Actualizado: 22/04/2024 20:20
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Economía

Son molinos, no gigantes

Las cifras oficiales dicen que Cuba es la que más crece en Latinoamérica, pero la población es cada vez más pobre y el país está destrozado.

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A juzgar por las recientes declaraciones del vicepresidente Carlos Lage y del ministro de Economía, José Luis Rodríguez, Cuba tiene la economía de mayor crecimiento en América Latina.

Ambos altos funcionarios reiteraron recientemente al diario Granma y demás medios de la Isla, que el país registrará en 2008 un fuerte crecimiento económico pese a la recesión global que afecta al mundo y los destrozos de tres huracanes que devastaron varias provincias del país, aunque el titular de Economía matizó que el incremento en el segundo semestre no será tan alto como el del primero, que "cerró con un 6%", tasa que no tuvo ningún otro país de la región.

Estas cifras recuerdan que el Ministerio de Economía informó antes que en 2005 el Producto Interno Bruto (PIB) de la Isla creció en un espectacular 11,8%, subió hasta un 12,5% —el mayor crecimiento del mundo— en 2006, y luego en 2007 bajó pero fue de un 7,5%, la cifra más alta del subcontinente.

O sea, que el país suelta los pedazos poco a poco —sólo hay que echar un vistazo a la capital—, el 51% de las tierras estatales cultivables están ociosas, el gobierno tiene que importar 2.500 millones de dólares en alimentos que no logra producir debido a la crisis endémica —de 50 años— de su agricultura, la masa ganadera se sigue encogiendo, la planta industrial del país presenta la mayor obsolescencia tecnológica de Occidente y produce cada vez menos, con inferior calidad y a mayor costo, y la población es cada vez más pobre, pero la economía cubana es la más pujante de Latinoamérica.

Ficción y realidad

La explicación de esta incongruencia entre cifras y realidad es simple: en Cuba se mide el quehacer económico con un método muy peculiar.

Los antecedentes de ello se remontan a 1960, cuando el Che Guevara, presidente del Banco Nacional de Cuba, se enfureció porque el cálculo que hizo esa institución —siempre lo había hecho— del crecimiento del PIB en 1959 fue de un 1%, tasa que el comandante argentino calificó de "inadmisible" y ordenó suspender el método usado en todo el mundo.

Desde entonces, Cuba carece de un sistema confiable de cuentas nacionales para medir el PIB —los bienes y servicios producidos en un año en el país—. Además, se niega a decir qué método usa.

Todo parece indicar que La Habana aplica el sistema criollo de "a ojo de buen cubero". Suma las operaciones de los riñones, del corazón, o de apendicitis, etcétera, que se realizaron en el año y dice: ¿cuánto valdrían si se cobraran a los precios de un país equis? Y los cursos que se dan por la televisión, ¿cuánto valdrían si se vendieran en DVD como en otros países? ¿Cuánto valdría cada análisis de sangre, rayos X, ultrasonido, o una consulta con un especialista?

El ministerio cubano pasa gato por liebre al sumar valores ficticios —calculados arbitrariamente— con valores reales y con precios basados en otra ficción, al darle al peso convertible un valor de 1.08 dólares. Está contabilizando gastos como si fuesen valores reales que podrían haberse producido si el país fuese capitalista. Pero ¿lo es?

Rodríguez, de quien se puede recordar sus conferencias en el Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM), en los años ochenta, sobre la "superioridad" del sistema comunista sobre el de libre mercado, sabe muy bien que en los servicios sociales que se comercializan el valor del servicio puede ser superior al gasto, pero que esto es imposible cuando los servicios son gratuitos, pues sólo se puede contabilizar el llamado "consumo productivo" (Por cierto, si todos los gobiernos hiciesen lo mismo, ¿de cuánto sería el PIB global del planeta?).

Sabe también que la economía cubana no se ha hundido ya en el mar gracias a los 5,1 millones de toneladas de petróleo que cada año regala Hugo Chávez. ¿Puede alguien imaginarse cómo estaría Cuba si tuviese que comprar ese crudo al precio del mercado?

No hay desarrollo sin crecimiento

Esta falacia estadística tiene su sustento filosófico en la tesis de Carlos Rafael Rodríguez —el más destacado economista marxista de la Isla— de que el crecimiento de la economía no significa automáticamente desarrollo económico.

Esto es cierto. Un país puede tener un notable crecimiento del PIB y su población estar sumergida en la pobreza, si hay una injusta distribución de las riquezas producidas y adolece de un proceso de industrialización que haga sustentable el desarrollo económico.

Luego de 1959, Rodríguez ya no hizo énfasis en la industrialización, sino en el carácter clasista de la distribución de las riquezas. Pero pronto comenzó a soslayar el caso concreto cubano y fue más académico, a medida que en la Isla se hacía evidente que no se podía distribuir lo que no se producía.

Además, con la caída del Muro de Berlín quedó al desnudo que la justa distribución en los países comunistas era, y es, un mito, como lo fue también el proceso de "industrialización" dirigido por el Che Guevara, que por poco hace añicos la industria azucarera cubana.

En fin, que puede haber crecimiento sin desarrollo, pero nunca desarrollo sin crecimiento. Este último debe ser real, sin los subterfugios estadísticos que usaba la URSS para parecer una gran potencia económica.

Es difícil explicar la superioridad socialista de que hablaba José Luis Rodríguez en el CIEM cuando hoy el tamaño real de la economía de Cuba es inferior al de República Dominicana, cuyo PIB en 1958 era 12 veces inferior al de Cuba. También 10 veces inferior era el PIB de Costa Rica en 1958 y hoy supera al de Cuba.

Comparaciones

Para ver las ventajas del socialismo, nada mejor que comparar Cuba con Chile, el país más neoliberal de América Latina.

Ambas naciones estaban a la par hace 50 años. Según el Banco Mundial, en 1958 el PIB de Chile fue de 2.580 millones de dólares y el de Cuba fue de 2.360 millones. El ingreso per cápita fue de 360 y 356 dólares, respectivamente, casi idénticos. Y había 7,1 millones de chilenos y 6,6 millones de cubanos.

¿Y qué ocurrió en este medio siglo? En 2007 el PIB de Chile fue de 163.844 millones de dólares, mientras que según cálculos de expertos de la ONU el de Cuba fue de 22.000 millones. El ingreso per cápita chileno fue de 12.262 dólares —el más alto de Latinoamérica—, en tanto que el de la Isla fue de 1.929 dólares.

Chile exportó por valor de 67.644 millones de dólares, incluyendo 30.439 millones en productos industriales de alto valor agregado. Cuba exportó por 3.231 millones, es decir, 21 veces menos que su otrora colega andino.

Por otra parte, el ingreso per cápita de México en 1958 fue de 284 dólares, o sea, inferior al de Cuba, pero en 2007 ascendió a 10.068 dólares, es decir, quintuplicó al de Cuba.

La economía de España en 1958 sólo duplicaba el tamaño de la cubana y tenía un ingreso per cápita de 180 dólares, casi la mitad que el de Cuba. Hoy el PIB español es 64 veces más grande que el de la Isla y su per cápita es de 21.000 dólares, 11 veces el de Cuba.

En fin, los juegos malabares del gobierno cubano con los números los psiquiatras dicen que es confundir el deseo con la realidad, un mal del que padecía el Quijote. No, no son gigantes, sino simples molinos, lo que hay detrás de las estadísticas cubanas.


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