Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Prensas, Periódicos

Por una prensa revolucionaria, leal y militante

Aunque no informe ni sirva para nada

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Ha terminado el congreso de la Unión de Periodistas de Cuba con las mismas promesas y absurdos del primer conclave hace medio siglo, cuando se constituyó la organización.

Tal vez lo más creativo de aquella reunión inicial fue el acuerdo de llamar a la nueva organización por las siglas de UPEC, porque si la identificaban como UPC podría confundirse con la Unión de Pioneros de Cuba, y claro, los periodistas revolucionarios deberían ser un poco más maduros que los niños. ¿O no?

Sin embargo, después de cinco décadas de abúlica existencia informativa la prensa oficialista sigue tan rancia, cobarde, falta de transparencia y aburrida como entonces, sólo que ahora ya puede proclamar que acumula cincuenta años de experiencia.

¿Cuántas veces en este medio siglo hemos oído plantear que la prensa revolucionaria debe ser crítica, ajena al secretismo, veraz, profunda, comprometida y quien sabe cuantas cosas más? Pero de las palabras vacías y las consignas huecas nunca ha pasado, y quienes intentaron hacer un periodismo verdaderamente profesional y serio en la Cuba de los Castro, más temprano que tarde perdieron sus trabajos, su libertad, o tuvieron que partir al exilio que ahora el régimen quiere llamar emigración económica.

El idiota que tiene la tarea de comentar continuamente todo lo que se escribe en Cubaencuentro para tratar de desviar los comentarios (aunque es tan torpe que a veces me pregunto si no será un idiota por cuenta propia), podrá decir que en Cuba no aparecen periodistas asesinados (lo cual es cierto), o se podrá referir a la falta de libertad de prensa en Estados Unidos o Dinamarca, el hambre en Baluchistán, el coeficiente de boberías por palabras que él mismo escribe, o la inmortalidad del cangrejo (su gran especialidad), pero nada de eso hará a la prensa del régimen más veraz, más responsable, más informativa, más atractiva, más seria, ni más entretenida.

Desde la oposición, diarios comunistas como “L’Humanité” en Francia y “L’Unitá” en Italia eran respetables. “Noticias de Hoy”, órgano del Partido Socialista Popular en Cuba, fue un periódico presentable. Todos esos periódicos comunistas tenían que competir en el mercado con otros periódicos. Sin embargo, la densidad, falta de veracidad, aburrimiento y rechazo de la población a la prensa de los comunistas en el poder no es privilegio exclusivo de “Granma”. Ninguna prensa comunista en el socialismo real sirvió mucho en ningún lugar, especialmente los órganos oficiales de los Partidos Comunistas: “Pravda” en la Unión Soviética, “Renmin Ribao” en China, “Rodong Sinmun” en Corea del Norte, “Rude Pravo” en Checoslovaquia, “Nhan Dan” en Vietnam, “Neues Deutschland” en Alemania Oriental, y todos los demás, nunca impresionaron a los lectores de a pie.

Cuando más interesaron las publicaciones soviéticas a los cubanos fue en tiempos de la “glasnot” de Gorbachev, cuando se agotaban de inmediato “Sputnik” y “Novedades de Moscú” en los estanquillos, porque contaban la realidad y no lo que quería el partido comunista. No por gusto el régimen cubano prohibió su venta en el país.

Es un problema intrínseco del comunismo. No se trata de que no existan buenos periodistas cubanos. He conocido muchos de primerísimo nivel profesional, desde los del núcleo inicial que en 1963 participó en la creación de la UPEC, pasando por otros que fueron excelentes estudiantes en la Escuela de Periodismo y que, a pesar de los pesares, mantienen dignidad profesional en sus trabajos en la prensa oficialista, hasta los que fuera de Cuba se desempeñan muy profesionalmente en diversos medios. Y también otros que, lamentablemente, por una razón u otra, en las nada fáciles condiciones del exilio encaminaron sus vidas en otras actividades profesionales.

El problema de la prensa en Cuba no está en los periodistas, sino en los dueños de los medios de prensa, o más exactamente, en el único dueño, porque todos son propiedad del Estado totalitario. Y para ese Estado dictatorial y contrarrevolucionario el periodismo no es la profesión de informar veraz y responsablemente, sino la actividad de adoctrinar a “las masas” en las “verdades” que convienen a quienes detentan el poder.

Consiguientemente, los periodistas en Cuba no pueden ser profesionales de la palabra porque tienen que ser comisarios, trabajadores ideológicos, militantes que deben subordinar su pluma (o su computadora) a los intereses y objetivos del partido. Sus propias ideas y convicciones podrán expresarlas en la intimidad de sus familias o a sus amigos de confianza, pero no cuentan para nada en el trabajo, donde lo que impera son las instrucciones del jerifalte de turno del Departamento Ideológico del Partido.

Ese entorno totalitario y represivo ha sido durante más de medio siglo, y sigue siendo, excelente caldo de cultivo para oportunistas, ineptos, lamebotas, trepadores, escoria, lo más miserable de la profesión y de la vida misma, incapaces de brillar por su talento y su propio esfuerzo, que desde posiciones protegidas por sinecuras ideológicas o el cómodo anonimato “revolucionario”, ofenden, mienten, difaman, insultan, falsifican, amenazan, tergiversan y esconden información, bajo el manto de enfoques “políticos” e “intereses de la revolución”.

Ese infame grupo se extiende desde algunos que pueden mostrar un nivel profesional respetable, hasta cafres de la más baja estofa y condición humana, que por un plato de chícharos (de lentejas, nada), un viajecito al extranjero o una palmadita en la espalda, son capaces de vender hasta a su propia madre envuelta para regalo. La casi totalidad de esta sub-capa de miserables disfrazados de mediocres periodistas-comisarios sería incapaz de sostener un debate digno y respetuoso durante más de cinco minutos con muchos cubanos preparados, periodistas independientes, o simplemente cubanos de a pie.

Ahora es Miguel Díaz-Canel quien desde el poder llamó a la prensa cubana a la carga al machete contra todos los males que se puedan mencionar, y tal vez los más jóvenes piensen que esta vez será distinto. Pero deberían saber, antes de creer en Los Reyes Magos, que antes llamaron a lo mismo, con más o menos las mismas palabras, “cuadros políticos” que en su momento estuvieron en el tope del hit-parade del régimen y hoy ya no los recuerda casi nadie. ¿Por qué ahora debería ser diferente, si lo único que ha cambiado son algunos personajes, no las opresivas condiciones en que se desarrollaron los periodistas y los acontecimientos?

Allá quienes quieran creer en cuentos de hadas. Los cubanos de a pie, esos que no escriben en los periódicos ni salen en la televisión, conocen perfectamente el mejor uso que le pueden dar a los periódicos oficialistas. Tanto a “Granma” como a “Juventud Rebelde”, “Trabajadores” y a todos los órganos provinciales.

Y lo hacen continuamente.


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