Actualizado: 27/03/2024 22:30
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Literatura

«Una cultura fracasada no da un Tropicana»

Entrevista con Rosa Lowinger, autora, junto a Ofelia Fox, de 'Tropicana Nights. The Life and Times of the Legendary Cuban Night Club'.

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Cuba como un antro de perdición es una idea muy americana. Sin embargo, cita en su libro a Basil Woon, que en el año 1928, en pleno machadato, dijo que en Cuba la libertad personal había sido elevada a la enésima potencia.

Efectivamente, Basil Woon decía que Cuba era una tierra de mucha libertad, en el mejor sentido de la palabra. Entonces ni siquiera se podía tomar alcohol en este país. Cuba era un paraíso, para los negros, en comparación con Estados Unidos. Luego, la revolución decidió que los negros no necesitaban un movimiento de libertades civiles. La revolución hizo algo por los negros, pero el mismo nivel de separación que siempre existió, aunque mucho menor que en Estados Unidos, todavía existe, a nivel político.

Entonces, ¿se perdió esa 'enésima potencia' de la libertad personal?

Claro. Lo que siempre me ha asombrado de la revolución cubana es que nunca se tira con ciertos valores morales. Por ejemplo, no hay ningún prejuicio contra los divorcios ni contra los abortos. Ninguna objeción a la sexualidad de la gente. Ni al alcohol. Si tocas eso, te metes en problemas con el cubano.

¿Cree que los americanos conocen realmente Cuba?

Los americanos debían conocer mejor, por ejemplo, la historia de Vietnam, porque es parte de su propia historia. Igual con Cuba.

¿Se considera americana?

Llegué a este país en 1961. Mis padres fueron a Miami. Me crié en La Playa, porque los cubanos judíos estaban allí. Aunque mis padres no eran muy estrictos con la religión, sólo querían que no me casara con alguien que no fuera judío. Me casé con un judío, el padre de mi hijo. A los dieciocho años me fui a una universidad en Boston, y después a Nueva York, a estudiar restauración.

¿Cómo empezó a escribir?

Mi esposo era profesor universitario y fui a parar a Charleston, South Carolina. Allí me relacioné con escritores, sobre todo de teatro. Era muy joven y nunca había escrito nada que no fuera un texto académico. En Charleston empecé a escribir, y mi primera obra se produjo Off Broadway. Se llama The Encanto File. Eran tres personajes que estaban haciendo un negocio de bienes raíces, que consistía en reproducir la famosa tienda El Encanto en el downtown de Miami.

¿Alguien recuerda todavía a Martín Fox en La Habana?

En Tropicana, la historia de Martín Fox está eliminada. Hay muchas fotos en las paredes, pero ninguna de Martín ni de Ofelia Fox. Están los artistas que no se fueron de Cuba. Pero no está Leonela González, no está Celia Cruz, ni Olga Guillot. Está Rodney, por supuesto, que se fue para México, pero que no "se fue" oficialmente. En los libros sobre Tropicana que se han escrito en Cuba (el de Rafael Lam y otro de fotografías), se dice que Víctor de Correa fue el creador de Tropicana y que Martín Fox fue un gángster. Pero quienes quedan en Cuba y trabajaron en Tropicana, recuerdan a Martín como la persona más generosa que existía en el mundo.

¿Se considera de izquierda?

Si no fuera por el problema de Cuba, yo fuera una persona de izquierda. Pero los izquierdistas aquí no ven que Fidel es un dictador. ¡Si me pudieran conceder eso al menos! En Estados Unidos la derecha es más peligrosa que en otras partes porque se trata de una derecha religiosa: no a los gays, no al aborto, no, no, no…

Sin embargo, Ofelia Fox se declaró públicamente "de derecha", y su historia, según la cuentan en el libro, no encaja exactamente en el molde de lo que usted describe como "derecha".

Sí, me pasó con ella, que rompe con los clichés sexuales… Pero también me pasó que no comprendí cómo podía apoyar al gobierno americano, a la gente de George Bush, que está tan en contra de la vida que ella vivió. Cómo se puede ser Ofelia Fox y apoyar al Partido Republicano.


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