Cuba reaparece en History Channel
Así como la lógica humana no rige en el castrismo, tampoco funciona en el anticastrismo barato
Al filo del actual jelengue con los rusos, History Channel aprovechó para largar la serie “JFK Declassified: Tracking Oswald” con el ex (1976-97) oficial de la CIA Bob Baer dando caza a la conexión entre el asesino oficialmente declarado y la Rusia Soviética.
Sobre la base de que Lee Harvey Oswald no pudo haber matado al presidente Kennedy a la luz del día y en medio de la calle sin haber tenido apoyo, Baer enfiló enseguida su sospecha hacia la KGB y voló con tremendo equipo de realización a México, donde Oswald habría contactado a KGBosos en la embajada de la URSS a fines de septiembre de 1963, así como a Moscú, adonde Oswald había desertado el 16 de octubre de 1959 y donde permaneció hasta trasladarse a Minsk (Bielorrusia), el 5 o 6 de enero de 1960, con residencia temporal y permiso de trabajo.
Estas indagaciones cubrieron las dos primeras partes de la serie y concluyeron con que la KGB ni siquiera tuvo intención de reclutar a Oswald. Y entonces la serie —que se trasmite los martes a las 10 de la noche— gira en su tercera parte hacia el servicio de inteligencia castrista como proveedor del apoyo que recibió Oswald para matar a Kennedy.
Reducción al absurdo
Así Baer —considerado uno de los mejores oficiales de la CIA en el Medio Oriente— se marea con la maldita circunstancia del agua por todas partes en el Caribe y se ahoga junto con el Dr. Brian Latell en el mar de las contradicciones. Si Oswald recibió apoyo de la inteligencia castrista, cabe señalar que sus presuntos contactos con ella en Ciudad México —único lugar posible— fueron detectados enseguida por la CIA y entonces la CIA, por guardar silencio, entró en conspiración con Castro contra Kennedy.
El 27 de septiembre de 1963, Oswald visitó tres veces el complejo diplomático cubano, que estaba bajo férrea vigilancia fotográfica de la CIA. Sin embargo, la CIA no ha presentado jamás una foto de Oswald entrando o saliendo de allí, aunque tuvo seis oportunidades para tomarla.
Oswald reapareció el 28 de septiembre y el 1ro de octubre en conversaciones ligadas a los consulados cubano y soviético por teléfonos pinchados por la CIA. No obstante, la CIA no ha presentado jamás una grabación con la voz de Oswald. Todo parece indicar que hubo un impostor en estas llamadas, pero constan nada más que las transcripciones.
Así y todo, un ex Marine que había desertado a la Unión Soviética y ahora se detectaba en Ciudad México estableciendo contacto con funcionarios soviéticos y cubanos, regresó a USA sin que la CIA ni el FBI se molestaran en interrogarlo ni hicieran nada por impedir que el 22 de noviembre de 1963 estuviera en el trayecto de la caravana presidencial por Dallas.
Si la Dirección General de Inteligencia (DGI) castrista reclutó, dio cuerda o de cualquier otro modo metió las narices en la vida de Oswald, la CIA entró en una conspiración de silencio que equivale a conspirar con Castro. Y esto nos lleva al absurdo que destruye toda pretensión racional de vincular a la DGI con el asesinato de JFK.
Vale todo
Sin embargo, así como la lógica humana no rige en el castrismo, tampoco funciona en el anticastrismo barato. Muchos exiliados achacan a Castro la muerte de Kennedy sin dejar rastro por causa del mismo ciego partidismo que lleva a endilgarle la muerte de Oswaldo Payá dejando a dos testigos vivos. Y Baer se aprovecha de esta propensión morbosa para echar a rodar una serie anti-histórica por History Channel, porque a fin de cuentas todo recurso es válido para entretener a la audiencia, incluso las ficciones en show de no ficción.
La desconexión total entre Castro y Oswald no es cosa de la propaganda oficial en Cuba, sino probada por los más serios investigadores en USA del asesinato de Kennedy, en una línea sostenida que va desde la obra pionera del finado Mark Lane, Rush to Judgment (1966), hasta el reciente libro de Jeff Morley CIA & JFK: The Secret Assassination Files (2017).
Baer y su serie por History Channel se desentienden de que todos los indicios acumulados apuntan hacia una conspiración interna y el cuadro debe aclararse más aún si el presidente Trump no suspende en todo o en parte, por razones de seguridad nacional, la desclasificación completa —prevista para octubre 26— de los 3.517 documentos sobre el asesinato de JFK que aún retienen la CIA y otras agencias federales.
Coda
Entre estos documentos no aparece registrada la fuente por excelencia del cuento del Dr. Latell: la declaración que el mayor Florentino As(z)pillaga Lombart, desertor de la DGI, afirma haber prestado a la CIA en 1987 sobre el conocimiento previo que Castro tenía del atentado contra Kennedy en Dallas.
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