Actualizado: 23/04/2024 20:43
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La parte y el todo

¿Y qué pasa con los no comunistas? La presunta 'democratización' del PCC constituiría un paso importante pero insuficiente.

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TEMA: Un 'debate' por decreto

"Tenemos un solo partido, pero tenemos que convertirnos en el partido más democrático que exista", expresó en Santiago de Cuba el segundo secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC), el general Raúl Castro, el 24 de diciembre del pasado año.

La noticia, largamente esperada por los miembros del único movimiento político "legal" que existe en la Isla, al referirse al tema de la democratización, trasciende los límites partidistas para penetrar en la impostergable democratización de la sociedad.

El anuncio de Raúl Castro, unido a los planteamientos realizados el 2 de diciembre de 2006 en La Habana y el 26 de julio de 2007 en Camagüey, entre otros, parece indicar una marcada disposición de romper con el inmovilismo de las últimas décadas e iniciar un proceso de transformaciones desde el PCC. La dificultad radica en que la solución de la crisis estructural de la Isla es imposible sin realizar cambios que propicien la participación de todos los ciudadanos.

La exclusión de una parte de la sociedad ha sido un mal repetitivo desde que comenzó la formación de la nacionalidad y la nación cubanas. El primer ideólogo de la oligarquía criolla, Félix de Arrate, reclamaba de España derechos para los de su clase, a la vez que excluía de los mismos a los negros y también a los blancos que no habían logrado amasar fortuna.

Los partidos políticos, aunque se trate del PCC, están integrados por un sector de la población que asume su ideología. Pero la sociedad, que antecede y rebasa los partidos, es el todo, mientras estos son sólo una parte de la misma.

Por tan elemental razón, al dejar fuera a la mayoría de los ciudadanos que cuentan con ideas, preparación y el legítimo derecho a la participación, la elevada disposición de convertirse en el "partido más democrático" pone en dudas su efectividad, aunque lleve implícito el reconocimiento de que hasta ahora no lo era.

La respuesta que se brinde a la interrogante: "Y los que no son miembros del PCC, ¿tienen derecho a asociarse de forma independiente para participar?", es tan esperada y necesaria como la declarada para los militantes comunistas. La diferencia radica en que, para bien del PCC y de toda la sociedad, dicha respuesta no podrá esperar tanto tiempo como la que esperaron los comunistas para saber supuestamente que podían tener criterios distintos y expresarlos libremente sin correr riesgos.

Una sola salida

Si se trata de que el PCC sea representante de toda la sociedad, habría que comenzar por instituir el añejo derecho de asociación, y entonces, en presencia de varios partidos, el comunista tendría la posibilidad de demostrar, además de la disposición, su capacidad para convertirse en el más democrático.

Por otra parte, la idea de democratizar el PCC y de "profundizar el socialismo" no tiene otra salida que proceder de forma simultánea a la democratización general, pues el socialismo —sea del siglo XV o del XXI— no podrá ser de otra forma que democrático; un propósito que afecta a toda la sociedad.

La declaración sobre la democracia en el PCC se produjo unos días después de anunciarse la firma del Pacto de Derechos Civiles y Políticos, cuyo artículo 22 reza: "Toda persona tiene derecho a asociarse libremente con otras, incluso el derecho a fundar sindicatos y afiliarse a ellos para la protección de sus intereses". Ello obliga a adaptar la legislación al contenido del Pacto, eliminando de la misma cualquier impedimento legal para que los cubanos puedan asociarse libremente sobre la base de ideas diferentes a las del partido gobernante.

La comparación con cualquier otro país, aunque se trate de Estados Unidos, donde existen sólo dos grandes partidos que monopolizan al electorado, carece de sentido, porque en aquel país no hay nada en la Constitución que los declare "vanguardia organizada de la nación", ni que limite la existencia de otros movimientos u organizaciones.

De hecho, en Estados Unidos existen, a escala nacional, al menos el Partido Verde, el Partido Comunista, el Partido Libertario y el Partido Socialista Obrero, además de otros con determinada influencia local o regional. Es decir, el bipartidismo carece de fundamento jurídico.

¿Pluripartidismo constitucional o por cuenta propia?

Nuestra realidad impone abandonar el "vanguardismo" y reconocer el derecho de grupos y movimientos no comunistas a participar en la política. Es necesario que los ciudadanos y los grupos sociales con sus objetivos e intereses, cuenten con un sistema que garantice igual representación en la legislación y la administración del Estado, para lo cual la presunta democratización del PCC constituiría un paso importante pero insuficiente.

El desarrollo de la sociedad no excluye la formación de partidos sino que la implica. Por ello, hay que crear condiciones para la expresión de los diferentes criterios políticos. En ese sentido, el artículo 5 de la Constitución cubana, que refrenda el papel dirigente del PCC, debe ser sustituido, tarde o temprano, por el reconocimiento del pluripartidismo como necesidad social.

Con ello, el PCC daría un paso trascendental al crear las condiciones mínimas para establecer y mantener un diálogo político que permita trabajar cooperadamente con otras fuerzas dispuestas a participar en la solución de la actual crisis y la renovación de la sociedad.

Si finalmente el pluripartidismo no se aprueba constitucionalmente, se implantará por cuenta propia, y eso no sería recomendable. El derecho de asociación y, consecuentemente, el pluripartidismo, constituye una necesidad de la sociedad y sería un paso político decisivo para el propio Partido Comunista, que abriría canales a una solución pacífica de las contradicciones existentes.

Hay que abandonar la idea de que una parte decida, excluyendo al resto de la sociedad. Una nación que es de todos, debe ser definida en el consenso entre todos.


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