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Cambios

Un modesto aporte

El reconocer que muchas de las leyes se han vuelto obsoletas, entorpeciendo las reformas, es un indicador muy positivo

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Hace exactamente cuatro años escribí dos artículos publicados en El Nuevo Herald: “La hora de la negociación” y “Carta abierta a Raúl Castro”. En esos dos trabajos sugerí muchas de las medidas que aparecen en las reformas emprendidas por Raúl Castro y también en las medidas de respuesta tomadas por la Administración de Obama aunque en aquel momento estaba en la Casa Blanca George W. Bush. No creo que lo hayan hecho por mis sugerencias, sino simplemente porque era la dirección que el sentido común indicaba y hoy aunque hayan pasado cuatro años, los que deseamos lo mejor para nuestro pueblo aplaudimos la ruptura del inmovilismo.

Todavía quedan interrogantes en este proceso aunque es alentador observar que las reformas continúan moviéndose. Raúl acaba de reconocer ante los periodistas que acompañaban a Lula en su ultima visita a Cuba que muchas de las leyes que en su momento cumplieron un propósito se habían vuelto obsoletas entorpeciendo las reformas en curso y que había dado las instrucciones a su ministra de Justicia María Esther Reus, para cambiarlas. Si esta afirmación de Raúl es genuina ¿por qué no poner un modesto grano de arena para alentar a la ministra de Justicia a cumplir la misión que le indicara su Presidente? ¿Por qué no alentar las reformas si es en bien del pueblo cubano?

Algunos amigos me han preguntado por qué pierdo el tiempo en sugerir ideas que sirvan para mejorar la situación económica de los cubanos cuando pueden ayudar también al Gobierno de la Habana a mejorar su imagen. Pues sencillamente porque no se trata del Gobierno, se trata del pueblo de Cuba que sufre una crisis como nunca ha tenido y si los éxitos de esas reformas conducen a mejorar sus condiciones de vida pues hay que apoyarlas. En esto coincido plenamente con Engels: “el hombre necesita, en primer lugar, comer, beber, tener un techo y vestirse antes de poder hacer política”. Desear que nada cambie apostando a la explosión social, además de criminal, es inhumano. Uno puede tener todos los desacuerdos y desavenencias que quiera con los dirigentes del país, con sus métodos y estilos de trabajo, con sus políticas económicas que han ocasionado este desastre, pero todo lo que se haga en bien del pueblo es loable. Cuando ese pueblo pueda cubrir esas necesidades que mencionó Engels, le corresponde a ellos en la Isla hacer política y decidir quiénes y bajo qué sistema social desean vivir.

La mayoría de nosotros que ya tenemos un techo, que comemos y nos vestimos la forma de hacer política es la de escribir, sugerir y aportar ideas útiles que contribuyan a un cambio ordenado y pacifico hacia una sociedad más avanzada en bien de nuestros compatriotas.

No nos llevemos a engaños. La actual dirigencia del país sabe perfectamente en qué está metida y sabe que se les acaba el tiempo para corregir el rumbo.

Basta con ser buen observador. Actualmente la tierra que se está dando en usufructo a campesinos es por un periodo de diez años. ¿Por qué creen ustedes que el Presidente de la ANAP está presionando y pidiendo que se haga permanente? Porque Lugo Fonte y su equipo de trabajo saben muy bien que el desastre de la agricultura, que ha provocado que Cuba deba importar el 80 % de los alimentos, es consecuencia de las relaciones de producción que hasta hoy prevalecen en la Isla siendo más arcaicas que las medievales. Los siervos de la gleba hace 700 u 800 años tenían más derechos que los campesinos cubanos actuales. Su derecho a la tierra era permanente, el señor no los podía echar y podían construir la casa de su propiedad. Además, se les pagaba habitualmente dándoles posesión de tierras de cuyos frutos vivía.

El reconocimiento de Raúl de que muchas de las leyes que en su momento cumplieron su propósito se habían vuelto obsoletas entorpeciendo las reformas lo veo altamente positivo. Así como las instrucciones que dio a su ministra de Justicia para cambiarlas. Por lo tanto creo que debemos poner ese granito de arena que pueda no solo contribuir a impulsar las reformas, sino a que sean también un factor decisivo para una reconciliación nacional. Pudiendo abarcar sugerencias desde las incongruencias que actualmente ahogan los derechos civiles y políticos de los cubanos, hasta los impedimentos burocráticos que de una forma u otra obstaculizan el avance de las reformas.

