Expectativas y dudas sobre el futuro 'desembarco' de compañías brasileñas en la Isla
Empresarios y analistas creen que el negocio conviene a ambas partes, pero temen un nuevo fiasco comercial.
El gobierno y las multinacionales de Brasil pugnan por un lugar de privilegio entre los nuevos negocios en la Cuba de Raúl Castro, en sectores como agricultura, petróleo e infraestructura, reportó ANSA.
Calificada como futuro "tigre asiático" económico por el canciller brasileño Celso Amorim, en su visita a La Habana en mayo pasado, la Isla es un horizonte de grandes negocios y geopolítica para el país gobernado por el fundador del Partido de los Trabajadores (PT), Luiz Inácio Lula da Silva.
El viaje de Lula a Cuba, el 15 de enero, reposicionó a Brasil y a sus multinacionales para competir por negocios estratégicos en el único país comunista de Occidente. Uno de los frutos de este acuerdo comenzó a ejecutarse este mes dado que La Habana planea plantar 40.500 hectáreas de soja (soya) en la provincia de Ciego de Ávila. El trabajo técnico será realizado por la estatal Empresa Brasileña de Pesquisa Agropecuaria (Embrapa), del Ministerio de Agricultura.
"Cuba tiene el proyecto formulado. Es la primera vez que lo hace a gran escala con soja. Le faltan a ellos algunos elementos técnicos sobre semillas de soja. El objetivo es transferir nuestra tecnología de gran productor de soja y hallar la variedad que se adapte al terreno", reveló a ANSA el agrónomo José Madeira, encargado de Embrapa en el proyecto.
Sin embargo, según un diplomático occidental entrevistado en La Habana por EFE, "no se ve una oportunidad de negocios más allá de la ligada al crédito oficial". Se preguntó además por qué, en el negocio de la soja, la seleccionada es EMBRAPA, "y no uno de los grandes grupos sojeros brasileños, que podría hacer además una inversión para producir, cosa que Embrapa no puede hacer".
El níquel cubano, según especialistas del sector en Brasil, es motivo de interés de la minera Votorantim. También el mercado de autobuses urbanos por parte de la constructora y montadora Marcopolo. Y uno de los grandes proyectos que puede rendir, según estimaciones, un contrato de 635 millones de dólares, es la renovación de la red de carreteras de la Isla.
Para negociar estos contratos, abrió una oficina en La Habana el gigante de la ingeniería brasileña, Odebrecht, cuya gerencia declinó comentar a ANSA la marcha de las negociaciones con el gobierno de Raúl Castro.
El comercio Brasil-Cuba en 2007 fue de 450 millones de dólares y se situó en segundo lugar, detrás de la relación con Venezuela, que es preferencial por la venta de petróleo. Pero la gran apuesta de Brasil es el la explotación petrolera en el Golfo de México y una fábrica de lubricantes en La Habana, asunto por el que negocian Petrobras y la cubana Cupet.
Petrobras, estatal con su 49% en capital accionario abierto, negocia la construcción de una empresa mixta con Cupet para abrir la fábrica en la capital de la Isla. Petrobras busca unirse en el Golfo de México a un proyecto de siete petroleras para explotar crudo en aguas profundas, luego de la primera exploración realizada por la española-argentina Repsol YPF.
Empresarios, diplomáticos y analistas consultados por EFE en La Habana coinciden en que un acuerdo de Brasil y Cuba conviene a ambas partes, pero tienen diferencias al pronosticar un escenario que no acabe en un nuevo fiasco comercial, y al calcular la importancia de una relación comercial apoyada en crédito público.
Un representante de un conglomerado empresarial brasileño indicó que el plan "camina", aunque las compañías están aún en el "proceso de identificación de oportunidades".
"No (se trata) sólo de la proyección del mercado, sino de identificar oportunidades relacionados con proyectos del gobierno", precisó.
Aparte de las carreteras, las empresas brasileñas ven oportunidades en el sector petroquímico o en el área del cemento. Destacan como avales para el negocio el proceso político que abrió en enero Lula da Silva, el capital derivado del sector turístico cubano y la posición geopolítica de la isla.
Para el citado ejecutivo brasileño, el plazo máximo para que la diplomacia se traslade a los negocios "es de un año", aunque —aclaró— "todo esto va a depender de cómo el gobierno cubano va a explotar esos recursos".
"Si alguien puede ayudar a Cuba, Brasil está en la lista de cabeza", indicó a su vez un analista occidental, para quien el "comercio a crédito siempre es fácil", pero no tanto "ver cómo funcionan los pagos y ver si los cubanos están dispuestos a hacer empresas mixtas".
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