Actualizado: 29/04/2024 14:55
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Brasil

Luiz Inacio Lula da Silva inicia un nuevo mandato

'De aquí en adelante no tenemos el derecho moral, ético y político de cometer errores', dijo el presidente en su primer discurso tras la reelección.

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Luiz Inacio Lula da Silva emergió este lunes vencedor para un segundo mandato presidencial, cuya gestión precisará de acciones decididas que devuelvan la credibilidad ética a su gobierno y a su Partido de los Trabajadores (PT), y aceleren el crecimiento económico de Brasil, reportó la AP.

A su lado tendrá más gobernadores que durante su primer período y una base congresal mayoritaria capaz de dar paso a sus proyectos.

Casi al final el recuento de las votaciones del domingo, Lula había obtenido 58.258.948 votos, el 60,82%. Su rival, el socialdemócrata Geraldo Alckmin, tenía 37.530.276 votos, el 39,18%.

Entre tanto, el PT había logrado aumentar su cuota de gobernadores, de tres a cinco y, de un total de 26 gobernadores, sumar 16 en la coalición de gobierno. A la vez, logró mantener una cuota superior de parlamentarios a pesar de las deserciones y expulsiones que experimentó durante los dos primeros años de mandato.

Con esos fundamentos, Lula tendría fuerza suficiente para actuar en todos los campos que apuntalen la fortaleza de su gobierno, según la mayoría de los analistas.

El propio Lula reconoció la noche del domingo, ante miles de partidarios que lo aclamaban en Sao Paulo: "de aquí en adelante no tenemos el derecho moral, ético y político de cometer errores".

Esta semana debe comenzar a declarar ante un comité investigador del Congreso una veintena de personas, entre ellas militantes del PT, involucradas en la compra del llamado "dossier" de documentos que supuestamente criminaba en casos de corrupción a adversarios del Partido Social Demócrata (PSDB), de Alckmin.

Al escándalo del dossier se atribuye que Lula no haya conseguido vencer en la primera vuelta de las elección, el 1 de octubre. El esclarecimiento final del asunto fue un compromiso repetido del mandatario reelecto durante su campaña.

Lula triunfó con más votos de los que había obtenido en su primera elección, en 2002, un hecho destacado a pesar del desgaste en el gobierno y de la lluvia de acusaciones que lo cercaron durante el último año y medio.

"La gente votó por Lula por varias razones", dijo Alexandre Barros, analista de Early Warning, en Brasilia. "Primero, porque está satisfecha con la manera como están las cosas. Segundo, porque no había evidencia alguna que vinculase a Lula con ningún escándalo. Y tercero, porque demostró que era un candidato más coherente que Alckmin".

Una vez consolidado su triunfo, Lula esbozó su propia explicación: "El pueblo sintió que había mejorado y contra eso no hay adversario, porque el pueblo lo sintió en la mesa, en el plato, y lo sintió en el bolsillo".

Lula prometió continuar con sus programas de transferencia de renta, pero para volverlos sustentables el país tendría que crecer a un ritmo mayor que el 2% de los últimos años.

Aún bajo el júbilo del triunfo, entre los principales asesores de Lula volvieron a aparecer las divergencias. El ministro de Relaciones Institucionales, Tarso Genro, proclamó "el fin de la era Palocci".

Se refería al ministro Antonio Palocci, quien defendió a sangre y fuego el control de los gastos públicos y superávits presupuestarios para pagar los intereses de la deuda pública hasta su caída precipitada a comienzos de año, cuando fue acusado de asistir a reuniones privadas con banqueros y prostitutas.

Pese a la salida de Palocci, esa política se ha mantenido y su mayor expresión son las altas tasas de interés fijadas por el Banco Central, actualmente en 13,75% anuales, las más elevadas del mundo considerando una inflación anual del 3%.

Los economistas creen que para crecer Brasil necesita que esas tasas se aproximen a las "normales" de los países industrializados, que bordean el 5%, y de esa manera, en vez de pagar tanto a los acreedores del Estado, orientar recursos saneados hacia la inversión pública, el crecimiento de la economía y los programas sociales.

El Estado, además, tendría que reducir gastos. Lula lo insinuó al afirmar en su primer discurso tras la elección, que mantendrá una política fiscal dura. "Aprendí en la vida cotidiana que uno no puede gastar más de lo que gana", dijo. Pero no dio ningún detalle.

Al observar el mapa de la votación, los analistas destacaban como relevante que Lula hubiese perdido en los estados y regiones más ricas de Brasil, al contrario de lo ocurrido en las regiones más pobres, donde su triunfo fue aplastante.

La división entre estados ricos a favor del conservador Alckmin y regiones atrasadas que se volcaban hacia Lula fue otra vez patente, como en la primera elección.

En Sao Paulo, Rio Grande do Sul, Paraná y Santa Catarina, los estados del sur industrial, Lula perdió, al igual que en los estados en donde predomina el agro-negocio, Mato Grosso y Mato Grosso do Sul, cuyas exportaciones agrícolas sufren con la moneda supervalorizada. En todos esos estados, y en el remoto Roraima, al norte, ganó Alckmin.