiese tenido constante luz verde para ensayar en la “vida real” lo que su mente febril acogiera; y segundo: si acaso hubiera contado con esa luz verde, no hay dudas de que habría tenido que pagar de una manera u otra por las cuantiosas pérdidas ocasionadas al erario y la sociedad.

Pero Cuba es un vacilón. Tanto lo es que hoy, detenida en la historia y en el tiempo, no tiene siquiera un sistema político o un modelo económico definidos. Vaya, que no es nada. O no se sabe qué es. Ahí se encuentra, muriendo poco a poco.

La proclamada “potencia médica mundial” fue a dar en el alquiler de médicos cubanos para diversos países; una de las mayores fuentes de ingresos para un gobierno en quiebra perpetua.

En el ámbito nacional, actualmente existen diversos logros en cuanto a la atención médica y el cuidado a la salud en general. A saber, entre ellos, se pueden ver en uno y otro sitio de la Isla hospitales sin ropa de cama; baños inutilizados en policlínicos y hospitales; cucarachas adueñadas de los rincones de instalaciones sanitarias; o carencia de los más elementales materiales para la atención al paciente. Y suma y sigue.

Y se agrega al despertar del sueño de “la potencia médica mundial” que las farmacias están prácticamente vacías; aun es noticia hallar en ellas una aspirina.

Se suma que no pocos consultorios de “Médicos de la Familia” están en crisis y que muchos de sus ocupantes, antes, después, ahora, han ido a cumplir una “misión”; es decir, enviados al extranjero como un gesto de fraternidad que cobra el Gobierno y en menor medida el galeno.

Bueno, debemos hacer la salvedad de que, en los hospitales, laboratorios y consultorios médicos, etcétera, dedicados a la atención de extranjeros traedores de divisas, no sucede nada de lo tenebroso citado en párrafos anteriores.

Y la salvedad de que, precisamente en estos hospitales, consultas y laboratorios médicos casi primermundistas, se atienden los jefes. Pero los grandes jefes; no jefecitos municipales y otros cascajos.

Y bien, lo que aparece en el título de estas líneas, “PA”…, pues significa, en la jerga médica actual, “Paciente agradecido”.

O sea, una persona que lleva cositas de regalo a sus doctores y doctoras; como pueden ser una cuchilla de afeitar, media libra de café, un blúmer de la “chopin”, una camisa que les trajo algún primo que vive allá, donde el imperialismo, tres libras de frijoles o un queso criollo; y en no pocos casos, facilita al médico conectos para conseguir gasolina gratis en los bajos fondos, o un boleto de tren interprovincial a precio oficial.

En fin, el PA es hoy en día la salvación de los abnegados médicos cubanos; sin ellos, y esto lo sabe cualquier policía auxiliar o el propio ministro de Salud Pública… sin ellos, nuestros doctores no verían la luz, como se dice.

Y, naturalmente, el PA es alguien que siempre va a dar con el mejor especialista, o no tiene problemas para que el dentista le reserve la última radiografía disponible, o no lo dude usted: para él o para cualquiera de sus familiares o “socios” siempre habrá un turno disponible en la consulta de mañana o el derecho de contar con un “ingreso para chequeo”.

En fin, el PA es un nuevo modelo de revolucionario muy apetecido por los doctores; y en la medida en que más cooperativo sea, más pegue y posibilidades tendrá.

De modo que hay PA de tercera, de segunda, de primera, y está el SuperPA —este, casi siempre, con buena plata y recursos obtenidos gracias a su picardía para vivir del “pueblo honrado y trabajador”.

No debería ser así.

Pero es así.


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