Actualizado: 28/03/2024 20:07
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«El Partido soy yo»

¿Piensan en Luis XIV quienes pretenden prolongar el castrismo después de Fidel Castro?

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El reciente anuncio de la integración del restaurado Secretariado del Partido Comunista de Cuba cierra un ciclo de discreta participación del partido único en el ejercicio del poder, y abre otro, muy diferente, dominado por la ilusión de erigirse en heredero colectivo de Fidel Castro.

La puesta en marcha de esta suerte de Estado Mayor de la organización comunista era esperada desde abril último, cuando el Buró Político del PCC decidió su vuelta a la vida, junto a un aumento sustancial de la burocracia en el más alto escalón partidista. (Ver La resurrección del aparato). La selección aproximada de sus doce miembros podía también adivinarse entre líneas en los subsiguientes cambios en varias jefaturas provinciales de la organización, ocurridos de inmediato.

Curiosamente, este importante reordenamiento de filas y reasignación de rangos, concebido y orquestado con precisión y lenguaje de maniobra militar, sonó más a purga para muchos analistas de oído de la realidad nacional —que insisten en tomar deseos por realidades— que al evidente propósito de quienes sobrevivirán a Fidel Castro de prepararse lo mejor posible para lo inevitable. Pero esa es otra historia que irá en otro momento.

El próximo arribo del Comandante en Jefe a la categoría de octogenario parece haber calado muy profundo en el exclusivo grupo que mueve los resortes del poder, hasta impulsarlos a ensayar nuevamente, después de experimentar con dólares y empresas mixtas, la fórmula de control del gobierno y la sociedad desde el Partido, tan antigua como Lenin y casi siempre llamada al fracaso en el "socialismo real".

Sin sorpresas, sin audacias

El primero entre los secretarios, que quince años atrás favoreció la desaparición de un instrumento ante el cual nunca doblegó su autoridad total, aseguró ahora en Granma que el Secretariado "se restablece en el momento en que más se necesita". "Lo integran —dijo— un número considerable de cuadros que han trabajado en las provincias con buenos resultados y acumulado una valiosa experiencia".

Además de estas credenciales, no hay sorpresas, y mucho menos evidencias de audacia en la relación del equipo designado para empuñar día a día las riendas del PCC. El equilibrio entre los recién llegados de provincias y el conocido puñado de históricos que lo encabezan —y se suman a esta nueva jerarquía con la suprema condición de miembros del Buró Político— no deja margen a esperanzas renovadoras.

Completan la nómina una ex ministra bien temida entre los cuadros del Estado, el más conservador y gris de los jefes de departamentos del Comité Central y un "reformista" arrepentido de cuyo nombre no quiero acordarme. Decididamente, el Partido se apresta a defender la plaza con una alineación a la vieja usanza.


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