Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Remolcador, Represión

Testigos recuerdan lo ocurrido al remolcador 13 de Marzo

Un patrón represivo que se ha repetido sin escrúpulo alguno

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BBC Mundo brinda un amplio artículo de lo ocurrido la noche en que fue hundido el remolcador 13 de Marzo.

De acuerdo a los testimonios de los entrevistados, así sucedieron los hechos:

“Tic, tic, tic, tiiiic. Radio Reloj da la hora. 8:16 minutos. Zozobró embarcación robada por elementos antisociales. En la madrugada de hoy, elementos antisociales sustrajeron por la fuerza una embarcación del puerto de La Habana con el fin de abandonar ilegalmente el país”.

Así informó la radio cubana por primera vez del hundimiento del remolcador 13 de Marzo y la muerte de 41 de sus ocupantes cuando intentaban salir ilegalmente del país.

A 20 años del suceso, BBC Mundo reproduce el testimonio de un sobreviviente, Sergio Perodín, quien vio morir a su esposa y su hijo aquel día, y de Jorge García, quien perdió un hijo y otros 13 miembros de su familia, para conocer sus recuerdos sobre uno de los episodios más oscuros de la migración ilegal de cubanos hacia Estados Unidos.

Jorge García no había podido conciliar el sueño en toda la noche. Llevaban más de tres meses preparando la salida y era el día esperado: 13 de julio de 1994.

La partida se había pospuesto tres veces por diversas razones, por lo que la noche del 12 de julio estaban todos con una mezcla de ansiedad y expectativa. Finalmente emprenderían el viaje rumbo a aguas de Florida, Estados Unidos.

El cuñado de García, Fidencio Ramel Prieto Hernández era el líder de la expedición. Tenía unos 51 años, era de origen campesino, estatura media, cara redonda y gafas cuadradas.

Además de ser el jefe de operaciones del puerto de La Habana, Prieto era el secretario del Partido Comunista. Esos dos cargos le concedían una autoridad suficiente como para moverse con total libertad por el puerto sin ser cuestionado, y le daban acceso privilegiado a la información de las operaciones portuarias.

Era el día perfecto para la salida. El mar estaría en calma en todo el estrecho de la Florida, según el parte meteorológico que estudiaban hacía semanas. Con poco viento y un motor de 1500 caballos de fuerza, estarían en los cayos de Florida para la hora de la cena.

En total viajarían 72 personas. Para evitar filtraciones de información a la policía, habían dividido a los viajeros en grupos. Solo los cuatro jefes de grupos sabían el día de la salida y el lugar. Las madres les habían dicho a los niños que iban a acampar.

“Prieto se había encargado de revisarla minuciosamente, probarla en travesías de trabajo, ponerle casco y motor nuevos. Los siete tripulantes que trabajaban habitualmente en la embarcación se habían sumado a la fuga”

Cuenta Jorge García:

“Esa noche un grupo se reunió en mi casa y de ahí salieron a encontrarse con los otros en la terminal del puerto de La Habana, donde estaba la embarcación 13 de Marzo, un remolcador industrial de 25 metros de largo”, recuerda García.

“Prieto se había encargado de revisarla minuciosamente, probarla en travesías de trabajo, ponerle casco y motor nuevos. Él tenía todas las llaves necesarias incluyendo las del timón y el motor del remolcador, por lo que no fue necesario usar la fuerza en ninguna instalación, ni en ninguna persona. Los siete tripulantes que trabajaban habitualmente en la embarcación se habían sumado a la fuga”.

A la 01:30 am ya no quedaba nadie en casa de García. Aunque no irían en la travesía, ni él ni su mujer pudieron conciliar el sueño. Sabían que los riesgos podían crecer sin previo aviso y convertirse en letales.

Pero casi todos los mayores de edad enlistados estaban con muy buen espíritu. La embarcación, a diferencia de las balsas caseras utilizadas frecuentemente por los cubanos para escapar a Miami, era segura.

La salida

Sergio Perodín, uno de los jefes de grupo y sobreviviente de la tragedia, le cuenta a BBC Mundo que alrededor de las 3:00 am ya estaban los 72 viajeros a bordo del remolcador 13 de Marzo.

“La zarpada fue a unos 300 metros de la capitanía del puerto de La Habana. Con el motor a muy bajas revoluciones, decidieron alejarse al máximo de capitanía y bordear la bahía”.

Pronto se dieron cuenta de que estaba siendo seguido por dos embarcaciones modelo Polargo, remolcadores de fabricación holandesa y casco de acero, habilitados para apagar fuegos con sendos cañones de agua salada a presión.

Según los relatos, las Polargo le hacen señas al 13 de Marzo en un par de ocasiones con sus potentes luces, pero el remolcador acelera y por momentos se aleja de las naves que tratan de impedir que siga su rumbo hacia aguas internacionales.