Leyes que actualmente irritan, molestan, limitan la creatividad y capacidad de muchos cubanos para dar lo mejor de sí. A veces en política como sucede en el dominó “el que esta afuera ve mejor jugada que el que esta dentro”.

Otra condición que nos permite hacer mejores sugerencias sobre las formas y métodos de dialogar con el vecino del norte es la de estar viviendo en una sociedad capitalista que nos posibilita conocer las virtudes y defectos de su sistema político, de conocer las debilidades de una sociedad donde cada día la plutocracia gana más terreno en la elección de los servidores públicos de acuerdo a sus cuentas bancarias y no a su capacidad y devoción por representar a la comunidad que los elige. Si a nosotros desde fuera de Cuba nos es difícil a veces entender a cabalidad la dinámica de lo que sucede en la Isla, a nuestros hermanos insulares les es mucho más difícil entender la dinámica del complejo sistema que tienen a 90 millas de sus costas.

Quiero tocar un punto que puede servir para resolver incongruencias que crean irritación entre los cubanos que la sufren y que afectan a la imagen de Cuba en el mundo entero. Me voy a referir a la ley que actualmente restringe el derecho de cualquier ciudadano de entrar y salir libremente del territorio nacional.

Los orígenes de esta ley se fundamentaron en evitar la fuga de cerebros pero, en especial, para evitar que ciudadanos cubanos a los cuales se les proporcionaba gratuitamente por el Estado una carrera universitaria costosísima, se graduaran y después abandonaran el país para asentarse en otras naciones donde les fueran mejor remunerados sus conocimientos.

A pesar de su lógica, el procedimiento más simplista, más fácil de utilizar fue el del candado en la reja, en lugar de estudiar y aplicar métodos que surtieran efectos similares. En muchos países capitalistas, por ejemplo, las carreras universitarias se financian parcialmente a bajos intereses en algunos casos y, en otros, para estudiantes brillantes o con garantías colaterales aprobadas por los bancos el financiamiento puede ser completo. Esos profesionales están en la obligación de amortizar la deuda contraída. De no hacerlo, sufrirían las consecuencias de diferentes mecanismos financieros que les afectaría el récord crediticio con todas las complicaciones que trae aparejado. La persona puede entrar y salir de su país cada vez que quiera sin ninguna limitación como establece la Declaración Universal de Derechos Humanos, pero sabe que si delinque en su deuda, esto le perseguirá como un fantasma donde quiera que resida.

El problema de Cuba en este aspecto radica en que la organización actual de su sistema económico choca con la ausencia de mecanismos que le permitan sustituir la imposición de la reja y el candado por otros mecanismos coercitivos que ofrezcan similares resultados. La tarea no es nada fácil pero tampoco imposible. Lograr vencer este obstáculo tan engorroso es de suma importancia no solo para poder mejorar la imagen de Cuba ante el mundo entero sino para abolir algo que viola tan groseramente los derechos de cualquier ser humano.

Otro procedimiento que también irrita grandemente y que sin lugar a duda contribuye negativamente a la imagen de Estado explotador es la alineación del fruto del trabajo en el extranjero que realizan cubanos de diferentes especialidades en que el Estado cobra las divisas y le retribuye al trabajador una parte ínfima del resultado de su trabajo. Práctica incluso denunciada por Carlos Marx hace mas de cien años.

Otro ejemplo de imposiciones absurdas que indudablemente repercutirá en la inversión extranjera es la del monopolio del Estado en materia de empleo y salarios de los trabajadores cubanos en empresas extranjeras. Sin la eliminación de este monopolio el Gobierno cubano tendrá ante sí un obstáculo muy difícil de vencer, que será esgrimido por los que se oponen al levantamiento del embargo cada vez que la administración de turno en la Casa Blanca dé señales de flexibilización.

En próximos escritos podremos continuar citando aspectos de interés que puedan servir al grupo de trabajo de la Ministra de justicia en el cumplimiento de la misión asignada. Les deseo buena suerte.


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