Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Sociedad

Un 26 de mentiritas

Camagüey, donde se vive cada día una obra peor, podría ser escenario del anuncio de un nuevo aire para la dictadura.

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El anuncio de la sede de los actos centrales por la efeméride del 26 de Julio viene a llenar un vacío que duraba ya 18 años. Casi dos décadas sin que ningún acto de interés nacional aconteciera en Camagüey. Durante todo ese tiempo, los altos jefes del régimen sólo se asomaron a la ciudad para hospedarse en las lujosas casas de visita y partir, en tránsito, hacia otros destinos.

¿Por qué, después de tanto tiempo y tras cumplirse casi un año del traspaso de funciones gubernamentales de un hermano a otro, es Camagüey sede del 26 de Julio?

Muchas razones son posibles y casi todas tienen un marcado significado político. Recordemos que en aquel acto de 1989, Fidel Castro anunció la desaparición de la URSS, el CAME y las grises perspectivas que los cubanos tenían que enfrentar.

Fue en aquel entonces que comenzaron a surgir las iniciativas que se desarrollaron en la década de los años noventa y han permitido mantener el actual estado de cosas siempre driblando problemas internos y externos.

El anuncio tiene que ver con la nueva estampida política que se pretende, con los nuevos aires que se le intentan dar al pulmón de una nación llorosa y sufrida.

Los parámetros emulativos que se miden para la obtención de la sede no podrían premiar nunca al territorio agramontino. La realidad de la provincia dista mucho de premios.

Lo ocurrido puede interpretarse como otra maniobra movilizativa en la que se trata de engatusar a una región que, durante mucho tiempo, fue considerada la más próspera del país, y ahora resulta agreste.

Téngase en cuenta que la "emulación comunista" que define la sede en conmemoración del fallido asalto al Cuartel Moncada en 1953, es como una ensaladera. Son sumados puntos a las provincias en virtud de lo que establezcan los directores de los diversos sectores de la Administración Central del Estado y los Ministerios. Siempre hay, detrás de cada sistema posicional, una intención o una "sugerencia" de los altos cuadros de la dirección del partido. La realidad es que la actual situación de la provincia inquieta a las altas esferas del poder.

Tinajones repletos de insatisfacciones

La provincia más ganadera del país y mayor productora de leche ha visto disminuir, además de estos renglones económicos, el florecimiento de su gente, su cultura, su valor como ciudad.

Y aunque eso ha sido un fenómeno nacional, para Camagüey, tal suerte de desaventura, ha propiciado la desaparición de sus perspectivas económicas y gran parte de su infraestructura. La sequía intensa diezmó la masa ganadera, así como sus reservas de autoabastecimiento.

Los camagüeyanos han sido elegidos para experimentar programas socioeconómicos que nunca han dado resultado y lo peor, sus legendarios bateyes, llenos de gente humilde y que producían los más altos volúmenes de azúcar, perdieron hace muy poco lo único que tenían: la esperanza. Hoy viven enlutados por los viejos tiempos y por aquellos centrales ahora ensamblados en Venezuela o Bolivia.

Desde el punto de vista social, el aumento de la criminalidad ha aumentado a niveles tan altos, que las cifras sólo la conocen los altos jefes de la policía política y las instituciones de prevención social. Ya no se puede hablar de una ciudad tranquila. Las calles reflejan la crisis en la que se vive, desde la mirada de la gente, hasta su andar preocupado y sin futuro.


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