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A debate

El establo de caballos finos

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Como es conocido, un grupo de artistas y literatos cubanos se lanzó a un inusual debate semi-público bajo la nada envidiable motivación de la reaparición en la escena (totalmente pública) de un grupo de inquisidores protagonistas de lo que ellos denominan el quinquenio gris. Ello ha tensado la lupa indagadora de los que —emigrados, exiliados o como sea— vivimos fuera de la Isla.

He leído de estos últimos tantos argumentos decentes como libelos arrogantes que destilan toda el infortunio prepotente de los exiliados cuando empiezan a considerarse como guerreros virtuosos e inclaudicables.

TEMA: La exaltación de ex comisarios políticos

Me detengo sobre ello brevemente sólo para fijar una posición. Con diferentes quilates, las personas que se vieron envueltas en este debate son todas merecedoras del máximo respeto, y en algunos casos también de admiración por sus dotes intelectuales y sus trabajos. El hecho de vivir en Cuba no demerita a nadie, y puede incluso ser un gran mérito sin que para ello la persona tenga que militar en algún grupo oposicionista, de la misma manera que estar en la oposición (aunque indicador inefable de valentía personal) no es en sí mismo un mérito. Los escritores y artistas cubanos pueden ser (y en muchos casos lo son) generadores de ideas innovadoras, de valores y de propuestas éticas. Y lo pueden hacer en condiciones muy desfavorables, siempre caminando sobre el filo que separa lo que el sistema considera la frontera entre la virtud y el pecado.

Francamente envidio la posibilidad de incidir de esta manera sobre la sociedad cubana, y admiro como se puede hacer desde una sala de teatro, una exposición de pinturas, una conferencia o un concierto de rap. Como vivo en República Dominicana, ya no puedo hacerlo.

Ponerle a estas personas el test case de la oposición es una inmoralidad, por diversas razones.

-Una de ellas reside en el hecho de que la mayoría de las personas que he visto opinando con semejante desdén y prepotencia, en verdad nunca desafiaron al sistema en Cuba más allá de algunas conversaciones privadas un poco subidas de tono.

-Otra, porque algunos de los comentaristas parece que viven en un lugar diferente al "rudo mundo real", donde siempre los intelectuales andamos sacando las cuentas de que conviene decir y que no (sea por razones políticas, éticas o económicas) y respecto al mundo en que vivimos. Seamos francos, eso de "cuidarnos" es una enfermedad profesional.

Y es que el mundo intelectual es siempre como un establo de caballos finos, aunque voy a reconocer que el establo cubano es muy enrevesado y alberga caballos de una distinguida sensibilidad.

Las precariedades de la subordinación negociada. La imagen del establo no implica ningún juicio peyorativo, sino una condición sociopolítica.

Hace algunos años visite un establo de caballos finos propiedad de un amigo canadiense. Me llamó la atención la lentitud como se abría la puerta del establo, lo que según mi amigo se debía a que si se abriera súbitamente las ráfagas de aire frío podrían encabritar a los animales. Había que abrirlas poco a poco:

-Son animales extraños, me dijo, pues cuando ocurre un peligro real —por ejemplo la entrada de un animal carnívoro al establo— se paralizan del miedo.

En Cuba sucedió que abrieron las puertas del establo de un golpe.


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