Actualizado: 28/03/2024 20:07
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Literatura

«Una cultura fracasada no da un Tropicana»

Entrevista con Rosa Lowinger, autora, junto a Ofelia Fox, de 'Tropicana Nights. The Life and Times of the Legendary Cuban Night Club'.

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Dice: "Explicarles a los americanos…". Sin embargo, entre los americanos existe la percepción de que los tiempos de Tropicana fueron muy desgraciados.

Estados Unidos tiene hoy miles de problemas. Tiene un gobierno que, para mí, es bastante desagradable. Nuestro presidente no es un dictador como Batista, pero hay muchos problemas graves: guerras que no hacen falta, y todo lo que ya sabemos. Pero eso no quiere decir que nos toque lo mismo que le pasó a Cuba. Quizás este libro es una metáfora de Estados Unidos hoy en día.

En Cuba, teníamos menos de sesenta años de ser país; estábamos en el principio del proceso de ser un país. La cuestión económica estaba bien. Para mis padres funcionaba, a pesar de que estaban muy en contra de Batista y le tenían mucho miedo a los dictadores y a lo que pudiera pasar. Pero la idea de que todo era ciento por ciento un fracaso… para mí era importante representar que no era así. Porque no era así. Tropicana no surge de una cultura que es un fracaso.

¿Pensaba esto antes de escribir el libro, o lo comprendió mientras lo escribía?

Lo pensaba antes. Nada más tienes que ver la arquitectura. Ciudades importantes tienen edificios importantes, y edificios importantes siempre pertenecen a lugares de importancia. La Habana fue un lugar sumamente importante. Y en el siglo XX, durante la República, esos edificios fueron muy significativos. También entendía que la historia de Cuba era como la historia de toda América Latina: un dictador detrás de otro. Pero ese es un proceso que ahora está cambiando en el resto de América Latina, y que hubiese cambiado también en Cuba. ¡Quizás mucho antes!

Yo quería mostrar que el problema se inicia con Batista, que el golpe de Estado de Batista, como dice el historiador Hugh Thomas, fue una crisis nerviosa de la que el país nunca se recuperó. Humberto Solás me dijo un día, caminando por esa Habana que está tan sucia, (¡y el cubano que es tan limpio y le importa tanto la limpieza!): 'Esto nos pasó por orgullosos'.

¿De dónde son sus padres?

Mis padres nacieron en Cuba. Mis abuelos nacieron en otros países. Por parte de padre, húngaros; por parte de madre, uno ruso y otro polaco. Ellos no tenían nada de lo que se considera la "sangre tradicional" cubana, a pesar de que yo no veo la diferencia entre Hungría y España. Somos todos europeos.

Llegaron en el año 1921. Mi abuelo materno se fue a La Habana Vieja, donde vio aquello, la gozadera de La Habana Vieja, y dijo: 'Perfecto, esto es perfecto para mí'. Y mi abuelo paterno se fue a Santiago de Cuba, y en un par de años tenía una tienda en Camagüey. En el año 1932 mandó a pedir una esposa a Europa, como era la tradición entre judíos. Le pidió a su mamá que regresara con una esposa, y le mandaron a mi abuela. Mi papá nace en ese año, cuando ya mis abuelos tienen dinero; dejan a alguien a cargo del negocio y se van de nuevo a Europa. Al llegar, se dieron cuenta de que había que regresar a Cuba enseguida. Mi abuelo trató de convencer a su familia de Hungría de que se fuera, pero imagínate, Cuba, el Caribe, les parecía algo absurdo. A todos los mataron.

¿Qué opina de los juegos de azar?

Aquí en Estados Unidos les llaman "juegos de números" y suena mal. En Cuba, en cambio, fue y siempre ha sido algo normal. Ahí está la cuestión: la idea de que La Habana de los cincuenta era un antro de mafiosos parte de un doble malentendido. Por un lado, estaba la gente considerada como la "mafia" —entre comillas— americana, tratando de poner casinos en La Habana. Qué pasa: aquí eran delincuentes, porque su negocio era el juego, que se consideraba ilegal. No te voy a decir que algunos no mataban; pero no todos, aunque todos estaban metidos en algo ilegal, que era el juego. Trasladándose a Cuba, de pronto ya no eran criminales, eran gente "del juego", e incluso manejaban juegos más limpios que los de los cubanos, sólo que en Cuba no era un delito.

Claro, la "bolita" era ilegal, pero era "ilegal" como ahora fumar marihuana. Eran, recuerda, los valores de los americanos de los años cincuenta, que tenían un comité de la Cámara de Representantes para investigar a los mafiosos, el Kefauver Committee. Era la misma época en que Joe McCarthy perseguía a los comunistas.