Actualizado: 28/03/2024 20:07
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Conferencia, CTC, Reformas, PCC

Revertir la barrida

La CTC ha cumplido su cometido, al barrer prácticamente por completo la tradición sindical de la Isla

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Los cubanos han recibido el 2012 haciendo colas para entregar una declaración jurada o para sacar una licencia que les permitirá comenzar a trabajar por cuenta propia. En muchas oficinas se comienzan a solicitar créditos o implorar subsidios. No se habla demasiado de la Primera Conferencia Nacional del Partido que se realizará este fin de semana. La prensa calla pero el pueblo espera. Unos la profundización de las medidas promovidas desde el pasado Congreso y otros, que el PCC saque de la chistera reformas que no correspondan solamente al sector económico.

Salvo las purgas silenciosas de algunos dirigentes y empresarios, o la fuga de ladrones de guayabera, la vida en la Isla sigue igual. Las reformas realizadas (o proyectadas) favorecen a los que han logrado, carné del Partido en mano, escalar hasta cómodos peldaños. Es a los trabajadores, a los cubanos de a pie y empobrecidos, a los que les corresponderá lidiar con las consecuencias desastrosas de la llamada “actualización” del socialismo.

Quizás a esto se debe el tratamiento especial que algunas instituciones del Estado se empeñan en tener con los trabajadores por estos días, una medida para aquietar los ánimos. La actual situación tiene puntos en contacto con lo sucedido en la segunda mitad de los años noventa a raíz del llamado “Parlamento Obrero”, donde con la flexibilización del centralismo los colectivos laborales generaron chispazos de protagonismo e iniciativas que fueron bruscamente apagadas tras el tímido despunte de la economía. Se habla también ahora de participación y de condiciones de trabajo.

La Central de Trabajadores de Cuba (CTC) llama a un proceso de discusión del plan y el presupuesto en cada centro para el año que comienza. En el debate, programado para los meses de enero y febrero, se prevé la participación de más de 2 millones de trabajadores[1].

El Secretariado Nacional de la CTC, en palabras de su Secretario General (SG), Salvador Valdés Mesa, dicta que “el presupuesto es sagrado y que debe quedar claro el nivel de productividad que se debe alcanzar”[2]. Desvergonzadamente se pide una vez más compromiso con la economía y ahorro. Las asambleas serán escenarios donde los dirigentes sindicales (siempre serviles al Estado /Partido) fingirán que escuchan propuestas y tratarán inútilmente de comprometer a los trabajadores con el destino del país, destino que no es más que la supervivencia de su élite.

La CTC muestra una vez más su rostro desleal. Los llamados a participar son solo engaños. En las últimas cinco décadas la única organización que puede, de manera legal, representar a los trabajadores cubanos, ha cultivado una variada lista de traiciones inolvidables. Quedó decretada la obligatoria militancia comunista del SG de la Central, se redujeron sustancialmente el número de sindicatos y justificaron la supresión del derecho a huelga presente desde la Constitución del 40 (Artículo 71). Se impuso la disciplina productiva y no nos faltaron “Emulaciones Socialistas” y “Trabajos Voluntarios” (léase: obligatorios y sin remuneración). Aún se recuerdan las fatídicas Asambleas de Mérito y Demérito que solo lograban generar enemistades y desconfianza entre trabajadores.

La CTC ha cumplido su cometido, ha barrido prácticamente por completo la tradición sindical de la Isla[3]. Se ha borrado de la memoria histórica los diferentes periódicos que respondían a los intereses de los trabajadores, los recuerdos de huelgas de hambre, de brazos caídos, los congresos locales y regionales y las organizaciones obreras que representaban a un número considerable de sindicatos. Ni hablar de las reivindicaciones conseguidas, como la jornada laboral de 7 horas, el bono de fin de año y los pagos por enfermedad, nocturnidad, peso o antigüedad.

Ninguno de los supuestos dirigentes sindicales alzó su voz cuando en 2008 la nueva Ley de Seguridad Social adicionó cinco años a la edad de retiro de hombres y mujeres, o cuando la jubilación se quedó en un 40 % del salario promedio percibido por los primeros 20 años de trabajo. Han apoyado los despidos y la idoneidad demostrada o incondicionalidad con el sistema seguirá siendo la norma para declarar disponibles. Los salarios cambiarán, pero solo para disminuir. Como si no bastara con darle la espalda a los que trabajan para el Estado, la Central ha hecho campaña para meter en el saco de sus afiliados a los cuentapropistas, según datos oficiales más de 100.000 se han incorporado al sindicato de Comercio y Gastronomía[4].

Ante esta ofensiva de un organización viciada, que pretende diluir la parcial independencia de los nuevos trabajadores respecto al Estado solo hay una solución, revertir la barrida. 2012 se nos presenta como un año en el que no encontraremos garantía de empleo (ni siquiera precario) y comenzaremos a ver un poco mejor las consecuencias de la explotación de trabajo asalariado. Los trabajadores cubanos necesitan mecanismos de defensa que el Estado les ha negado, necesitan de organizaciones que luchen por sus intereses, ante las imposiciones de empleadores nacionales o foráneos. Es necesario dejar de lado las tendencias conformistas y recuperar el sentido de rebelión y protesta.



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