Patria o etanol
Intercambio de papeles: Raúl al poder, Fidel al alcohol y Moratinos al mojito.
El problema es que si los americanos, en vez de criar pollos, se ponen a producir etanol, se rompería el ciclo marabú-lástima-petróleo-pollo congelado, el único que hasta ahora ha demostrado ser perfectamente ecológico. Tanto es así que Cuba ha sido declarada por el Fondo Mundial de la Naturaleza único país en el mundo que cumple con los parámetros del desarrollo sostenible, gracias a que su consumo por habitante es inferior al de una planta de marabú.
El problema es que si se rompe el ciclo marabú-lástima-petróleo-pollo congelado, los cubanos y el marabú se quedarán a solas frente a frente, y entonces habrá apenas dos opciones: los cubanos se comen el marabú o el marabú se come a los cubanos. Lo primero no preocupa demasiado, porque aunque el marabú está lleno de espinas, los compatriotas están entrenados con el pescado que vende el gobierno.
Sin embargo, el triunfo del marabú llevaría inevitablemente a la caída del régimen: por muy resistente que sea el marabú, dudo que tenga el mismo nivel de aguante de nosotros los cubanos.
El etanol de Moratinos
Dejemos al Coman… (bleep), entretenido como está con el etanol (¿acaso hay algo más entretenido?), y pasemos a otra noticia que también involucra al etanol, aunque en una variante autóctona y refrescante: el mojito. Se trata de la visita a La Habana del canciller español, Miguel Ángel Moratinos. Hay un montón de gente ofendida con esa visita.
Unos piensan que era mejor que Moratinos se hubiera quedado en España. Otros, que el que debió quedarse en España era el padre del Coman… (bleep). Pero no. Moratinos decidió viajar a La Habana, en vez de quedarse lidiando con el tráfico de carretera de Semana Santa. Y como el canciller ni se reunió con los disidentes, ni exigió la liberación de presos políticos, todos se indignaron.
Todos, menos Menoyo [Eloy Gutiérrez, el comandante zen], que no consigue indignarse ni aunque lo inviten a un campeonato mundial de escupidas en el papel estelar de tiro al blanco.
Tiene razón, ¿qué sentido tiene que alguien vaya a Cuba para reunirse con disidentes? Como dijo Gaspar Llamazares, coordinador general del partido español Izquierda Unida (ÑHMS, según sus siglas en ñáñigo, que significan: Ñángaras Hasta que la Muerte nos Separe), "los disidentes forman parte de la realidad cubana". Así mismo, son parte de la realidad, como los baches y el marabú. Una cosa es reconocer que un bache es parte de la realidad y otra distinta es ponerse a hablar con ese bache o pedir que le den derecho al voto.
Como ya dijimos, el encuentro entre funcionarios cubanos y españoles fue presidido por esa apetecida versión del etanol conocida como mojito. Quedó demostrado que quizás el etanol sea un desastre para la humanidad, pero hace funcionar de lo más bien las relaciones diplomáticas.
Después que Moratinos anunció que iban a hablar de derechos humanos, el canciller cubano Pérez Roque, más conocido como PEB (Producto Externo Bruto), dijo que los presos políticos quedaban fuera de las conversaciones, porque eran "ilegales, inmorales o engordan". No, esa es una canción de Roberto Carlos.
En realidad, dijo que los presos políticos eran mercenarios, terroristas o no existían. Concordarán conmigo en que ni siquiera a un ministro español debe escapársele que hablar en Cuba de derechos humanos sin mencionar a los presos, es como hablar de la esclavitud sin mencionar a los esclavos, o si los mencionaran, decir que son inmigrantes ilegales a los que generosamente se les ha ofrecido trabajo con alojamiento perpetuo incluído, además de plena satisfacción de sus necesidades masoquistas.
En aquel momento de tensión provocado por su colega caribeño, el canciller español se zambulló en el primer mojito que encontró a mano y salió diciendo: "Hemos discutido todos los temas en un clima de confianza, de entendimiento y de respeto". Eso equivale en lenguaje diplomático a lo que en música es el "De do do do de da da da", de The Police, o aquel merengue metafísico que decía: "es un merengue sin letra, es un merengue sin letra, no dice nada, no dice nada".
Mientras tanto, se espera con ansiedad el regreso al poder del Coman… (bleep) el próximo 28 de abril, que tanto le echa de menos. Nadie está tan ansioso como su hermano Raúl, cansado de sus obligaciones de estadista, entre las cuales andar sobrio es la más compleja, sin duda.
Además, no entiende por qué su hermano la ha cogido con el etanol, con lo buen combustible que ha demostrado ser: las cinco provincias orientales funcionan a base de etanol, sobre todo en tiempo de carnavales, y el hermano pueblo palestino nunca se ha quejado.
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