Realidad y soluciones
Posibles fórmulas para resolver el problema de los médicos cubanos varados en terceros países
Los médicos cubanos significan tal vez el grupo profesional más relevante en la historia reciente del país. Han sido noticia, propósito, exaltación, fuente económica y evento de emigración; todo esto en un escenario insistente e ideológicamente avieso, donde se conjuga la formación de estos, la práctica, la manipulación política, la explotación y los deseos hechos realidad en muchos y truncados en otros, por salirse de una situación agobiante.
La realidad es hoy muy complicada. La cifra médicos cubanos se calcula en unos 75 mil, lo que representa un médico por cada 160 habitantes en la Isla, pero que trabajan también en servicios médicos en el exterior. Las cifras conservadoras señalaban en el año 2013, que en 60 países trabajaban 15.000 médicos, 2.300 oftalmólogos, 15.000 licenciados, 5.000 técnicos de la salud y 800 personal de servicios. Las cifras más optimistas hablan de unos $5.000 millones al año de ganancias; aunque algunas fuentes sitúan esta cifra en los $8.000 millones. Solo en Venezuela, por los servicios médicos a ese país, Cuba recibe 100 mil barriles diarios de petróleo.[1]
Hoy los médicos dislocados en estos 60 países ven que el deterioro de la situación en Cuba es ostensible; en tanto que en Venezuela, donde Cuba mantiene un contingente médico de 28.811 profesionales, la crisis es tal que muchos de ellos dejan sus obligaciones para esconderse a la espera de mejores tiempos o emigrar. En Brasil, país sacudido por una crisis política, 1.439 médicos emigraron a Estados Unidos a través de la Cuban Medical Professional Parole (CMPP)[2] solo en el año 2016, en tanto que otros médicos han recurrido a la opción de casarse con ciudadanos brasileños para evitar el retorno forzoso.[3]
La situación puede variar de un país a otro, de los contratos establecidos ente países y de la situación que supone que estos médicos cubanos en el exterior han dejado en la Isla a su familia, mujeres e hijos que representa un vínculo difícil de romper, por muy racional y necesario que sea el deseo o la necesidad de emigrar. El régimen cubano siempre tuvo en cuenta este asunto; el de dividir a la familia para que el regreso del internacionalista estuviera garantizado.
El médico cubano en el exterior tiene que decidir entre emigrar, dejando en la Isla a la familia y los fondos que el régimen le mantiene congelado en un banco a la espera de su regreso, y considerar que en el país donde ahora está no puede quedarse, porque este país es un apéndice ideológico de Cuba y corre peligro. Entonces, como no cuenta con dinero ni vínculos para emigrar y establecerse en otro país, solo le queda la opción de acogerse al programa conocido como Cuban Medical Professional Parole (CMPP) y este fue suprimido por el expresidente Barak Obama poco antes de dejar la presidencia. Tampoco puede emigrar por su cuenta y riesgo hasta la frontera sur de EEUU, porque el expresidente también invalidó la política de “pies secos, pies mojados”. Esta es la razón por la cual ahora aparece un nuevo apelativo relacionado con los médicos cubanos, “varados”. Médicos cubanos que venían camino a EEUU ya no pueden entrar porque, como otros muchos cubanos, no podrán ingresar al territorio de EEUU sin la autorización requerida, y luego de la entrada sin dicho documento apelar a la Ley de ajuste cubano. También están en situación muy difícil si se encuentran en otros países como Colombia, porque presentaron a tiempo su documentación para el CMPP pero no han sido considerados para recibir la visa, o no presentaron los documentos en regla, o lo presentaron después de la fecha en que Obama anuló el programa CMPP. Cifras no confirmadas señalan unos 3.000 médicos cubanos varados en terceros países esperando… ¿esperando que?