Perodín cuenta que a la altura del Castillo del Morro —la entrada de la bahía de La Habana— las embarcaciones que los persiguen comienzan a disparar sus potentes ráfagas de agua arrasando todo lo que encuentran en cubierta.

Los sobrevivientes cuentan que algunas mujeres deciden salir con sus hijos en brazos para alertar a las Polargo de las consecuencias de sus acciones, pero los chorros se aceleran y la presión del agua lanza a algunos al mar.

“Poco después, otra nave Polargo se suma y comienzan a embestir a la 13 de Marzo provocando una ruptura en el casco del remolcador, que era de madera”, recuerda Perodín.

“La embestida por popa deja una grieta por donde el barco empieza a hacer agua. Algunos de los niños y adultos que se encontraban en la sala de máquinas mueren en ese momento atrapados entre la entrada del mar y las máquinas del remolcador”.

“Una vez lanzados al mar y el 13 de Marzo totalmente hundido, comienzan a salir a flote fragmentos del barco como pedazos de madera y una nevera industrial con aire atrapado en su interior. De la nevera se agarraron un grupo de sobrevivientes, afirma Perodín en conversación con BBC Mundo.

“Las tres naves Polargo, con sus motores a máxima revolución, montaron un cerco alrededor de los sobrevivientes creando remolinos de agua”, agrega.

En un momento apagaron motores y abrieron paso a una embarcación militar de las tropas Guardafronteras para que recogiera a los náufragos, a la vez que un buque de bandera griega entraba al puerto de La Habana y pasaba a menos de una milla del incidente.

Mala señal

Alrededor de las 06:00 a.m. del 13 de julio, Jorge García, sin poder pegar un ojo durante toda la noche, se levanta de la cama para hacerse un café y como cada mañana casi de forma automática, sintoniza Radio Reloj.

En ese momento escucha que “en la madrugada de hoy, elementos antisociales sustrajeron por la fuerza del puerto de La Habana una embarcación con el fin de abandonar ilegalmente el país”.

Todas las alarmas se dispararon, la cabeza le dio mil vueltas y su mujer, parada en la cocina al lado de él, tuvo que sentarse porque las piernas no le servían para sostenerla.

“Cálmate flaca, que en el puerto se roban constantemente embarcaciones para fugarse del país”, dijo tratando de controlarse él también. “¿No escuchas que dijeron que la nave fue robada a la fuerza? No puede ser la nuestra.”

Hacía pocas semanas se habían robado la Polargo 5 para desviarla a Estados Unidos, y los tripulantes habían llegado sin problemas. Poco después, la nave fue retornada al gobierno cubano por su capitán, quien alegó que había sido desviado a Florida por la fuerza.

Jorge recuerda que a mediodía llegaron a su casa dos autos de la seguridad del Estado con militares de alto rango. De la puerta trasera salió su hija mayor María Victoria García Suárez.

María Victoria lucía como si un motor se la hubiese tragado y escupido, afirma Jorge. “Tenía el pelo impregnado en grasa negra industrial, la ropa destrozada y llena de moretones por todo el cuerpo”.

El militar les comunicó que “un número indeterminado de tu familia ha perecido en un trágico accidente”.

“Yo pensé que el mundo se me acababa”, recuerda Jorge en conversación con BBC Mundo en Miami, donde vive actualmente.

Los militares abandonaron inmediatamente la casa. “Y ahí empezó el gran calvario”, recuerda Jorge.

Jorge, aún en estado de shock y sin tiempo para poder procesar los hechos, le preguntó a María Victoria:

“¿Dónde está Joel?” María Victoria respondió: “No papá, no”.

“¿Dónde está Juan Mario? —”No papá, no”.

“¿Dónde está Eddy? —”No papá, no”.

“¿Dónde está Estrella? —”No papá, no”.

“Todos están muertos, papá, nos hundieron. Son unos asesinos”, respondió María Victoria y se echó a llorar.

De 17 miembros de la familia de García que intentaron salir de Cuba ese día sobrevivieron solo tres: su hija y dos sobrinos hijos de Ramel.

En total 41 cubanos murieron aquel día, 10 de ellos menores de edad. 31 personas sobrevivieron.

“Piratería irresponsable”

Los hechos que ocurrieron aquella madrugada en la bahía de La Habana nunca han sido esclarecidos del todo por el gobierno cubano.

Al día siguiente, el diario oficial Granma informó que “había zozobrado un remolcador robado por elementos antisociales y que salieron con vida 31 personas: 20 hombres, 5 mujeres y 6 menores de edad, existiendo un número indeterminado de desaparecidos”.

La prensa oficial calificó lo ocurrido como un “irresponsable hecho de piratería promovido los elementos más reaccionarios de Miami” y anunciaron una investigación.

