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Watergate, Musculito

Tema del traidor y del héroe en Miami

La historia del cubanoamericano Eugenio Rolando Martínez, “Musculito“, uno de los “plomeros” de Watergate, continúa suscitando interrogantes

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Basilio Baltazar estaba preocupado. De visita en Miami para participar en la Feria del Libro en 1999, el día antes se había celebrado una conferencia de prensa en la ciudad, en que figuras del exilio habían salido en defensa de Eugenio Rolando Martínez, “Musculito”. Y eso le causaba una inquietud que traté de desviar por otros rumbos: “el libro de Zoé [Valdés] es realmente malo”. Me refería a Café Nostalgia, finalista del Premio Planeta 1996. “Sí, claro, es cierto. Pero eso no importa. Lo que importa es el premio”.

Como editor de Seix Barral, Baltazar acaba de publicar Dulces guerreros cubanos, de Norberto Fuentes, donde se afirmaba que “Musculito” había sido un agente cubano. Editor conocedor de su oficio, Basilio temía que tras la conferencia pudiera venir una demanda. “No te preocupes”, le dije. “Así son las cosas en Miami. No habrá demanda”. No sustentaba mi criterio en una experiencia editorial que no tenía, sino en los años de vivir en Miami. Y porque sabía lo que “Musculito” había dicho en la conferencia, y también sabía lo que “Musculito” sabía aún mejor que yo y no había dicho.

Y así fue, nunca hubo demanda. La historia de la publicación de Dulces guerreros cubanos, o lo que conozco de esa historia, queda para otra ocasión, y es posible que no la escriba nunca porque pertenece a Norberto hacerlo, aunque no me resulta ajena.

Lo que vale la pena ahora es detenerse en el hecho de que en Miami todo vuelve una y otra vez, como si la ciudad no pudiera escapar de esa maldición perenne de repetir la historia o las historias.

Un documento desclasificado recientemente ratificó que Martínez era un agente de la CIA cuando irrumpió en la oficina central del Partido Demócrata en el complejo Watergate de Washington D.C.

Por su parte, el año pasado Martínez confirmó públicamente por primera vez que la mayoría de los detalles eran correctos, excepto la apreciación de que él era agente cubano.

Martínez compareció en El espejo, el programa de televisión del periodista Juan Manuel Cao y confirmó que fue a Cuba y se reunió con dirigentes cubanos, pero no porque fuera agente cubano, sino porque el viaje había sido autorizado por la CIA misma para recabar información sobre la Isla. Agregó que el entonces presidente Ronald Reagan le otorgó el perdón por el caso Watergate a consecuencia del riesgoso viaje a Cuba, según informa ahora El Nuevo Herald.

Con 95 años de edad, Martínez conserva una vitalidad envidiable y no es raro encontrarlo en el restaurante Versailles, centro de las conversaciones de los exiliados en Miami.

En 1972, fue parte del grupo de cinco ladrones, conocidos como los “plomeros”, arrestados por la policía mientras trataban de colocar una escucha telefónica dentro de la oficina del Partido Demócrata en el Watergate. El caso provocó el escándalo que eventualmente obligó al entonces presidente Richard Nixon a dimitir.

En ese entonces, Martínez también estaba en la nómina de la CIA, con un sueldo de $100 al mes, como informante dentro de la comunidad cubana de exiliados en Miami. La nueva información confirmando que Martínez era agente de la CIA estaba contenida en el documento de la CIA desclasificado que obtuvo el grupo Judicial Watch en Washington.

Martínez cumplió 15 meses de prisión, y fue perdonado luego por el presidente Ronald Reagan.

Fue poco después de salir de prisión, que Martínez fue a Cuba secretamente para verse con dirigentes del régimen que otrora combatió.

La primera mención pública del viaje aparece en Dulces guerreros cubanos, durante una conversación entre Fuentes y Antonio de la Guardia:

“Musculito —aseguraba Tony— era en verdad un agente cubano, y Tony me lo había confesado con gran misterio, y Musculito había estado preguntando por Tony en Miami, porque Tony había sido el artífice de un traslado clandestino de Musculito a La Habana desde Jamaica después que este cumpliera la condena por Watergate, puesto que Fidel lo quería ver. La operación había sido una de las más audaces y Abrantes había recibido a Musculito y lo había llevado ante la presencia del Comandante.

—Esas son mentiras tuyas, Tony

—Bueno. Tú sabes. No hay peor ciego que el que no quiere ver.

—¿Un hombre nuestro en Watergate?”

—En Watergate. En la CIA. Y en la Casa Blanca”.

En la misma conversación, Tony le revela a Fuentes que él fue quien recogió a Martínez en una playa de Jamaica en una balsa y de ahí lo llevó al yate el Pájaro Azul, de Fidel Castro, a bordo del cual viajó a Cuba.

Entonces Martínez negó lo que contó Fuentes, pero cuando los periodistas lo presionaron sobre si también negaba haber ido a Cuba a bordo del yate de Fidel Castro, se negó a comentar sobre esos detalles diciendo que todo eso era información clasificada.

Sin embargo, En el programa televisivo El espejo Martínez ofreció otra versión:

“Todo eso es verdad”, Martínez le dijo a Cao, refiriéndose a cómo Fuentes describió su viaje a Cuba.

Aunque reafirmó que lo que no era correcto es que fuera un agente cubano.

Dijo que los cubanos lo contactaron porque pensaban que luego de cumplir su condena por Watergate, iba a estar molesto con Estados Unidos y estaría dispuesto a cambiar de casaca.

“Ellos tenían la seguridad que porque había sido condenado a 40 años de cárcel tenía que estar muy molesto con los americanos, y ese era el punto que utilizaron para captarme a mí”, explicó.

Martínez apuntó que, en todo momento, él siguió leal a la CIA, y que fue a Cuba luego que el Gobierno estadounidense le advirtió que el régimen de la Isla estaba interesado en convertirlo en agente cubano. Agregó que, al regresar de la Isla, suministró toda la información que obtuvo a la CIA.

Cuando Cao le preguntó qué había “ganado” con el viaje, Martínez contestó: “Eso hay que preguntárselo si la información que yo les di les dio provecho a la CIA. Parece que sí porque después me dieron un perdón presidencial por esa operación”.

Martínez dijo que para llegar a Cuba primero fue a México. Después viajó a Jamaica. Allí lo recogió Antonio de la Guardia.

Aunque dijo que viajó en el yate de Fidel Castro, en última instancia no se reunió con el líder cubano. El dirigente cubano más alto que vio fue al entonces ministro del Ministerio del Interior (MININT), José Abrantes, dijo Martínez.

Abrantes fue condenado a 20 años de prisión por peculado y negligencia, y murió en prisión de un ataque al corazón en 1991.

Fuentes y Martínez viven actualmente en Miami.

La historia de “Musculito” queda entonces para la literatura, más que para la historia.


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