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Economía

El gobierno arrecia su campaña contra la iniciativa privada y por el control interno

Están en la mira los intermediarios, los dueños de paladares, los vendedores ambulantes, y todos aquellos a los que las autoridades consideran 'nuevos ricos'.

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El gobierno cubano lleva a cabo una nueva ofensiva para fortalecer su control sobre la economía, que abarca desde decomisos en los mercados agropecuarios, hasta inspecciones en los llamados "paladares" o sectores tan sensibles como la vivienda.

El objetivo son los "nuevos ricos", como ha calificado Fidel Castro a quienes consiguieron hacer dinero con la libre circulación del dólar (1993-2004) y la tibia apertura que puso en marcha el régimen para intentar sortear la crisis económica tras la desaparición de la Unión Soviética.

Policías irrumpieron la semana pasada en agromercados de La Habana en busca de los intermediarios, a quienes las autoridades acusan de enriquecimiento ilícito y de encarecer las mercancías.

Según fuentes oficiales, han sido decomisadas toneladas de productos, se han ocupado decenas de camiones e impuesto multas de miles de pesos. Hay varios detenidos.

El presidente del Poder Popular en Ciudad de La Habana, Juan Contino, dijo a medios de prensa locales, todos bajo control del gobierno, que los mercados de productos agrícolas estatales estaban desabastecidos en los últimos meses por las condiciones climáticas, mientras que en los agromercados "había ofertas a precios exorbitantes", propiciados por quienes "no cumplen con sus entregas al Estado (…) y desvían sus mercancías hacia los particulares", reportó EFE.

Los agromercados, abiertos en 1994, fueron concebidos para regirse por la ley de la oferta y la demanda y son la principal fuente de abastecimiento de vegetales, frutas y carne de cerdo con que cuenta los cubanos, aunque los precios en ellos son elevados.

Una libra de tomates puede costar alrededor de 12 pesos; una de cerdo, 25 pesos; y un pimiento, 5 pesos. El salario medio mensual en la Isla es de 250 pesos cubanos.

El semanario oficialista El Habanero dijo recientemente que los precios de los mercados "no tienen nada que ver con el socialismo, contribuyen a irritar a la población y a hacer el juego a los planes anexionistas de (el presidente estadounidense George W.) Bush y la fauna contrarrevolucionaria de Miami".

Los dueños de "paladares" han sentido también la presión y hablan de inspecciones sorpresa y de la aplicación a rajatabla del reglamento que les permite tener sólo 12 sillas, les impide contratar personal libremente y vender, por ejemplo, carne de res o mariscos.

"Estamos pasando un mal momento. Hubo retiro de licencias. Estamos tomando medidas extremas, rigiéndonos estrictamente por el reglamento", dijo el dueño de un conocido paladar de La Habana, citado por Reuters.

En recientes discursos, Castro ha arremetido contra las paladares a las que acusa de consumir demasiada electricidad y pagarla a precios subsidiados, según el diario español El País. Pequeños empresarios del sector afirman que hoy quedan apenas 96 de los 600 restaurantes particulares que llegó a haber en la capital.

"Que controlen el despilfarro de gasolina me parece bien, pero no que repriman al que trata de ganarse la vida vendiendo (…) están contra los intermediarios, contra quien tiene dinero", afirmó a Reuters un vendedor ambulante a quien le fueron requisados alrededor de 500 discos compactos.


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