Días después el periódico Tribuna de la Habana informó que el naufragio fue el resultado de un lamentable accidente al producirse una colisión. Se dijo además que el remolcador robado tenía una avería por donde entraba agua.

Años después, el entonces presidente cubano Fidel Castro habló de los hechos con el periodista Ignacio Ramonet en su libro Biografía a dos voces.

Castro contó que los remolcadores que persiguieron al 13 de Marzo iban tripulados por trabajadores del puerto y que lo hicieron “por su cuenta, sin comunicarse con nadie”.

“Era una noche oscura con olas. ¿Qué hicieron aquellos tripulantes? Se ponen a maniobrar para hacer que el otro regrese. Se ubica uno delante y el otro detrás y en esa situación se produce un accidente: el que va detrás, un remolcador metálico, está muy cerca y en un momento dado el oleaje provoca un choque accidental con el viejo remolcador de madera. La colisión abre una brecha en el barco secuestrado —iban más de 60 personas—, la embarcación comienza a hacer agua y empieza a caer gente al mar”, cuenta Castro.

En 1995, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA (CIDH) abrió un caso por las denuncias recibidas de parte de sobrevivientes de la tragedia y grupos de derechos humanos.

El gobierno de Cuba remitió a la CIDH copia de la intervención de Castro ante medios de comunicación cubanos del 5 de agosto de 1994, en la que refiere al caso.

Al día de hoy, los familiares aseguran que los cuerpos de los ahogados nunca les fueron entregados. Jamás se publicó en Cuba ninguna investigación independiente sobre el hundimiento del remolcador 13 de Marzo y aunque Fidel Castro admitió públicamente que los autores de la tragedia no tenían ni órdenes ni jurisdicción para sus acciones, jamás han respondido ante la justicia.

(El artículo de BBC Mundo se hizo con la colaboración de Clive Rudd Fernández, escritor de temas cubanos).

Tratamiento psiquiátrico

En 1996 María Victoria García Suárez aun estaba bajo tratamiento psiquiátrico.

“Las sesiones de electrochoques continúan. Hay perennemente una patrulla de la Seguridad del Estado frente a su casa en La Habana. No se permite a ningún periodista acercársele. ?Por que tanta atención? No se trata de una enferma mental peligrosa o de una despiadada enemiga de clase del régimen cubano. La única razón de tanto encarnizamiento, es que María Victoria ha sufrido dos tragedias en su vida. Una concluyo en pocas horas, aunque vive en su recuerdo: vio ahogarse a su hijo de 10 anos, a su esposo, su hermano y otros 10 familiares. La otra sigue desarrollándose a diario: fue testigo de un crimen horrendo que ha quedado sin la debida investigación judicial y el castigo de los culpables”, escribió Alejandro Armengol en el Nuevo Herald, el 23 de Septiembre de 1996 .

Ese año se publicó Children of the Enemy, del escritor cubano Norberto Fuentes, traducido del español por Mark Falcoff por el International Republican Institute (IRI), con sede en Washington D.C.

El libro no es solo es una recopilación de los hechos vinculados a la tragedia del transbordador —apoyado en varias cronologías y en un panorama de lo ocurrido el ano 1994 en La Habana–, sino también un análisis de los mecanismos de poder y terror utilizados por el entonces gobernante cubano Fidel Castro.

Fuentes señala también otra masacre, recordada recientemente en 14ymedio, que también cita a Children of the Enemy.

El pasado 6 de julio se cumplieron 34 años de la masacre del río Canímar, a poca distancia de Varadero. Ese día de 1980, tres jóvenes secuestraron una embarcación con capacidad para 100 pasajeros, el XX Aniversario, que hacía excursiones en ese río.

Los hermanos Silvio y Sergio Águila Yanes, de 18 y 19 años, junto con Ramón Cabeiro, de 15 años, se apoderaron del barco con la intención de huir de Cuba rumbo a Estados Unidos. Sergio, que cumplía el Servicio Militar Obligatorio, había sustraído armas de fuego para la operación.

Uno de los guardias de seguridad resistió, disparando contra los jóvenes. Quedó herido cuando éstos devolvieron el fuego. Preocupados por su estado, los secuestradores lo colocaron en un botecito para que regresara a tierra junto con otro pasajero que tampoco quería irse. El XX Aniversario se dirigió hacia el mar mientras los otros dos llegaban a tierra y alertaban a las autoridades.

Julián Rizo Álvarez, secretario del Partido Comunista de la provincia de Matanzas, se hizo cargo de la persecución. Según cuenta Fuentes, Rizo convirtió un restaurante local en puesto de mando, con teléfonos directos a la oficina central del Partido y a Fidel Castro, que le dio órdenes explícitas de que no se podía permitir que el barco escapara.

