Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Sociedad

Periecos no, ilotas

¿Qué puede esperarse de la tan elogiada 'clase media cubana'?

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En Cuba, luego de casi medio siglo de revolución socialista (así le llaman por lo menos), nuestro conflicto número uno continúa asentado en la rivalidad de clases. Es el dominio de una clase omnipotente, despiadada, sobre los desposeídos totales, con una clase intermedia que, parafraseando a Hamlet, no parece estar compuesta por seres humanos sino por flautas que el régimen toca a capricho y que se dejan tocar gustosas, mientras más, con mayor afinación.

Es bueno recordarlo porque últimamente los ilusos de siempre están mencionando otra vez el papel fundamental (imprescindible dicen) que le corresponde jugar a nuestra "clase media" en la situación de vacío de poder y de nebulosa ante el futuro que caracteriza ahora mismo el panorama en esta isla.

La verdad será dicha por mucho que duela y por más pesimismo que ocasione. Y la verdad es que si de alguien no se puede esperar nada (nada más que la defensa a ultranza de su tranquilidad cobarde y de su oportunismo barrigón) es de esa "clase media" cubana, cuya cifra se incrementó en los últimos tiempos (sutil y astutamente) a instancias de la dictadura.

Subespecie mediocre

Nuestra "clase media" (en realidad, una buena parte de sus miembros no alcanza siquiera esa cierta seguridad material que es propia de las clases medias) se parece mucho a la de los periecos de Esparta, aquella subespecie mediocre y miserable a la cual los gobernantes mantenían neutralizada otorgándole premisas económicas, restringidas, claro, pero que les hacían sentirse por encima de la gran muchedumbre de ilotas, que era el pueblo esclavo.

Si bien se mira, la organización clasista del Estado totalitario en Cuba pudo ser inspirada por los espartanos. Al igual que en esa región de la antigua Grecia, existe aquí la cúpula de los homoioi, que es la clase de los que más orinan y de los únicos que comen como Dios manda. Están los ilotas, cuyo destino es trabajar para los de arriba y servir como carne de cañón, sin derecho al derecho. Y están los periecos, en los que hoy fundan esperanzas algunos analistas dispuestos a agarrarse de la brocha una vez caída la escalera.

Sin embargo, de la misma forma que nuestra "clase media" no llega ni a media clase, tanto por su empuje económico como social, tampoco es aconsejable esperar que su actitud guarde relación con la defensa del progreso y el apego a los ideales democráticos que históricamente han distinguido a este grupo. Quizás ello se deba a su propia falta de autenticidad como clase.


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