Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Humor

Patria o etanol

Intercambio de papeles: Raúl al poder, Fidel al alcohol y Moratinos al mojito.

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La heroica insurrección cibernética encabezada por los intelectuales de la Isla meses atrás, comienza a rendir dividendos. No me refiero a la frenética repartición de premios y homenajes que puso fin al intercambio de emails que sacudió las redes cubanas en aquellos días.

Los premios y homenajes están muy bien, pero no sólo de diplomas vive el hombre. También se necesitan cosas más elevadas y con esto no aludo necesariamente a ser usuario de Cubana de Aviación. Porque viajes también se repartieron, y aunque en ciertos casos se trató de itinerarios interprovinciales, no hay que tenerlos en menos si consideramos que los precios de los pasajes nacionales se han elevado hasta un 300%.

Y que lo digan nuestros hermanos palestinos, para quienes viajar de Jiguaní a La Habana con una jaba de malangas es más difícil que ir de la franja de Gaza a Jerusalén con un cartel colgado en el cuello que diga: "No tocar: hombre-bomba". (Por eso, aunque no es el tema central de esta columna, aprovecho para exigir ¡Libertad para el hermano pueblo palestino!).

Gorki, el único libre

Hablando de libertad, ese es justamente el máximo logro alcanzado por la pasada rebeldía de los intelectuales: la libertad de expresión. No, no bromeo. Son impresionantes los amplios espacios de libertad conquistados por los intelectuales en los últimos meses. El único problema es que sólo uno está haciendo uso de ellos: Gorki Águila (o Carrasco, depende cómo le vayan las relaciones con su padre), líder de la banda cubana de punk rock Porno para Ricardo.

Se sabe que en Cuba hay una gran libertad para expresar cualquier tipo de crítica al imperialismo y a alguno de sus aliados, elegido previamente por el Comandante, lo mismo Europa que los mosquitos. Sin embargo, en una entrevista divulgada en internet, Gorki, ataviado con una pañoleta roja de pionero, declaró que no se sumaba "a la ideología de mierda de este país". Y más adelante, por si había dudas, aclaró que se refería a la ideología comu… (bleep).

Hay que admitir que estas declaraciones son bastante inusuales en la Isla, porque hace un tiempo, sólo por usar la pañoleta en esa entrevista, lo habrían metido diez años preso acusado de uso incorrecto del uniforme y maltrato a la propiedad social. Pero el uso de la libertad de expresión por parte de Gorki no se limita a eso: es autor de lemas como "Aleja a tus hijos de la droga. O mucho mejor: aléjate a ti, a tus hijos y a toda tu familia de la policía", y de una canción difundida en internet con el título de El Comandante, donde exhorta al susodicho a cambiar de dieta. Básicamente, Gorki le recomienda no comer tanta (bleep).

Por supuesto que los intelectuales cubanos no se han dejado impresionar por el ejemplo del roquero. Dicen que eso no se vale, porque si él habla con esa libertad es gracias al uso de sustancias prohibidas, lo cual está en contra del espíritu olímpico. Que cuando ellos se dan dos tragos de alcohol, también dicen sus cositas subversivas. Eso sí, bajando bien la voz y en un lugar en que tengan seguridad de que no hay micrófonos; tratándose de Cuba, equivale a decir en medio de la Ciénaga de Zapata.

Hablar de alcohol en estos días, hace que uno piense en el Coman… (bleep). No ha sido Gorki el único en aprovechar las nuevas posibilidades de la libertad de expresión en la Isla. No es que el Coman… (bleep) haya seguido los consejos de Gorki. El Coman… (bleep), no obstante a estar sometido a dieta blanda, sigue siendo el mismo come… (bleep) que todos conocemos, pero al menos su delicado estado de salud lo ha librado de hablar de los mismos temas de siempre.

Ahora, escribe en lugar de hablar. En vez de por las ollas arroceras, le ha dado por reflexionar sobre el etanol, tema en el que sabemos que el principal experto no es él, sino su hermano. Es lo que llamo un intercambio de papeles: el hermano al poder y el Coman… (bleep) al alcohol.

Ni caña, ni etanol, ni comida, ni nada

El problema es que ninguno de los dos parece muy complacido con el cambio. Raúl no sabe qué hacer con el poder y el Coman… (bleep) se opone a hacer cualquier cosa con el alcohol, sobre todo si se trata de usarlo como combustible. La preocupación del Coman… (bleep) es válida: ¿se imaginan los asaltos a los Cupet en tiempo de carnavales? Pero al Coman… (bleep), que sabe por experiencia propia que los asaltos en época de carnavales no llevan a ningún lado, le preocupan los efectos que puede traer para el planeta tanto alcohol. Bastante tiene con los efectos que ha producido en su hermano.

El Coman… (bleep) reflexiona que si se emplea toda esa tierra en producir alcohol como combustible, ¿de dónde van a salir los alimentos? Cuando le ha tocado resolver esa disyuntiva, el Coman… (bleep) ha sido mucho más radical: ni caña, ni etanol, ni comida, ni nada.

Él prefiere utilizar las tierras en el cultivo del marabú, que, como se sabe, es una planta estratégica: además de un símbolo de lo que puede lograr el socialismo cuando se aplica en tierras tropicales, sirve para que Hugo Chávez le coja lástima, le mande petróleo para vender, y con ese dinero compre pollos congelados a los americanos.


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