Se enviaron dos lanchas rápidas de la Marina con órdenes de evitar la fuga y hundir la embarcación si fuera necesario. Las lanchas patrulleras abrieron fuego contra el XX Aniversario y los jóvenes respondieron.

Como resultaba difícil hundir la embarcación, hecha de fibra de cemento, las patrulleras se retiraron. En cubierta quedaron varios pasajeros muertos y heridos. Entonces, un avión de la Fuerza Aérea sobrevoló la nave. Algunos padres cargaron en alto a sus hijos con la esperanza de evitar un ataque, pero éste regresó y abrió fuego, hiriendo y matando a más personas.

Apareció entonces un enorme barco, de uso industrial, que embistió el XX Aniversario. Poco antes de llegar a las aguas internacionales, los agresores lograron hundirlo y continuaron disparando contra los sobrevivientes que habían caído al mar, repleto de tiburones atraídos por la sangre. Silvio Águila Yanes se tiró al agua para ayudar a los sobrevivientes que se estaban ahogando. Según las informaciones recopiladas, solo llegaron a tierra diez sobrevivientes.

Hay dudas sobre la suerte que corrió Sergio Águila. Según Norberto Fuentes, se suicidó después de gritar: “¡Los comunistas no me cogerán vivo nunca!”. Sin embargo, otras fuentes aseguran que la tripulación de las lanchas de la Marina lo sacó del agua, posiblemente con vida aún. Silvio Águila y Ramón Cabeiro recibieron una sentencia de 30 años de cárcel.

Cumplieron una larga condena en la cárcel habanera Combinado del Este, donde testigos informaron que se les sometió a torturas con drogas psicotrópicas. Con el tiempo, ambos fueron puestos en libertad y viven ahora en el exilio. Otros tres jóvenes que sabían del plan o ayudaron a planificar la fuga recibieron sentencias de dos a tres años de cárcel. Además, a los cinco jóvenes se les confiscaron todos sus bienes, agrega 14ymedio.

El gobierno cubano alega que el hundimiento fue un accidente que ocurrió cuando la embarcación chocó con el barco más grande debido a la fuerza del oleaje. No se sabe si se recuperaron cadáveres, ya que ninguno fue devuelto a los familiares. La única víctima que tuvo un funeral fue uno de los guardias que en realidad fue muerto por los atacantes.

Murieron 56 personas, pero nunca hubo una declaración oficial sobre el número de víctimas. Entre los niños asesinados se encuentran Lilian González López, de 3 años, Marisol Martínez Aragonés, de 17, Osmanly Rosales Valdés, de 9, y Marisel San Juan Aragonés, de 11.

A los sobrevivientes se les ordenó guardar silencio y se les prohibió reunirse, bajo amenaza de someterlos a juicio como cómplices del secuestro. al igual que ocurrió en el caso de la familia García, por años, los agentes de la seguridad del Estado vigilaron sus actividades, mientras se les ofrecían televisores y otros electrodomésticos generalmente reservados para altos funcionarios del gobierno.

(El artículo de 14ymedio fue elaborada también con información de ArchivoCuba.org Cuba: Masacre en el Río Canímar del 6 de julio de 1980. Al menos 56 víctimas de un intento de fuga).

“Eliminar” a ciudadanos

En un proceso que tiene como única razón de existencia el perpetuar la figura gobernante, el mecanismo de mantenerse en el poder invade todas las esferas de la manera más descarnada, sin tener que detenerse para su justificación en los tapujos de supuestos objetivos sociales, que pasaron a un segundo plano hace ya largo tiempo.

Fuentes utiliza el testimonio de un alto oficial de la seguridad cubana, que recogió mientras aun se encontraba en Cuba, quien cita a Fidel Castro diciendo que la conducta del gobierno chino en la Plaza de Tiananmen demostró que ese régimen no sabía como reprimir al pueblo de forma adecuada, y que por ello se vio forzado a la poco placentera tarea de “eliminar” a miles de sus ciudadanos.

Esa vieja costumbre de ver los “defectos” ajenos y no las limitaciones propias nunca ha abandonado a los hermanos Castro. En Cuba no se escatiman recursos para contar con una maquinaria represiva eficaz, silenciosa y omnipresente. Pero no ha sido suficiente.

En ocasiones la situación escapa de control, como le ocurrió a los gobernantes chinos, y hay que recurrir a medios mas burdos. Entonces el mecanismo de terror delega parte del trabajo de represión en turbas o grupos paramilitares. No son las autoridades, sino el propio “pueblo”, quien responde a las “provocaciones”. La justificación de la violencia es la ira revolucionaria. Los actos de repudio, las Brigadas de Respuesta Rápida y el hundimiento del 13 de Marzo por un grupo de “trabajadores que actuaron en defensa de sus intereses” responden al mismo patrón represivo, cruel e hipócrita.


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