El país que en un acto de conmiseración acogió a unos 8 mil médicos cubanos mediante el CMPP y que cuenta con un relativo déficit de médicos, debe tener en cuenta la inclusión de estos médicos en el sistema de salud de EEUU.[4]
En el año 2001 conocí de un programa en EEUU encaminado a la formación de médicos en Cuba. Este programa fue promovido, entre otros, por el congresista Ciro D. Rodríguez, representante del 28th. distrito en el estado de Texas. La propia oficina del congresista, por aquella fecha, abrió la recepción de solicitudes. Los contactos que traté de hacer con la oficina del congresista resultaron infructuosos, pero en carta a éste le argumenté que “esperamos que las oficinas de los congresistas norteamericanos, generen programas de rescate laboral de los profesionales ya radicados en los Estados Unidos”.[5]
Lo interesante de todo esto es que, como parte de la política de “deshielo” establecida por el expresidente Obama, se ha anunciado que Cuba enviará médicos para trabajar en conjunto con profesionales estadounidenses en la asistencia médica de comunidades vulnerables en la ciudad de Chicago. Es alentador que médicos cubanos, aun cuando son enviados por el régimen en condiciones como siempre de semi esclavitud, puedan trabajar en EEUU y conocer de nuevas realidades siempre enriquecedoras; pero bien pueden los médicos cubanos y no cubanos que llegan como emigrantes a este país ser parte de estos programas de atención de áreas con déficit de atención médica primaria, ¿por qué no?
Lo cierto es que los médicos cubanos viven en una realidad de dificultades permanentes en Cuba como el resto de la población; son enviados a trabajar a otros países en condiciones de vasallaje dejando atrás a su familia; ya en el exterior, pronto consideran dejar estas precarias situaciones, vivir en libertad y emigrar como bien conviene. Solo que ya no tiene sentido llegar a las fronteras de EEUU porque no pueden entrar asumiendo una condición preferencial que ya no existe; ni pueden aplicar a un programa que ya fue suprimido. Entonces… ¿qué les queda?
Una posibilidad que deben considerar los médicos cubanos, y tal vez todos los emigrantes de esta nacionalidad que hoy están como viajeros que han zozobrados en otros países camino a EEUU, es asumir la condición de refugiados; establecerse mediante permisos de trabajos en países democráticos e insertarse en el mercado laboral de esos países. Es sabido que muchos países y organizaciones profesionales no aceptan a los médicos cubanos, pero siempre hay la posibilidad de que esta cerrazón ceda y muchos médicos cubanos, hoy escondidos y a la espera de llegar a EEUU, puedan establecerse y trabajar en otros países.
Los escenarios posibles serian estos:
- Que el actual Gobierno estadounidense considere y autorice la entrada de los médicos cubanos que aplicaron antes del 12 de enero de 2017 en el Programa CMPP.
- Que se reviertan las medidas impuestas por el expresidente Obama al CMPP y que los profesionales de la salud puedan beneficiarse de nuevo con este programa.
- Que los médicos cubanos beneficiados con este programa puedan incorporarse a los proyectos que, como el establecido en la ciudad de Chicago y la Universidad de Illinois, busqué ayudar a las comunidades más vulnerables.
- Que EEUU en coordinación con otros países otorgue a estos médicos la condición de refugiados según las normas de la ONU, y provean programas y ayudas para su reinserción laboral en terceros países. Esto es posible tal y con lo hace la Organización Panamericana de la Salud, con su acuerdo de coordinación con los gobiernos de Brasil y Cuba para el programa Mais Medicos.
- Que aquellos terceros países donde se encuentran médicos cubanos a la espera, faciliten la convalidación de los títulos acorde con convenios establecidos.[6]
- Que las instituciones de aquellos terceros países acepten la condición de refugiados, emitan los necesarios permisos de trabajo y permitan que los médicos cubanos sean parte de los sistemas nacionales de salud, disponiendo así de una fuente de profesionales calificados y de probada experiencia.
Pero lo mejor, lo más promisorio, lo que muchos deseamos es ver a nuestra Patria libre, que tengamos un regreso si es nuestro deseo para ser parte de un nuevo renacer de nuestro país hoy sufriente y abrumado.
Hasta tanto…, es menester adecuarse a las realidades y buscar lo que es mejor para la vida laboral y familiar de nuestros laboriosos y dedicados profesionales de la salud, hoy en zozobra. Estoy seguro que harán lo que es mejor para ellos y sus familiares.
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