Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Comunicación

Ridículo internacional

Cubavisión y el éxito de mostrar el estado material y mental de una isla.

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Acaba de llegar a China la señal de Cubavisión Internacional, sin dudas un suceso donde los haya. La Habana ha demorado casi medio siglo en situar una señal televisiva permanente al otro lado del mundo y, sin embargo, se felicita. Hace poco más de un año se hizo el milagro y la 'imagen oficial' de la Isla aterrizó en Europa. También hubo informes grandilocuentes y celebraciones que en España (ese atrasado país de antaño que tuvo televisión seis años después que Cuba) sonaron a guasa.

El retraso tecnológico que ha supuesto el castrismo sigue permitiendo ocurrencias como éstas. Los antiguos alumnos son hoy profesores galácticos, y el nivel de ridiculez que entraña la calidad televisiva de la Isla —ahora amplificada, para más inri— es la peor propaganda que ha podido hacerse el régimen al globalizar sus miserias materiales, tecnológicas, artísticas y de expresión.

¿Cómo un país que tuvo televisión en fecha tan temprana como 1950 ha llegado a tal escalón del desprestigio?

De princesa a Cenicienta

Sólo en 2005, 46 años después de la llegada de Castro al poder, Cuba logró poner en antena cuatro cadenas nacionales de televisión y superar así la cifra de los tres canales existentes en 1958: CMQ Televisión, Unión Radio Televisión y Telemundo.

Con la intervención de las estaciones terminó el proceso de innovación y liderazgo existente hasta entonces. Un ejemplo lapidario lo hallamos en el impasse sufrido por la televisión en colores. Cuba fue el primer país latinoamericano en disfrutarla, y el segundo del mundo, según datos de la Organización de Estados Iberoamericanos (OIE).

Sin embargo, después de su exitoso lanzamiento entre los años 1958 y 1959, el color no pudo desarrollarse integralmente hasta 1975. Todavía en 1980 algunos programas emitidos desde los estudios del Vedado eran en blanco y negro. Y en los canales provinciales de entonces (en Santiago de Cuba y Holguín), el blanco y negro compartió emisiones con los colores hasta terminar la década de los ochenta.

Ahora la moda radica en los denominados canales educativos, que en número de dos acribillan a los cubanos de inútiles clases de ajedrez o botánica, aunque también de algunos filmes extranjeros de excelente factura; todo sea dicho. Pero la calidad de formatos, programas, transmisiones, escenografías y demás aspectos técnico-artísticos nacionales no puede siquiera compararse con la de otros países del Tercer Mundo, estrenados en estos trajines mucho después.

Debido a la férrea censura y al control gubernamental sobre el medio, Cuba ha salido bastante ilesa del impacto de la llamada "telebasura"; aunque esa misma receta le ha valido para aislarse de las tendencias televisivas contemporáneas y de algo mucho más clamoroso: desde la llegada de Castro al poder, el nivel de la calidad audiovisual bajó tanto que nunca más la Isla ha servido de referente latinoamericano e internacional en ningún aspecto de la televisión, como sí lo había constituido entre 1950 y 1959.


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