El general deterioro
Si Raúl Castro cambia algo será para evitar que el sistema cambie.
TEMA: El año de Castro II
Días después de la llegada de Fidel Castro al poder, el doctor Ramón Grau San Martín —presidente de la República de Cuba en dos ocasiones— declaró a un periodista que lo entrevistaba para la revista Bohemia que la revolución sucumbiría a manos del "general". Sorprendido, el periodista quiso saber qué general era ése, y el viejo político, haciendo gala de su notoria socarronería, le respondió: "hijo, el general deterioro".
A lo largo de casi medio siglo, la profecía de Grau San Martín ha ido cumpliéndose de manera exponencial en lo que al deterioro de Cuba se refiere; pero, aunque este es "general" desde hace décadas, los hermanos Castro siguen reinando en la Isla. Flotan aún en su demencial inmovilismo gracias, básicamente, a los fuertes y múltiples apoyos internacionales dispensados a su régimen, los cuales han impedido la consumación de aquella profecía.
A los hermanos Castro los sostuvieron ayer la URSS y las llamadas "democracias populares", satélites de Moscú; hoy los apuntalan China y la Venezuela de Hugo Chávez. Y a los apoyos proporcionados al totalitarismo castrista por regímenes afines a él, hay que añadir los de orden financiero y político que a éste continúan dando gobiernos del campo capitalista democrático.
El pasado 26 de julio, aniversario 54 del asalto al cuartel santiaguero general Guillermo Moncada —hecho desastroso y mitologizado que da inicio a la revolución y la prefigura—, el general Raúl Castro, como mandatario interino del país, pronunció el discurso de dicha efeméride. Por tercera vez desde el triunfo de la revolución (1959) no fue Fidel Castro el encargado de infligir a los cubanos esa perorata ritual. Al día de hoy, esto es lo único novedoso del acto del 26 de julio en Camagüey.
Comentaristas extranjeros no avezados en las ceremonias de la Cuba castrista, y disidentes cubanos propensos al optimismo o simplemente dominados por sus ansiedades, han creído advertir una voluntad reformadora en el discurso del vicedictador. Se basan en que éste hizo críticas y propuso enmiendas, habló de corrupción y malas gestiones, anunció cambios estructurales en el sector agrícola y hasta prometió, a estas alturas, con medio siglo de revolución por el medio, ¡leche para todos! Se olvida que en los discursos pronunciados por Fidel Castro en tales celebraciones también aparecen promesas de cambios y se anuncian campañas contra "errores y tendencias negativas". Y nada cambió.
Raúl tiene fama de pragmático, pero habrá que ver en qué aplica esta gracia —sirvienta del sentido común— quien ha sido toda la vida la sombra del Otro, cuyo pragmatismo sólo se ha manifestado en la empresa de construir y preservar el poder totalitario. Por lo pronto, demasiados elementos de mi experiencia de cubano me alejan de todo optimismo respecto de lo que harán Raúl y su corte provisional. Hasta ahora no han hecho nada, salvo aumentar la represión.
Fiel a la fórmula gatopardista, el general, si cambia algo, lo hará para evitar que el sistema cambie. Pero es el sistema la inagotable fuente de todas las miserias que asfixian a Cuba. He aquí la contradicción a la que se enfrenta el heredero áulico, ante el cual, más amenazante que nunca, blande su espada del general deterioro.
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